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"Antes había máquinas expendedoras de test de COVID, ahora las hay con el antídoto del fentanilo": la realidad de la adicción en EEUU

Cristina Olea, corresponsal de Televisión Española en Washington, ha pasado por los micrófonos de 'La Ventana'

Cristina Olea: "Estados Unidos está partido en dos mitades que no se entienden la una a la otra"

Cristina Olea: "Estados Unidos está partido en dos mitades que no se entienden la una a la otra"

25:57

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Cristina Olea, corresponsal de Televisión Española en Washington, ha pasado este miércoles por los micrófonos de 'La Ventana' para repasar la actualidad de Estados Unidos, especialmente tras la reciente victoria de Donald Trump y su inminente regreso a la Casa Blanca. Todo ello con motivo de la presentación de su libro La gran fractura americana: Trump, Harris y las crónicas de un país convulso.

Sin embargo, también ha repasado otros temas importantes que se perciben en el día a día de las calles estadounidenses, que es el consumo de fentanilo. Esta potente droga está dejando calles y barrios repletos de adictos a esta sustancia que generan gran malestar entre los vecinos.

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Ante este gran problema, Olea ha explicado las medidas que se están tomando para frenarlo: "En Washington había durante la pandemia máquinas expendedoras de test de COVID gratuitos, para que los ciudadanos pudieron cogerlos y hacerse las pruebas. Ahora han puesto máquinas expendedoras de con aloxona, que es un antídoto para una sobredosis de fentanilo".

"El objetivo es que si alguien ve a una persona en la calle que está sufriendo una sobredosis pueda aplicarle este antídoto, que es un inhalador, para salvarle la vida. Esta tercera oleada de la epidemia de opioides como el fentanilo está siendo brutal", añade la corresponsal del ente público.

En este sentido, concluye: "Es muy peligroso y consumirlo puede llevar a una sobredosis inmediata. Un caso muy común en Estados Unidos es el Jonathan, un chico que menciono en el libro. Se enganchó a los opioides con las pastillas para el dolor, en muchas ocasiones recetadas por el médico, por haber sufrido accidentes de tráficos o simples dolores de espalda. Se enganchó a esta sustancia, no podía salir, dejaron de recetárselo porque crecieron los controles, por lo que pasó a comprarlas en la calle. Fue entonces cuando su precio se disparó, ya no podían permitírselas y se pasaron a la heroína y de ahí al fentanilo, que es más barato pero mucho más potente y mucho más peligroso".

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