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Del romanticismo operístico al arte drag, reinas reclamando su corona

María Estuardo e Isabel I o Alyssa Edwards y Gottmik. Los enfrentamientos entre divas han sido alimentados por la industria y por las bases de fans. En La Hora Extra reivindicamos el nombre de mujeres artistas que merecen un reconocimiento, que se han ganado la corona a base de esfuerzo

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Bette Davis y Joan Crawford. Maria Callas y Renata Tevaldi. Cher y Madonna, Mariah Carey y Jennifer López o Britney Spears y Christina Aguilera. La rivalidad entre mujeres artistas ha sido fomentada por la industria y alimentada por unas bases de fans con unas actitudes muchas veces tóxicas, excluyentes, poco empáticas o dialogantes. No es nada nuevo, los enfrentamientos entre reinas han copado algunos de los momentos operísticos más incendiarios del periodo romántico, desde el Wagner de El ocaso de los dioses al Verdi de Aida.

Hoy tenemos a cuatro reinas enfrentadas. Por un lado a María Estuardo de Escocia con Isabel I de Inglaterra, en una ópera de Donizetti que estrena el Teatro Real esta próxima semana. Por otro lado a Alyssa Edwards y Gottmik, dos drag queens de Rupaul's Drag Race, ese exitoso y multipremiado programa de telerrealidad que celebra y reivindica la cultura drag por medio mundo. Dos reinas, dos visiones de la historia, de la religión, de la sociedad, del mundo del "o conmigo o contra mí" en el que vivimos ayer y hoy.

El director musical José Miguel Pérez-Sierra, la soprano Lisette Oropesa, el director de escena David McVicar, la mezzo-soprano Aigul Akhmetshina y el tenor Ismael Jordi, entre otros, en la presentación de Maria Stuarda en el Teatro Real

El director musical José Miguel Pérez-Sierra, la soprano Lisette Oropesa, el director de escena David McVicar, la mezzo-soprano Aigul Akhmetshina y el tenor Ismael Jordi, entre otros, en la presentación de Maria Stuarda en el Teatro Real / del Real fotografia

El director musical José Miguel Pérez-Sierra, la soprano Lisette Oropesa, el director de escena David McVicar, la mezzo-soprano Aigul Akhmetshina y el tenor Ismael Jordi, entre otros, en la presentación de Maria Stuarda en el Teatro Real

El director musical José Miguel Pérez-Sierra, la soprano Lisette Oropesa, el director de escena David McVicar, la mezzo-soprano Aigul Akhmetshina y el tenor Ismael Jordi, entre otros, en la presentación de Maria Stuarda en el Teatro Real / del Real fotografia

Maria Stuarda es una ópera de Gaetano Donizetti que nos cuenta un duelo de reinas que luchan por el mismo cetro, el mismo amor, dos víctimas de fuerzas políticas y religiosas que las manipulan. María Stuardo es María I de Escocia, nacida en 1542, después de pasar su niñez en Francia, regresó a su país natal para ocupar el trono. Fue depuesta del cargo, tres veces viuda, estuvo 18 años presa y fue condenada a muerte por conspirar contra la reina Isabel I de Inglaterra, que fue la que ordenó que la decapitaran. "Esta es la historia de dos mujeres que se encuentran en unas circunstancias muy concretas que hacen que no tengan elección. Ellas igual no querían matarse la una a la otra pero en aquel momento estaban obligadas a hacerlo. Si llevamos la historia al momento actual quizá con un poco de sentido no lo hubieran hecho. El desenlace habría sido otro y el mundo sería otro lugar", cuenta la mezzosoprano rusa Aigul Akhmetshina, que interpreta en el primer elenco a la reina Isabel.

La ópera es una adaptación que hizo Donizetti de la obra escrita por Friedrich von Schiller, una adaptación romantizada de la historia real entre María Stuardo y la reina Isabel. "Schiller presenta la historia de María e Isabel como una obra esencialmente política, sobre un mundo que está totalmente polarizado, con creencias sectarias. Y, aunque Schiller se imagina el vínculo romántico entre el conde de Leicester y María Stuardo, que en realidad no existía, mantiene ese carácter de Leicester como actor político, como un hombre que tiene que luchar contra sus propias ambiciones y equilibrar los deseos de estas dos grandes mujeres al mismo tiempo para sus propios fines", añade el director de escena, David McVicar. Define esta pieza como una ópera revolucionaria por la valentía de su partitura y la caracterización de sus protagonistas que llegaron a enfrentarse en los ensayos hasta el punto de que los censores decidieron posponer el estreno.

