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'Las chicas de la estación', la película que pone rostro a los abusos de menores tuteladas y los fallos del sistema

Basada en los casos de menores tuteladas explotadas sexualmente en Mallorca, la película de Juana Macías indaga en la falta de protección y cómo operan las redes de prostitución en centros sin recursos para ofrecer un futuro a estas chicas

Fotograma de 'Las chicas de la estación'

Madrid

Hay cierto paralelismo entre una estación -ya sea de trenes o de autobuses- y un centro de menores. Donde hay niñas, niños y jóvenes -como trenes- que llegan y se van constantemente. Sin un lugar fijo donde pertenecer más allá de ese espacio transitorio. Que se sienten desplazados, con muchas paradas, pero sin un destino claro. Algunos llegan muy lejos. Otros puede que no terminen el viaje.

‘Las chicas de la estación’ habla de todos esos lugares donde los y las jóvenes que viven en centros de menores, que no tienen un espacio propiamente suyo, una habitación propia, terminan frecuentado para encontrar un lugar en el que pertenecer y sentir que pertenecen. Podría ser un parque con muchos bancos para poder pasar la tarde, un callejón de poco paso por la gente de a pie, o frente una lavandería con wifi gratis para poder conectarse. En este caso, es la plazita que hay frente a una estación.

Escrita y dirigida por Juana Macías, y con un guion que también firma Isa Sánchez, este drama ofrece una mirada desgarradora sobre cómo la ausencia de un hogar, de un refugio personal y una estructura familiar estable, puede afectar a la identidad y las decisiones de las jóvenes. El filme narra la historia de tres chicas que viven en un centro de menores, tres menores vulnerables en un sistema que no puede atender sus demandas. Las protagonistas, interpretadas por Julieta Tobio, Salua Hadra y María Steelman, aportan autenticidad a sus papeles, sobre todo las dos últimas, debido a su vivencia real en un centro.

“La verdad que yo llegué a este papel por casualidad, porque una de las auxiliares de casting de Eva Leyra y Yolanda Serrano era la prima de una educadora social de mi centro. Entonces el proyecto llegó a mi educadora, y le contaron que se desarrollaba en un centro de menores, y le preguntaron “¿hay alguna niña de tu centro que pueda servir y que le guste la actuación?” Y me nombró a mí. Entonces ya por la casualidad esa, hice el primer casting y me acabaron cogiendo. La primera vez que leí el guion me hizo mucha ilusión, porque trata sobre un centro de menores, que al final es algo que no se suele ver nunca en las películas, y si se ve, se habla sobre un centro cerrado, pero no uno abierto, nunca había salido en ninguna película de España, así que me hizo mucha ilusión. Además, añadiendo el tema principal de la peli, que son los abusos a menores, que también es algo que se come cada día y no se habla de ello”, cuenta María Steelman, una de las actrices principales.

La película explora la vida de estas jóvenes que no conocen el amor incondicional ni el cuidado que se espera de un hogar. En lugar de eso, se enfrentan a un entorno frío, transitorio y deshumanizado, donde la necesidad de pertenecer las lleva a tomar decisiones peligrosas. La historia se centra en un deseo aparentemente simple: asistir al concierto de su trapqueen favorita para celebrar el cumpleaños de una de ellas. Pero el coste de las entradas las obliga a buscar alternativas y acaban cayendo en una red de prostitución.

“Mi intención era dar ese punto de vista bastante realista, como asomarte a los problemas con los que se encuentran los directores del centro o los monitores, a que a veces también los niños no están ahí bien atendidos. Que los monitores van y vienen porque tienen unas condiciones laborales muy inestables, y dar pinceladas un poco de esa realidad. Sobre todo, hacerlo desde cómo se siente un niño que un día va allí y le separan de su familia, que probablemente no le están pudiendo cuidar, o están abusando de él, o hay violencia en esa familia, pero es su familia... Quería retratar esa sensación de soledad, de no saber muy bien qué va a ser de tu vida” cuenta la directora.

La película se inspira en un caso real ocurrido en Mallorca sobre una violación grupal a una menor tutelada. En la denuncia ante la policía esta chica de solo 13 años destapó que existía un grupo que reclutaba a niñas y jóvenes tuteladas para que mantuvieran relaciones sexuales a cambio de droga y dinero. “Yo creo que se carga demasiado en la responsabilidad de los centros. Tienen que mejorar muchas cosas y en algunas de esas cosas influyen mucho los recursos. Puede haber más psicólogos, más tratamiento individualizado a los niños, más monitores que estén ahí y que conozcan a los niños. Pero creo que el verdadero problema está en otro lado. Está en quiénes son todos esos abusadores que son padres de familia, que son abogados, dependientes en una tienda, el que te atiende en el taller cuando llevas a reparar el coche... Creo que ahí está el problema y creo que ahí tiene que haber voluntad política, sobre todo en lo que tiene que ver con la protección de la infancia. Y como sociedad tenemos que no permitir que esto pueda suceder y sobre todo que la justicia actúe, porque estos son delitos. Que se actúe más rápido, que no pasen diez años desde que se denuncia hasta que se llegue al juicio. Ahí es donde hay que poner el acento”, añade.

