Opinión

El legado de Colau

La ácida despedida de la exalcaldesa de Barcelona demorará el reconocimiento de que algunas de sus intervenciones urbanas nos han permitido visualizar un anticipo de cómo deberían ser nuestras ciudades en el futuro

Ada Colau / Europa Press News

Madrid

Nunca es fácil irse de los sitios, sobre todo de los que más has querido, por los que más has peleado. Nunca es sencillo decir adiós resistiendo la tentación de dar rienda suelta a la amargura de los proyectos frustrados, al deseo de ajustar cuentas. La despedida de la política institucional de Ada Colau ha respondido a ese patrón. En su última intervención en el Pleno municipal, la exalcaldesa de Barcelona defendió sus logros en los ocho años en que gobernó y no se privó de señalar, como causa de todo lo que no pudo hacer, a las élites de la ciudad, a las que calificó de provincianas, mediocres y avariciosas.

Su discurso fue intenso y emocional. Es su registro personal, un estilo que en la campaña electoral que protagonizó en 2015 la diferenciaba del resto de los partidos, ya que ella surgía del movimiento vecinal y de la plataforma contra las hipotecas. Hoy, en cambio, su lamento queda un poco desacompasado. Los obstáculos que se iba a encontrar ya los conocía. Los mencionó con claridad en aquel memorable discurso en las Cocheras de Sants (“Nos preguntarán quiénes somos”), donde arrancó su carrera hacia la alcaldía hace diez años: “Nos intentarán ridiculizar, silenciar, criminalizar”. Aún más interesante fue la frase con la que terminó entonces su intervención: “No olvidemos nunca quiénes somos y por qué estamos aquí; no olvidemos nunca, ni dejemos de ser quienes somos”. Es lo que tienen los grandes ideales, que nos ponen metas imposibles.

Tras dos mandatos gobernando una de las ciudades más importantes de Europa, nadie puede decir que sigue siendo gente normal, gente sencilla de la calle, la que tiene un contrato precario y se desvive por llegar a final de mes. Colau deja la política institucional, aunque deja abierta la puerta a su retorno, y parece que se dedicará a viajar por el mundo para explicar lo que hizo en Barcelona. Tendrá éxito en esa tarea, pero ya no podrá seguir siendo la activista que fue.

Lo llamativo de esta despedida ácida y desairada es que solo sirve para demorar el justo reconocimiento. Porque la llegada de Ada Colau a la alcaldía de una ciudad tan cosmopolita y poderosa como la capital catalana fue verdaderamente una aventura política extraordinaria, una auténtica revolución democrática ciudadana como a ella le gusta decir. Pero no menos singular y destacable han sido algunos de los hitos de su mandato. Ella y su equipo fueron de los primeros que elevaron la crisis de la vivienda y el malestar urbano ante los excesos del turismo a los lugares preferentes en la agenda de la gobernanza local y tomaron medidas que después se han abierto paso en otras ciudades.

No obstante, lo que probablemente más perdure sea que en la Barcelona de Colau cobraron realidad algunas intervenciones urbanas que nos han permitido visualizar un anticipo de cómo deberían ser nuestras ciudades en el futuro. La aplicación del concepto de las supermanzanas que desarrolló hace unos años el urbanista Salvador Rueda en uno de los ejes centrales del Eixample ha permitido comprobar que la prioridad peatonal, la renaturalización de las calles y la facilitación de la vida comunitaria en el espacio público es una fórmula capaz de crear entornos para una vida indiscutiblemente mejor.

Al igual que ocurrió con el ensanche de Cerdá o con la transformación olímpica del 92, Barcelona ha vuelto a ser con Colau un referente. Que ese legado sea duradero habrá que verlo. Quizás con algo más de sentido autocrítico para aceptar que todos los proyectos tienen inconvenientes, su aceptación social habría sido más amplia y entusiasta. En todo caso, no parece que el alcalde Collboni ni quienes vengan después podrán eludir el seguir trabajando en algunas de esas nuevas vías que se abrieron durante los mandatos de Ada Colau

José Carlos Arnal Losilla

Periodista y escritor. Autor de “Ciudad abierta,...