Uno de los psiquiatras españoles más prestigiosos en el mundo suspendía todo hasta que se cruzó con una profesora: "Esa señora dio en el clavo"
Luis Rojas Marcos cuenta como fue su etapa escolar
Por el principio | Uno de los psiquiatras españoles más prestigiosos en el mundo suspendía todo hasta que se cruzó con una profesora: "Esa señora dio en el clavo"
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Madrid
Muchos de los grandes pensadores de la historia no han destacado particularmente en el ámbito académico. Hay numerosos ejemplos de ello, desde Thomas Edison, creador, entre otras cosas, de la bombilla, y de quien varios de sus maestros pensaron que no era capaz de aprender debido a su facilidad para distraerse, hasta Miguel de Unamuno, uno de los nombres más importantes de la literatura española, miembro de la Generación del 98, quien llegó incluso a suspender la asignatura de literatura. Han sido, y siguen siendo, muchos los grandes pensadores que no han tenido una trayectoria fácil en la escuela y en quienes incluso se llegó a perder la confianza.
En el último capítulo de Por el principio, participó una de esas mentes brillantes que sorprenden al descubrirlas: Luis Rojas Marcos, uno de los psiquiatras más prestigiosos del mundo. Durante el programa, relató aquella etapa de su vida en la que, sorprendentemente, suspendía todas las asignaturas. Rojas contó que, cuando tenía 11 años, "tenía fama de malo y travieso" y que muchas veces "acababa sentado en la banca negra del fondo de la clase". Fue una época en la que "suspendía cada vez más asignaturas".
Rojas tuvo una infancia marcada por el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) que padecía, lo que le convirtió en un niño muy inquieto e impulsivo. Interrumpía constantemente a los demás y parecía inagotable. Esto le hacía sentirse diferente de los otros niños y, debido a la escasa información que existía sobre el trastorno en aquella época, no era comprendido por su entorno. Esta falta de comprensión generó en él una baja autoestima.
Además, esto desencadenó en Rojas el síndrome del emigrante: se sentía mucho más cómodo lejos de casa y alejado de su entorno. Esta situación marcó profundamente toda su etapa escolar, haciéndole sentir fuera de lugar y en constante desventaja, ya que las personas que interactuaban con él no lograban entender su comportamiento.
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La situación llegó a tal punto que "los curas" del colegio de los Jesuitas sugirieron a sus padres, "con mucho cuidado", que lo sacaran del colegio. Sus padres lo hicieron y lo matricularon en el colegio Santo Ángel, "un colegio laico" al que, según él, "iban los cateados".
El nuevo colegio marcó un punto de inflexión en su rendimiento estudiantil
Allí conoció a la directora, a quien describe como "una señora rubia, con los labios muy rojos y con mucha energía", y que, según Rojas Marcos, "le salvó". Desde el principio, aquella mujer le transmitió tranquilidad, "notó que tenía algo que ofrecer" y le hizo sentarse en "primera fila". Esto le pareció extraño al principio porque, en el colegio anterior, siempre se sentaba en "la última fila".
La directora supo identificar el problema de distracción que tenía Rojas y lo animó a afrontarlo con normalidad. "Dio en el clavo", asegura el psiquiatra. "Tú, cuando te entre esto que te entra, pregúntale al profesor, con respeto, si puedes salir de la clase", le sugirió la directora. Gracias a este consejo, Rojas Marcos empezó a aprobar, logró quitarse la fama que tenía en el otro colegio, y poco a poco fue "liberándose", hasta que consiguió entrar en la facultad de Medicina.
Luis Rojas Marcos, el niño inquieto que suspendía siempre
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