Esta Maria Stuarda es el estreno mundial de una nueva producción de la ópera, luego irá al Liceu de Barcelona, al Festival de Bérgamo, a Bruselas y Finlandia. El director de escena, David McVicar, fue el responsable también de la escena de Adriana Lecouvrer. Hace tándem junto al director musical José Miguel Pérez-Sierra, que hablaba de esta obra imprescindible del belcanto, que completa la trilogía de las reinas Tudor de Donizetti. Hijo musical de Rossini, aunque apenas se llevaban cinco años, Donizetti reelabora la ópera huyendo de la tradición francesa de gran formato, aquellas óperas que duraban hasta cinco hora, y es con esa herencia musical y teatral con la que configura las bases del melodrama italiano del Ottocento.

De la histeria histórica a la contemporánea, ¿qué nos pasa, doctor?

Maria Stuarda cuenta la historia de dos mujeres que tenían razón, pero que eran incapaces de ver el punto de vista del contrario. "Cuando empezamos a dirigir esta producción, nuestro primer día de ensayo fue el día después de las elecciones estadounidenses. No voy a hacer comentarios sobre el resultado de esas elecciones, pero lo único que voy a decir es que en nuestro trabajo nos dimos cuenta de lo polarizado y dividido que está nuestro mundo, tal como lo estaba en el siglo XVI cuando se produjo el enfrentamiento entre estas dos mujeres", explica McVicar. "Soy escocés, así que ésta es mi historia. Esta es la historia de mi país. Y lo que me llama la atención es que en mi país seguimos viviendo con las consecuencias de esa división sectaria entre protestantes y católicos y con repercusiones políticas. Así que el viaje de creación de esta producción ha sido increíblemente emocionante, gracias a mis maravillosos cantantes, pero también intensamente personal y conmovedor para mí, porque no veo ningún progreso en nuestra situación política en 400 años", añade el director de escena.

La reina global de todas las &#039;drag queens&#039; no tiene miedo a Trump: &quot;Hemos luchado contra monstruos peores, no nos van a reprimir&quot;

Otras dos reinas están frente a nosotros. Alyssa Edwards y Gottmik, dos de las drag queens más conocidas y queridas de la familia de Rupaul. También se muestran preocupadas por el futuro de los derechos LGTBIQ+ en todo el mundo y en Estados Unidos con Donald Trump en particular. Pero no se resignan: "Obviamente da miedo que la gente propague el odio de esa manera, pero, al final del día, somos personas reales y no nos vamos a ir a ningún lado, aunque intenten aprobar leyes que atentan contra nosotros. Nuestra comunidad siempre ha sufrido problemas a lo largo de la historia, pero nos unimos y nos hacemos cada vez más orgullosos y ruidosos que nunca. El drag siempre está a la vanguardia de eso, siempre. Estamos usando nuestras voces para impulsar el relato de que no nos vamos a ir a ninguna parte. No puedes aprobar un proyecto de ley y pretender que desaparezcamos", afirma Gottmik, el primer chico trans en concursar en RuPaul's Drag Race.

La drag estadounidense Gottmik a su llegada a la cena-gala de entrega de los premios Alan Turing en el Culture & Business Pride. EFE

La drag estadounidense Gottmik a su llegada a la cena-gala de entrega de los premios Alan Turing en el Culture & Business Pride. EFE / Ángel Medina G.

La drag estadounidense Gottmik a su llegada a la cena-gala de entrega de los premios Alan Turing en el Culture & Business Pride. EFE

La drag estadounidense Gottmik a su llegada a la cena-gala de entrega de los premios Alan Turing en el Culture & Business Pride. EFE / Ángel Medina G.

"Hemos luchado contra monstruos peores durante años. Esta comunidad, nosotros, no vamos a ser reprimidos. Somos demasiado poderosos. Mira lo que ha conseguido el poder del drag hasta ahora. No vamos a retroceder. Estamos avanzando", añade Alyssa Edwards, ganadora del Global All Stars de Drag Race. Alyssa y Gottmik han recibido esta semana el Premio Especial Alan Turing LGTBIQA+, con todas sus siglas, del Culture & Business Pride en Las Palmas de Gran Canaria, un reconocimiento a la lucha del colectivo drag en un contexto mundial de retroceso de derechos. La actriz británica Gillian Anderson, el actor y director Paco León y la ONG Rescate son otros de los premiados por este festival cultural y artístico.

La drag estadounidense Alyssa Edwards a su llegada a su llegada a la cena-gala de entrega de Los Premios Alan Turing LGTBIQ+. EFE.

