Almudena Sánchez, de tratar a enfermos de cáncer a ser una paciente más: "Toqué fondo pero me dejé acompañar para superarlo"
La abulense es una de las cinco participantes del Reto Pelayo Vida, que está a punto de abandonar el continente americano y pasar al océano Atlántico
Isla Martillo, Argentina
El velero 'El Doblón', hogar durante las próximas tres semanas de las integrantes del Reto Pelayo Vida, ya tiene luz verde para salir a mar abierto. Fondeado en el canal de Beagle, las aguas tranquilas y la brisa que rodean a la embarcación cambiarán en las próximas horas por el fuerte oleaje y el viento, cuando se reemprenda la marcha hacia el océano Atlántico para iniciar un viaje de cuatro días hasta la Antártida.
El día sirve para que las cinco aventureras carguen pilas y recorran sobre tierra parajes inhabitados por el ser humano, pero sí por pingüinos y varias especies de aves. Con la goleta anclada en la lejanía, Almudena Sánchez echa la vista atrás sobre lo que le ha traído hasta aquí, antes de afrontar el gran desafío. “Cuando te has levantado de algo como el cáncer, crees que cuando venga otra situación complicada la podrás superar. Te hace más resistente”. Esta abulense de 44 años, afincada en Alfacar (Granada) desde 2018, se apuntó al Reto Pelayo Vida recién recuperada de la enfermedad. Antes, esta farmacéutica había tratado más de 10 años con pacientes oncológicos en el Hospital de las Nieves de Granada. Hasta que le tocó estar al otro lado: "La primera noticia me la dio un compañero radiólogo, con verle la cara supe que era algo malo. Me costó asumir cómo iba a ser yo de paciente. Sabía lo que venía a continuación de un diagnóstico y eso me daba miedo".
Almudena nunca había navegado hasta hace unos meses, pero siempre ha estado ligada al deporte. En la niñez y adolescencia llegó a competir en campeonatos de España de atletismo, luego llegó la montaña, y con el cáncer el descubrimiento de nuevas disciplinas. "El tener que extraer ganglios linfáticos puede provocar que no drene la linfa y se inflame el brazo, se denomina linfedema. Había que mover y ejercitar ese brazo, por lo que empecé a practicar tiro con arco, piragüismo a través del ‘dragon boat’ o marcha nórdica en montaña", explica Almudena, que ve la navegación a vela como un nuevo deporte en su lista y del que destaca la importancia del equipo, de trazar una cierta estrategia para cumplir los imprevistos de cada jornada y el relacionarse con la naturaleza.
El deporte siempre ha sido su vía de escape ante los problemas, con varios reveses en la última década de su vida: "Llevaba varios años buscando una familia, pero sufrí dos abortos, y cuando llegó el cáncer toqué fondo. Pensé que no había nada más. Quería morir con dignidad, que me recordaran alegre y quería irme en la montaña, no en un hospital. Pero me di cuenta que no podía caer más abajo, reaccioné en positivo. Me dijeron que había tratamiento, que no se había extendido y que había un 80% de posibilidad de curación, y que me animara a hacer deporte así que me puse a ello". La de hacer ejercicio durante la enfermedad es una de las enseñanzas que quiere trasladar Almudena, pero también la de escuchar y dejarse aconsejar, claves en su proceso de recuperación: "Con los abortos me cerré en mí misma y me quedé todo ese dolor dentro, con el cáncer me abrí más y me dejé acompañar. Fue un cambio entre dos situaciones difíciles, la diferencia fue la actitud ante el problema".