A través de su relato, ‘Las chicas de la estación’ pone sobre la mesa la constante vulnerabilidad de los y las menores tuteladas, visibilizando la falta de recursos y desprotección que enfrentan. Muchas de las cuales llevan consigo el peso de traumas acumulados a lo largo de sus vidas y que, en muchos casos, son etiquetadas como delincuentes, o responsables de sus fugas (referido a cuando pasan la noche fuera del centro sin permiso), pero lo que hay detrás de todo esto es una carencia de afecto, de oportunidades y de un espacio íntimo y propio para poder desarrollarse.

“Hay una cosa terrible que yo descubrí cuando estaba investigando y es que los niños que están en el centro de acogida, el día que cumplen 18 años tienen que salir del centro. Yo pienso cómo era yo a los 18 años y si me hubieran dicho ahora te buscas la vida... Es un momento especialmente complicado para los niños, hay algunos recursos, a veces hay pisos donde pueden ir, pero no todos, y no acaban de funcionar del todo bien, es decir, es muy difícil. Para mí lo ideal sería que no sucediera esto que dicen en la película en algún momento, “aquí nadie acaba nada, aquí no hay futuro”. Que pudieran tener una sensación de futuro. Y esto que también se dice “no puedes elegir de dónde vienes, pero sí a dónde vas”. Que puedas elegir a dónde vas me parece lo importante”.

Uno de los grandes logros de la película es la forma en que mira de manera luminosa a sus protagonistas. Aunque las chicas se encuentran atrapadas en un sistema que las ha dejado desprotegidas, el filme no las reduce a víctimas ni las condena. ‘Las chicas de la estación’ se convierte en una reflexión sobre cómo el abandono institucional y familiar puede conducir a decisiones extremas, donde la búsqueda de pertenencia y cariño las lleva a situaciones de riesgo. En este sentido, la historia también pone en evidencia la crítica a un sistema educativo y social que, en lugar de ofrecer soluciones, contribuye a crear más incertidumbre y sufrimiento, muchas veces, por falta de recursos. Además, se aborda una cuestión de género profunda y compleja: la posición de la mujer en una sociedad que, en el caso de las menores tuteladas, no solo las deja a merced de un sistema fallido, sino que las convierte en blanco de abusos sistemáticos. Se hace evidente cómo la vulnerabilidad de estas chicas, sumada a la falta de un entorno de protección, las coloca en una situación de desamparo extremo, donde cualquier referente afectivo, por muy tóxico que sea, parece ofrecerles un refugio efímero y peligroso. Algunas de ellas, debido a esto, llegan a ser cómplice de la violencia hacia sus compañeras para poder sobrevivir, siendo incapaces de romper el círculo.

“Hay niñas que han estado en centros, que han sido abusadas, que han sido explotadas y que terminan buscando a otras niñas, captando otras niñas para la explotación sexual. Yo quería que se entendiera un poco dónde está este personaje, cuál ha sido su pasado y cómo esa herida que tiene en el pasado puede curarse, puede ir hacia un lugar o puede ir hacia otro. En este caso ha ido hacia un lugar oscuro en el que eso que le ha pasado a ella lo repite. Es como cuando hay niños que han sido abusados y que luego abusan de sus hijos. Esta cosa que no entiendes muy bien pero que hay algo ahí dentro de cómo se sana o no se sana, es eso que te ha ocurrido que puede llevar a la repetición’’, cuenta Juana Macías, sobre uno de los personajes antagonistas de la peli.

‘Las chicas de la estación’ evidencia las carencias estructurales del sistema de protección juvenil, donde la metáfora de la "habitación propia" de Woolf se convierte en una crítica social al desamparo que sienten muchas menores tuteladas, que carecen no solo de un lugar físico seguro, sino también de un entorno que fomente su desarrollo personal, emocional y social. La falta de una habitación propia no es solo la ausencia de un espacio, sino la ausencia de un lugar donde los jóvenes puedan imaginar su futuro, donde puedan sentirse sujetos plenos de derechos, donde puedan sentirse dignos.