Tiempo de estadistas para la DANA: Valencia necesita un plan Marshall
Hace falta más, necesita una suerte de plan Marshall, generoso, solidario, efectivo y libre de trabas burocráticas, que recupere la devastación en esta "zona de guerra" cuya dimensión solo se comprende cuando pisas el fango en todos y cada uno de los municipios arrasados por el Poyo y el Magro
Madrid
En Picanya, municipio valenciano de 12.000 habitantes, ni una sola planta baja se ha salvado del lodo. Ni una, tal y como corroboran los técnicos de emergencias sobre el terreno. En esas plantas bajas vive gente mayor, y están los pequeños comercios. La ferretería, la panadería, el frutero, las tiendas de todo tipo. Todas arrasadas. Y como Picanya, en la mayor parte de los 78 municipios del área afectada donde el número de fallecidos asciende a 221 personas y aún se busca a 5 desaparecidos. Son comercios que conforman el tejido social. Regentados en muchos casos por gente de mediana edad o mayores que ven un mundo entramparse ahora de nuevo para reanudar su actividad. Y tanto ellos como los vecinos mayores de esas plantas bajas se enfrentan a complicados procesos burocráticos para acceder a las ayudas. Luego están los miles de vehículos (cerca de 100.000) apiñados en descampados. Las aseguradoras no se ponen de acuerdo para llevarse esos coches que en sí mismos, con depósitos de gasolina y aceite, representan un problema ambiental. La compañía X no aparta el coche de arriba que pertenece a la Y para llevarse el suyo, situado más abajo entre el amasijo de hierros retorcidos. Hay que darlos de baja. Más papeleo en la DGT, el padrón o ayuntamientos.
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Después, los colegios. Algunos están para el derribo, confirman las mismas fuentes sobre el terreno. En otros, la Generalitat aún no ha entrado a trabajar. Los niños no pueden estar 2 meses sin clase. Hay temor a que suceda lo que ocurrió con “la pantanà” de Tous en 1982, cuando los llevaron a pueblos y zonas distintas, desarraigándolos, separándolos de sus amigos, con profesores distintos, lo que causó problemas de adaptación y pérdida, en muchos casos, del año lectivo.
Valencia es una de las provincias industriales más importantes de España. Los polígonos de esas empresas en Chiva, Ribarroja, hasta 57 instalaciones industriales de estas características en toda el área de la DANA con casi 12.000 empresas afectadas según la Cámara de Comercio, han sido devastados. Daban trabajo a esos vecinos. Los empresarios necesitan ayudas directas y agilidad en los trámites para reanudar su actividad, tal y como han reivindicado al ministro de Industria, Jordi Hereu y a responsables del ICO en su visita a la zona esta semana.
El lodo sigue por todas partes. Y continúa ahí porque según admiten todas esas fuentes, no hay en toda España maquinaria disponible suficiente para limpiar la inmensa área afectada. Miles de kilómetros de alcantarillado resultaron embozados por el fango. Hasta 30 camiones cuba con bombas de succión han tenido que venir de Marruecos y el trabajo no ha finalizado.
El miércoles, el presidente del Gobierno Pedro Sánchez tiene ante sí una cita capital con la historia. Toda Valencia y también España va a estar pendiente de su comparecencia en el Congreso sobre la DANA. Una declaración que mide a los estadistas frente a los políticos de medio pelo. No caben excusas. Sánchez no solo debería ser empático, sino poner todos los recursos de España a disposición de Valencia sorteando, de forma excepcional, los trámites burocráticos para que los vecinos accedan a las ayudas. Créditos a interés cero, ayudas generosas a fondo perdido, planes para reactivar e incentivar la economía directos, con agilidad y contundencia que contemplen también a pymes y autónomos.
A través de dos reales decretos, el Gobierno ha destinado hasta el momento 8.068 millones en ayudas directas que no deben devolverse, frente a los 250 millones de la Generalitat. Sobre el terreno trabajan hoy en día según los datos oficiales un total de 8.499 efectivos del ejército con 2.032 vehículos especializados, así como 9.728 agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado con otros 1.900 vehículos terrestres, aéreos y acuáticos especializados.
Pero hace falta más. Mucho más. Valencia necesita una suerte de plan Marshall, generoso, solidario, efectivo y libre de trabas burocráticas, que recupere la devastación en esta "zona de guerra" cuya dimensión solo se comprende cuando pisas el fango en todos y cada uno de los municipios arrasados por el Poyo y el Magro. Es tiempo de estadistas, presidente.