Buenafuente se topa con un repartidor y la confusión es épica: "¿Qué estás haciendo ahora?"
Buenafuente cuenta una historia increíble protagonizada por un fan
Nadie Sabe Nada | Buenafuente se topa con un repartidor y la confusión es épica: "¿Qué estás haciendo ahora?"
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Madrid
Andreu Buenafuente siempre tiene una anécdota que contar. En los años que lleva dedicándose al mundo del espectáculo, participando en diversos programas televisivos y radiofónicos, ha atesorado una fama bastante considerable en España. Rara es la persona a la que no le suene su nombre, le conozca o siga su carrera con mucha atención. Aunque hay veces en las que se encuentra con situaciones un tanto extrañas: gente que parece que sabe quién es, luego no, y finalmente lo sabe de oídas y simplemente quiere quedar bien con un famoso cuando se lo encuentra por la calle, por el simple hecho de que es famoso y podrá comentarlo con sus amigos.
En el último episodio de Nadie sabe nada, Buenafuente le contó a Berto Romero y a la audiencia algunas de esas anécdotas mágicas que solo le pasan a él. Buenafuente cuenta que estaba en Madrid "tomando un café" y vio "cómo una persona le miraba". Algo que podría ser normal por la cantidad de gente que podría reconocer al cómico por la calle, pero en este caso, matiza, le "miraba especialmente", algo que pudo saber gracias a su "mirada perimetral de famoso". Se trataba de una "señora" que se encontraba a "tres mesas de distancia" de donde estaba sentado Buenafuente.
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El presentador se hizo el despistado, pese a que sabía que estaba recibiendo la mirada intensa de la "señora". Finalmente, cuenta Buenafuente, la mujer "se armó de valor" y le dijo: "Perdone, ¿es usted Kim Jong-un?". Buenafuente, con una mente voraz, lanzó una respuesta que cree que "estuvo bien" y le dijo: "No, pero me gustaría serlo", a lo que la señora respondió pidiéndole perdón. Buenafuente se vino arriba entonces y contó otra anécdota relacionada con su reconocimiento. Explica que iba un día por la calle cuando, de repente, alguien dijo a grito pelado: "¡Eh, Buenafuente! Oye, que yo te conozco, eh". Buenafuente, con una sinceridad abrumadora, le hizo saber que se alegraba de que lo conociera, pero que le dejara seguir su camino.
Ambos continuaron con su vida y, de repente, dos esquinas más allá de donde estaban, Buenafuente escuchó: "Te vuelvo a ver. Soy muy fan tuyo. ¿Qué estás haciendo ahora?", algo que al cómico le pareció cuanto menos raro, ya que considera que son "dos argumentos que se desactivan: soy muy fan tuyo y ¿qué estás haciendo ahora?". La historia no hacía sino mejorar. Buenafuente le contó que estaba en la radio, y el repartidor, veloz y seguro de sí mismo, le dijo: "¿En la COPE?". El catalán, con ese ingenio voraz que le caracteriza, no negó la nueva empresa para la que trabajaba e incluso le explicó la hora a la que empezaba su programa: "después de la misa de las 12". El hombre le pidió una foto y él se la negó explicando que se lo prohibía su "religión", y siguió su camino.
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