La drag estadounidense Alyssa Edwards a su llegada a su llegada a la cena-gala de entrega de Los Premios Alan Turing LGTBIQ+. EFE. / Ángel Medina G.

La drag estadounidense Alyssa Edwards a su llegada a su llegada a la cena-gala de entrega de Los Premios Alan Turing LGTBIQ+. EFE.

La drag estadounidense Alyssa Edwards a su llegada a su llegada a la cena-gala de entrega de Los Premios Alan Turing LGTBIQ+. EFE. / Ángel Medina G.

Ha sido el gran estreno teatral de esta semana: Todos los pájaros, del libanés Wajdi Mouawad y dirigida por Mario Gas, ha llegado a los Teatros del Canal. Por problemas no graves de salud tuvo que retirarse en el último momento Núria Espert, la sustituye Vicky Peña en una obra que precisamente aborda la violencia del mundo, de familias, la intolerancia y el odio ante la identidad o las ideologías. "Es una metáfora terrorífica de todo el desentendimiento que hay en los seres humanos. Las identidades perniciosas, las paradojas de quererse uno y despreciar al otro y no saber realmente quién eres. Los conflictos del poder, las luchas ancestrales, los cuchillos clavados en la garganta, individuales y colectivos, a lo largo de generaciones. Todo eso genera un cuerpo que está presente en casi todas las obras de Wajdi", explica Mario Gas.

Todos pájaros de Wajdi Mouawad dirigida por Mario Gas

Todos pájaros de Wajdi Mouawad dirigida por Mario Gas / © Pablo Lorente

Todos pájaros de Wajdi Mouawad dirigida por Mario Gas

Todos pájaros de Wajdi Mouawad dirigida por Mario Gas / © Pablo Lorente

Para Gas, "todo el gran teatro es político, porque la vida es política, vivir es político, no hablo de ideología de partido, pero sí estar atento a lo que ocurre a tu alrededor en el tiempo que vas a estar en esta tierra". El director nos acompañará la semana que viene en La Hora Extra.

Núria Espert y Vicky Peña: &quot;Vivir es estupendo y la vida es cortísima, qué pena que sea tan atroz para más de medio mundo&quot;

El realismo mágico para explicar una realidad inexplicable

Soñar nos ayuda a escapar de una realidad dura y dolorosa, en la que hay muerte, oscuridad y violencia. A eso nos ayuda la literatura, escribir y leer. La escritura es como soñar despierta, dice Natalia García Freire (Cuenca, Ecuador, 1991). La escritora nos presenta La máquina de hacer pájaros, con Páginas de Espuma. Un conjunto de cuentos protagonizados por mujeres que no sabemos si están muertas, pero que dialogan con los muertos. Mujeres que rozan la locura, atormentadas como las escritoras Sylvia Plath y Anne Sexton, que García Freire menciona en el libro. "Siento intriga por la locura, por el desquicie, quizá porque en mi familia estamos un poco desquiciados", advierte. "Y esa locura o desquicie es también un sitio desde el que ir al lenguaje. Porque la locura tiene siempre que ver con una desarticulación del lenguaje o el lenguaje que de repente se transforma en en delirios súper lógicos. Los delirios son lenguaje lógico y me interesa escribir también desde ahí, buscando ese lenguaje desarticulado, extraño, que te permite abrir grietas también de lo absurdo, de lo fantástico", explica.

Cubiera de &#039;La máquina de hacer pájaros&#039;, de Natalia García Freire

Cubiera de 'La máquina de hacer pájaros', de Natalia García Freire

Cubiera de &#039;La máquina de hacer pájaros&#039;, de Natalia García Freire

Cubiera de 'La máquina de hacer pájaros', de Natalia García Freire

El primer relato comienza con una escritora y el último acaba con otra escritora. "Los que escriben no escuchan, solo recuerdan, recuerdan lo que los volverá desquiciados", leo. ¿Los que escriben están todos locos o son una perfecta imitación de un loco?

Son una perfecta imitación de un loco, como dice el personaje. Somos, porque yo también escribo. Después de escribir las novelas, empecé a medicarme con litio y el litio te genera algo raro, que es como que vieras la vida en un color más bajito, baja cierta euforia, te normaliza un poco cosas. Y para mí, en este libro, esa figura de esas escritoras eran un poco yo tratando de volver a hablar. Como se me hacía muy difícil escribir, se me hacía muy difícil volver a articular el lenguaje, ya no tenía esa cosa que tenían las novelas, que era más verborreica, más eufórica incluso. Y me estaba riendo un poco de mí misma, intentando volver a hablar, intentando unos balbuceos, intentando acercarme otra vez al lenguaje desde otros sitios, probando cosas nuevas. Así que sí, creo que eso es una perfecta imitación de un loco tratando de buscar un lenguaje para esa locura.

