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China ha recuperado la Ruta de la Seda como arma geopolítica: "Es solo una pequeña parte de un plan mucho más grande"

El corresponsal de 'El País' en China, Guillermo Abril, comparte en su libro 'El tren. A través de la nueva Ruta de la Seda' su experiencia de un recorrido que conecta Europa con China

China ha recuperado la Ruta de la Seda como arma geopolítica: "Es solo una pequeña parte de un plan mucho más grande"

Madrid

En el verano de 2021, dos periodistas, Guillermo Abril y Samuel Sánchez, emprendieron un recorrido único de más de 13.000 kilómetros siguiendo la Ruta de la Seda, un ambicioso proyecto de infraestructuras lanzado por China para conectar Europa y Asia. Su objetivo era llegar a Yiwu, una de las principales ciudades manufactureras del gigante asiático, pero su travesía ofreció mucho más que un simple viaje comercial. El relato de su experiencia se convierte ahora en el libro El tren. A través de la nueva Ruta de la Seda, que explora las complejas conexiones entre la economía global, la política internacional y las realidades cotidianas.

El viaje comenzó en un momento clave: la pandemia de COVID-19 aún estaba dejando sus huellas en el mundo, las fronteras se estaban reabriendo, y la guerra en Ucrania aún no había estallado. En La Ventana, Abril, quien comenzó a planear el viaje en 2019, ha abordado la controversia sobre las relaciones comerciales entre China y Estados Unidos. Uno de los puntos clave en este enfrentamiento es el comercio, especialmente el tema del fentanilo, una droga derivada de productos químicos que, según EE.UU, provienen de China.

"La rencilla del fentanilo es una larga batalla de Estados Unidos contra China. A China se le acusa de ser el origen de los precursores de fabricar el fentanilo, que irían a México y de allí entra a Estados Unidos. Es una droga potentísima, 50 veces más fuerte que la heroína, mata a 70.000 personas al año en Estados Unidos, es una especie de asesino de masas", ha explicado Abril.

Desde que Xi Jinping presentó la iniciativa de la Franja y la Ruta en 2013, China ha invertido masivamente en infraestructuras para conectar su economía con Europa y otros mercados internacionales. Para comprender el alcance de este proyecto, Abril ha explicado que la nueva Ruta de la Seda es solo una pequeña parte de un plan mucho más grande. "La nueva Ruta de la Seda es el tren, que es una mínima parte de lo que es la franja, que es el nombre oficial, es el mega programa de infraestructuras de China. La idea que tiene es casi una especie de política exterior de China. Es la fórmula que tiene para conectarse con el resto del mundo. Es una fórmula mediante la cual China está expandiendo sus intereses, se expande geopolíticamente y conecta con otros muchos países", ha señalado.

El recorrido en tren, aunque menos conocido que el legendario Transiberiano, ha resultado ser una alternativa al transporte marítimo y aéreo, permitiendo a China ahorrar tiempo y dinero. Sin embargo, como ha resaltado Abril, el proyecto también refleja una de las principales dificultades económicas entre China y Europa: el desequilibrio en la balanza comercial. "Es una realidad que funciona perfectamente como una metáfora. Es el gran problema que tiene Estados Unidos, de ahí los aranceles, y Europa con China, es ese desequilibrio en las balanzas comerciales, que se ha ido acrecentando y que ha llegado a un momento casi insostenible", ha explicado el periodista.

En su recorrido, Abril también se adentra en la historia cultural de la Ruta de la Seda, explorando cómo los chinos la perciben este antiguo vínculo entre Asia y Europa. "Marco Polo en Pekín es la encarnación de la versión europea de la ruta de la seda. Ellos tienen sus propios personajes históricos, sus mitos de la ruta de la seda y es algo que a mí me interesó bastante en el viaje, entender cuál es la visión en China de lo que nosotros entendemos como la ruta de la seda, porque para mí desde niño es Marco Polo y para los chinos es otra cosa", ha señalado. Para los chinos, la Ruta de la Seda es una conexión con Asia Central que se remonta al siglo II a.C., mucho antes de la llegada de Marco Polo.

El viaje de Abril y Sánchez no solo fue una exploración de los vínculos económicos entre Oriente y Occidente, sino también una oportunidad para conocer a las personas que habitan las vastas y diversas regiones por donde pasa el tren. En su travesía, entrevistaron a maquinistas, comerciantes y expatriados, recogiendo historias y perspectivas que dan vida a este proyecto global. "La ruta se ha dividido en tres partes. La primera nos ha llevado tres semanas, de Madrid a Bielorrusia. Otras dos o tres, en Asia Central, y otras dos semanas largas en la zona de China. La más entrañable ha sido la de Kazajistán, porque fueron tantísimas horas de tres, el sitio es inmenso, el tren es muy lento y vas hablando con la gente y de repente uno te invita a beber vodka y te van contando historias", ha recordado Abril.

Abril ha finalizado la entrevista recordando uno de los momentos más memorables del viaje. "La primera imagen que se me viene a la mente es cuando estoy en Kazajistán cruzando la estepa y se ve casi la nada, un paisaje extenso de desierto, ligeramente nevado, un frío desolador y de pronto veo un camello", concluía.