¿Y ahora qué? Los escenarios que se abren en Francia tras la salida del primer ministro Barnier
El presidente del Gobierno francés, Emmanuel Macron, se enfrenta de nuevo a la tarea de buscar un candidato de consenso. Su anterior elección, Barnier, apenas ha durado un mes más como primer ministro de lo que tardó el propio Macron en elegirle para el cargo
El experimento político de Emmanuel Macron ha fallado de forma estrepitosa. Hace apenas tres meses, decidió ignorar la victoria de la coalición de izquierdas en las elecciones legislativas para nombrar como primer ministro a un hombre conservador, Michel Barnier. Este contaba con una ligera simpatía entre los dirigentes de la extrema derecha, Reagrupamiento Nacional (RN). Sin embargo, Barnier no respetó una línea roja en los presupuestos que quería aprobar y los de Le Pen apoyaron la moción de censura presentada por la izquierda para tumbarle, abriendo así una etapa de incertidumbre total en una de las principales potencias europeas.
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Según indica la Constitución gala, el presidente del Gobierno es el encargado de elegir quién será el primer ministro y este, a su vez, debe decidir quienes serán los integrantes de su Ejecutivo. Además, la norma no permite que se convoquen elecciones legislativas hasta que haya pasado un año desde los últimos comicios, lo que se traduce en que, como pronto, hasta julio de 2025 Macron no podrá disolver la Asamblea Nacional para convocar nuevas elecciones.
Así, este jueves Barnier ha cumplido con el mandato constitucional y ha presentado su dimisión como primer ministro ante Macron, quien le ha pedido que se mantenga en el cargo hasta que logre encontrar un candidato de consenso. Una tarea que se plantea como muy compleja debido a la fragmentación del Parlamento francés.
El propio presidente galo, en un discurso televisado, ha anunciado que nombrará "en los próximos días" un nuevo primer ministro cuyo principal tarea será la aprobación de los presupuestos y ha cargado contra el resto de partidos. A su vez, ha declarado que "empieza una época nueva en Francia, sin divisiones".
El próximo 14 de diciembre se celebrará en París una cumbre con varios líderes internacionales, entre ellos Donald Trump, con motivo de la reapertura de la catedral de Notre-Dame. El plan de Macron sería tener ya un reemplazo de Barnier para antes de este encuentro.
Sin embargo, los precedentes de Macron no van en esta línea. Bajo el argumento de no querer interferir en la celebración de los Juegos Olímpicos, el presidente francés estuvo dos meses pensando quién era el mejor candidato para primer ministro, hasta que eligió a Michel Barnier. Un candidato que apenas ha durado 30 días más en el cargo de lo que estuvo Macron meditando esa decisión.
El reto de encontrar un candidato de consenso
Las leyes francesas establecen que, pese a haber dimitido, el primer ministro y el resto de integrantes del Gobierno se mantienen en el cargo hasta que sean nombrados sus sustitutos, aunque con algunas limitaciones en sus funciones. Así, el reto de Macron es encontrar a una persona que tenga el apoyo de la Asamblea, ya que su partido no tiene la mayoría y podría volverse a presentar una moción de censura contra él. La Francia Insumisa, formación que iba integrada en el Frente Popular, ya ha declarado que volverán a utilizar este instrumento parlamentario si el candidato elegido no es alguien de izquierdas.
Macron pensó que Barnier conseguiría un amplio consenso, que abarcaba desde los partidos más centrados como el suyo hasta la derecha tradicional y la extrema derecha, pero erró en su pronóstico. Ahora, deberá decidir si buscar esta misma mayoría parlamentaria o apostar por otras que incluyan a la izquierda.
Esta alternativa tiene dos vías, una conformada por los verdes, el Partido Socialista y el partido de Macron, que podría ser tumbada si Francia Insumisa y Reagrupamiento Nacional se unen para una moción. La otra sería idéntica, pero sumando a la Francia Insumisa de Melenchon, segundo grupo en el Parlamento por número de diputados. Sin embargo, esta fórmula podría provocar la huida de los más moderados y tampoco está garantizada la estabilidad.
Así, el escenario es tremendamente complejo y los presupuestos siguen sin aprobarse. Otra de las opciones que, según medios como Le Monde se están poniendo encima de la mesa, es el de un gobierno de tecnócratas. Macron nombraría a un candidato que cuente con el apoyo justo para aprobar los presupuestos y disolver la Asamblea Nacional tan pronto como permita la ley, en julio de 2025. El problema es que incluso esta alternativa se antoja complicada por la dificultad que conllevaría aunar esa mayoría tecnócrata.
Por el momento, las personas mejor posicionadas para ocupar el cargo son de diversos perfiles, pero todos ellos han mostrado un acercamiento al macronismo desde hace unos años. Uno de ellos es François Bayrou, líder del partido liberal Movimiento Demócrata, pero también se habla de Sébastien Lecornu, actual ministro de las Fuerzas Armadas y en las listas del partido de Macron, así como el socialista Bernard Cazeneuve, primer ministro entre 2016 y 2017, con François Hollande como presidente. También está en las quinielas François Baroin, actual alcalde de Troyes y con perfil tecnócrata marcado.
La popularidad de Macron decrece con el paso de los días y esta prueba de fuego determinará si tanto él como su espacio político, muy personalista y centrado en su figura, tienen futuro en una Francia fragmentada parlamentariamente. Muchos le acusan de estar desprestigiando las instituciones con sus decisiones, pero por el momento sigue con un apoyo parcial entre la ciudadanía.
Carlos de Barrón
Escribo sobre actualidad en Cadena Ser.com, con especial interés en la información internacional. Empecé...