Manuel Jabois: "Que estés vivo por un golpe de suerte no significa que hayas salido indemne de un atentado"

Madrid

Es una barbaridad que haya un juicio 24 años después de un intento de asesinato, y al mismo tiempo qué necesario es de vez en cuando que se entre en detalle de quiénes eran ETA, a qué se dedicaba ETA y, también, qué hacían los que entonces daban cobertura y apuntaban y hoy necesitan presentarse con urgencia como hombres de paz y reconciliación, muchos sin haber pedido perdón.

La bomba que habían colocado los cuatro etarras juzgados estaba lista para explotar y matar a una familia: mi compañera de EP Auroa Intxausti, su marido Juan Palomo y su hijo, Íñigo, que tenía un año y medio. Un año y medio. Y si no están muertos los tres fue porque Juan abrió la puerta con mucha brusquedad y el mecanismo falló. Abandonaron su casa, su hogar, enterraron al padre de Palomo rodeados de ertzainas, Intxausti estuvo desmayándose varias veces al día, sufrió un año de depresión en el que no se quería levantar de cama, luego le dio una parálisis facial y hoy sigue medicada.

El terrorismo deja radiación, no pasa sin más, unos mueren y otros no, unos sobreviven mutilados y otros no. Hay que detenerse un momento aquí. Que estés vivo por un golpe de suerte, por un delicadísimo, milimétrico, golpe de suerte, no significa que hayas salido indemne de un atentado. Esto es importante. Vivir sabiendo que una banda organizada te quiere matar, también a tu bebé, tiene consecuencias para tu salud: sobrevivir a un atentado también las tiene y no son pocas. Hay gente que hoy tiene 12, 15, 20 años a la que es necesario contar estas cosas, a la que es necesario recordárselas, a la que es imprescindible explicarle que el pasado no se puede manipular porque, si se manipula, se deja de aprender de él y automáticamente crece el riesgo de que se repita. Y esto vale para todo.