Cuánto de difícil es articular a veces el lenguaje, especialmente para las mujeres, porque otra de las cosas que recorren la novela son precisamente los silencios. Silencios a veces escogidos, pero silencios muchas veces impuestos. ¿Es el silencio también una herencia que se transmite de generación en generación entre las mujeres?

Sí, yo creo que es una de las de las herencias más violentas y más fuertes. Y es una violencia muy sutil, que pasa muy desapercibida. A mí me pasaba desde niña con mi abuela, sobre todo, que era alguien que siempre te mandaba callar, no digas eso, de esto no se habla o que cambiaba todos los relatos todo el tiempo, los relatos familiares. Y creo que eso lleva siempre a esta sensación de tener miedo también a la palabra. Como tener un terror a decir, un terror a escribir, un terror a hablar, un terror a ponerle palabras a cualquier cosa, al amor, al horror, a la familia, a los vínculos. Y es difícil de romper, porque, como tú dices, está heredado una y otra vez, en generación tras generación. Creo que es una de las cosas que más se ha ido rompiendo poquito a poco. Esos pactos de silencio y esa sensación de tener ganas de hablar y poder articular un lenguaje propio.

¿Es este género, el gótico, el terror o el realismo mágico, el ideal para describir el mundo en el que vivimos hoy?

Sí, el terror tiene la capacidad de subvertir y de mostrarnos que el miedo está en los sitios menos esperados. Por ejemplo, en una casa encantada o en una casa embrujada, a veces lo que menos miedo da no es la casa, sino la gente que está ahí y que empieza a enloquecer dentro. La casa es como una excusa para sacar todos los demonios del que está ahí. A mí me parece que el terror, la fantasía, el realismo mágico o la ciencia ficción es esa herramienta o géneros que te permiten abrir ciertas grietas en la realidad para mirarnos en ese espejo que nos muestra lo que sucede alrededor de una forma mucho más verdadera, no real, pero verdadera. También creo que sí, que es una época que no se puede contar demasiado desde la realidad. La realidad es absurda, es extraña, es monstruosa y por eso hay que ir a buscar esos lenguajes.

Natalia García Freire, escritora: &quot;El silencio es una de las herencias más fuertes y violentas que hemos recibido las mujeres y estamos rompiéndolo&quot;

Natalia García Freire, escritora: "El silencio es una de las herencias más fuertes y violentas que hemos recibido las mujeres y estamos rompiéndolo"

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De todo ello hemos hablado con la escritora ecuatoriana, de cuerpos con plumas y brillantina, de un padre que rejuvenece sin piedad, un abuelo que se transforma en alien y de otras criaturas mágicas. Al realismo mágico de Gabriel García Márquez ha dedicado un espacio la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que termina hoy. Adaptar Cien años de soledad ha sido el reto enorme que ha encarado el equipo colombiano de la serie que va a estrenar Netflix esta semana, dos temporadas de ocho capítulos cada una, en la que Macondo va tomando forma a través de la historia de la familia Buendía y de unos sucesos a veces mágicos, otras históricos. Difícil esto de adaptar el realismo mágico a la pantalla, más cuando se trata de satisfacer a los millones de lectores de García Márquez.

Diego Vásquez como José Arcadio Buendía y Claudio Cataño como Aureliano en la serie sobre el libro de Gabriel García Márquez &#039;Cien años de soledad&#039;. EFE / Netflix/ Pablo Arellano

Diego Vásquez como José Arcadio Buendía y Claudio Cataño como Aureliano en la serie sobre el libro de Gabriel García Márquez 'Cien años de soledad'. EFE / Netflix/ Pablo Arellano / -

Diego Vásquez como José Arcadio Buendía y Claudio Cataño como Aureliano en la serie sobre el libro de Gabriel García Márquez &#039;Cien años de soledad&#039;. EFE / Netflix/ Pablo Arellano

Diego Vásquez como José Arcadio Buendía y Claudio Cataño como Aureliano en la serie sobre el libro de Gabriel García Márquez 'Cien años de soledad'. EFE / Netflix/ Pablo Arellano / -

Durante décadas ha sido una novela inadaptable. El propio García Márquez nunca quiso ceder los derechos por varios motivos. Primero, porque en aquellos tiempos una producción así solo se podía hacer en inglés y era una línea roja. Segundo, porque la historia de los Aureliano y los Arcadios no cabía en tres horas de duración. Pero, además, contaba el escritor en una entrevista que le habían rechazado varios proyectos antes de escribir Cien años de soledad. Ahora, con el boom de las series, con el apogeo de la industria audiovisual en América Latina y con el escritor fallecido, han sido sus hijos, el cineasta Rodrigo García y su hermano Gonzalo, en una decisión controvertida, los que han dado el visto bueno y han supervisado esta adaptación. Los creadores de la serie nos cuentan los retos a los que se han enfrentado.

