El mayordomo del mayordomo

Madrid

Gracias al asunto Juan Lobato, nos hemos enterado de que los jefes de gabinete también tienen jefes de gabinete, que, en una cadena interminable, no pueden dejar de tener jefes de gabinete. No se sabe de ninguna mano derecha de un alto cargo que no tenga a su vez su propia mano derecha. Así tendría que funcionar todo. En un mundo ideal todos tendríamos que tener mayordomos, que a su vez tendrían mayordomos, que también tendrían mayordomos…

Que, para redondear tus ingresos de mayordomo o de jefe de gabinete, te nombren, por ejemplo, consejero de Paradores Nacionales está bien también. En un mundo ideal todos tendríamos que ser miembros de algún consejo de administración y cobrar puntualmente nuestras dietas y emolumentos.

Pero, claro, para que el sistema funcionara, el último de los mayordomos tendría que tener a su servicio al primero de todos, al señor. A la afirmación de Sartre de que el mayordomo son los otros se opone el aserto de Hobbes de que el hombre es un mayordomo para el hombre: "Homo homini mayordomus".

Así de sencillo: solo un pequeño paso separa la relaciones de vasallaje de la economía circular. Lo malo es que ese paso nunca se acaba de dar, y lo que se hace para que el tinglado no se venga abajo es asegurarse de que todos seamos mayordomos pero, como dijo Orwell, unos más mayordomos que otros.