Hora Veintipico
Política

Oskar Matute explica por qué ha dejado de ir al bar del Congreso y señala directamente a Vox: "Yo no soy capaz"

"No digo que sea una virtud, quizás es un defecto"

Hora Veintipico #494 | Entrevista a Oskar Matute

Madrid

El Congreso siempre ha sido un lugar en el que la tensión entre bancadas de distintos colores ha estado presente, aunque ha sido en los últimos años cuando la crispación ha ido a más. Insultos cruzados, palabras malsonantes o incluso algunos bulos se han empezado a escuchar en la Cámara Baja y eso, como consecuencia, afecta directamente a la percepción que la ciudadanía tiene de la propia clase política y de su función dentro de las administraciones públicas. El diputado de EH Bildu Oskar Matute ha hablado sobre este tema en una entrevista en Hora 25 en la que no se ha cortado en decir lo que piensa.

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Héctor de Miguel ha querido saber si la tensión que se ve en cada pleno o comisión en el Congreso de los Diputados se traslada luego a lugares comunes donde conviven los parlamentarios, pero que están fuera del Salón de Sesiones. Uno de estos lugares es el bar del Parlamento. Lo primero que ha querido aclarar Matute es que él nunca ha visto a nadie tomarse en ese bar un gin tonic, como se ha dicho en muchas ocasiones. "No digo que no se los tomen, pero no los he visto", ha reafirmado el diputado.

Luego, se ha sincerado sin tapujos sobre cómo percibe las relaciones amistosas fuera de la rivalidad en el Congreso y está muy relacionado con la llegada del grupo de Santiago Abascal. "Desde que Vox tiene la presencia que tiene y son los más próximos a la puerta que da lugar a esa cafetería que hay detrás del hemiciclo yo apenas voy porque hay mucha gente que les ves discutiendo súper acalorados y que luego les ves echándose un cigarro o un café en el patio del Congreso o de risas, yo no soy capaz", se ha sincerado Matute.

"No digo que sea una virtud"

El diputado no sabe si esta reacción suya es buena o mala, pero, asegura, que no puede actuar de otra forma. "No digo que sea una virtud, quizás es un defecto, pero no soy capaz. Cuando me enfrento a alguien, lo hago porque me lo creo y me duele oír lo que estoy oyendo, me hace que yo no quiera tener ningún tipo de empatía o relación, al menos en ese instante", ha asegurado.

A su juicio, ese tipo de actitudes lo que consiguen es dar una imagen exterior que la ciudadanía percibe y que no es beneficiosa. "Para mí pegarte en el atril pero luego ser colegas fuera es como incidir en la teatralización de la política, en la política como espectáculo y yo seré un tronaó pero creo que la política es bastante más seria que eso", ha apostillado.