Arte y música con nombre de mujer: últimas reinas reclamando lo suyo

Terminamos reivindicando unos últimos nombres de mujeres creadoras que no han tenido el lugar que se merecen. El Museo Nacional de Escultura, en Valladolid, ha inaugurado ‘Luisa Roldán. Escultora real’, la primera exposición monográfica que dedica a una mujer artista. Reconocida como una de las grandes figuras del Barroco español, logró ser la primera escultora de cámara en la Corte.

Exposición ‘Luisa Roldán. Escultora real’

Exposición ‘Luisa Roldán. Escultora real’ / Cedida

Exposición ‘Luisa Roldán. Escultora real’

Exposición ‘Luisa Roldán. Escultora real’ / Cedida

Entre las 32 piezas de la sevillana, se muestran por primera vez obras de reciente adquisición como ‘Tránsito de la Magdalena’ y el conjunto de la ‘Cabalgata de los Reyes Magos’. Junto a piezas de la escultora, se exhiben las de otros coetáneos como Palomino, Valdés Leal o Pedro de Mena, así como grabados, dibujos, libros o documentos.

Exposición ‘Luisa Roldán. Escultora real’

Exposición ‘Luisa Roldán. Escultora real’ / Cedida

Exposición ‘Luisa Roldán. Escultora real’

Exposición ‘Luisa Roldán. Escultora real’ / Cedida

Y el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza continúa con su labor de investigar y reivindicar el lugar que merecen en la historia muchas grandes artistas. El Thyssen ha presentado la primera retrospectiva en España de Gabriele Münter, una de las fundadoras de Der Blaue Reiter, El Jinete Azul, el legendario grupo de artistas expresionistas surgido en 1911. Münter, que fue pareja de Wassily Kandinsky, se rebeló contra las limitaciones sobre las mujeres de su época. Una vida marcada por la Primera Guerra Mundial, llena de obstáculos para poder estudiar Bellas Artes, huérfana desde muy joven, Gabriele Münter decide viajar con su hermana a Estados Unidos. Allí fue donde se compró su primera cámara Kodak, que le cambió su forma de concebir y de entender el arte.

Autorretrato, 1909-1910 / Gabriele Münter

Autorretrato, 1909-1910 / Gabriele Münter

Aquellas primeras fotografías amateur inician el recorrido de la muestra, que forman parte de las 150 obras expuestas, además de pinturas y dibujos que realizó en sus viajes por Europa, África y durante su exilio en Escandinavia durante los años de la guerra. Una obra que nos enseña su capacidad de adaptarse y su incansable deseo de experimentar, alejada siempre de prejuicios contra los que luchó, para pintar, incluso para vestir, pero, sobre todo, para vivir su vida como ella quería. Si quieren profundizar en esta artista, les recomendamos Gabriele Münter. Las tierras azules, una novela gráfica de Mayte Alvarado con la editorial Astiberri, en la que se asoma a sus etapas vitales recreando los cuadros de la pintora alemana.

Cubierta de &#039;Gabriele Münter. Las tierras azules&#039;, de Mayte Alvarado

Cubierta de 'Gabriele Münter. Las tierras azules', de Mayte Alvarado / Astiberri

Cubierta de &#039;Gabriele Münter. Las tierras azules&#039;, de Mayte Alvarado

Cubierta de 'Gabriele Münter. Las tierras azules', de Mayte Alvarado / Astiberri

Y terminamos reivindicando nombres como Tania León, Julia Wolfe, Yoko Kanno o Gabriela Ortiz. Isabel Dobarro es una de las pianistas españolas de su generación con mayor proyección internacional y nos ha presentado su primer disco en solitario, Kaleidoscope, en el que la artista gallega incluye un repertorio único formado íntegramente por obras de las grandes compositoras de nuestro tiempo.

La pianista Isabel Dobarro

La pianista Isabel Dobarro / ALFONSO NOVO

La pianista Isabel Dobarro

La pianista Isabel Dobarro / ALFONSO NOVO

 
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