Una piloto de avión desvela la razón por la que nunca verás un avión volar por el altiplano del Tíbet
Esta zona es bastante inhóspita para volar sobre ella y hay tres motivos principales para no hacerlo
Las aerolíneas del mundo pueden llevarte prácticamente a cualquier rincón del planeta, sea por unas rutas u otras, gracias a una red que ha crecido exponencialmente en las últimas décadas siendo un habitual que podamos desplazarnos a cualquier lugar a través del aire. Habrá que poder pagarse el billete y tener paciencia, puesto que algunos destinos supondrán un viaje de bastantes horas, pero el avance tecnológico permite cada vez más eficiencia, comodidad y seguridad.
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Sobre todo este último aspecto es altamente importante, y es que aunque el avión está considerado el medio de transporte más seguro, cualquier problema que pueda darse es definitivo para quienes lo sufran, teniendo en cuenta a la altura y velocidades en las que se mueve. De esta forma, aunque es un medio que puede sobrevolar casi por cualquier zona, hay algunas en las que no veremos ningún tipo de vuelo. Es el caso de la meseta tibetana.
Si eres un amante de los datos, de las curiosidades y de los viajes, quizá alguna vez has mirado recorridos por aire, pero no verás ningún vuelo recorriendo esa zona. Para dar sentido a la pregunta de cuál es el motivo de que esto ocurra, One Air Escuela de Pilotos ha publicado un vídeo explicativo en TikTok donde una de sus pilotos da las claves por las que se produce este hecho en pleno siglo XXI.
Riesgos por su gran altura
En la publicación aparece una piloto llamada Marita Rojas, que nos cuenta con mucho detalle las razones por las que no veremos ningún vuelo por la meseta tibetana si abrimos cualquier aplicación de seguimiento de los recorridos aéreos. Explica que el primer motivo es la asistencia de la cordillera del Himalaya, que por sus impresionantes alturas supone un gran problema. "Tiene una elevación media de 14.800 pies (más de 4.500 metros), siendo el Everest el pico más alto con 29.029 pies, lo que son unos 8.848 metros. Los aviones comerciales vuelan de media a 33.000 pies, que son unos 10.000 metros", explica.
Así, hace referencia a que igualmente se podría volar por encima del Everest, pero la seguridad prima por encima de todo y sería un riesgo enorme si tuvieran algún problema. "Si hay una despresurización en la cabina, yo tengo que bajar a 10.000 pies, son 3.000 metros. Tengo que bajar porque a esta altitud la presión atmosférica no me permite respirar oxígeno. Si estoy en el Himalaya no puedo bajar, por lo cual, dentro de todo lo posible, se va a evitar la cordillera del Himalaya", afirma Rojas, pero aún hay más razones para evitarlo.
Una desafío innecesario en una zona inestable
Marita continúa su explicación afirmando que las características de la zona hacen que sea muy peligroso volar por allí. La idiosincrasia de allí hace que se produzcan hechos que ella misma define como muy curiosos. "Toda la nieve del Himalaya, cuando se derrite hacia el sur, cae en forma de ríos, pero hacia el norte se mete por acuíferos, por lo cual es una zona muy árida y muy seca aunque haya mucha agua", comenta haciendo referencia a que al Tíbet se le conoce como 'La Torre del Agua'.
Confirma que "la mayoría de los ríos principales de Asia reciben el agua de estas cuencas" y que con su inmensidad, el Tíbet "tiene una de las mayores reservas de agua potable del planeta". Así, sentencia que "todo esto hace que el clima sea extremo y totalmente impredecible. Es una zona de turbulencias enormes y es un desafío innecesario pasar volando por ahí".
Sin puntos de emergencia en una gran extensión
La piloto da la tercera y última clave para no volar por aquella zona, y sigue siendo una cuestión extrema de seguridad. Tal y como explica, en la altiplanicie tibetana tan solo hay cinco aeropuertos, un dato paupérrimo para una zona que abarca miles de kilómetros, pero eso no es lo único, sino que todos estos puntos están en el norte de la cordillera del Himalaya, por lo que "en la meseta que queda más al norte no hay ninguna torre de control", y aunque "tienes comunicación vía satélite, no tienes un aeropuerto de emergencia en una superficie que abarca lo mismo que de Madrid a Estambul".
Sí, así de impresionante es la superficie que abarca, nada más y nada menos que 2.749 kilómetros, mientras que la distancia entre la capital de España y la de Turquía es de 2.722 kilómetros. Una barbaridad que hace que ante cualquier problema, la tripulación y los pasajeros quedarían totalmente expuestos. Como deja de manifiesto toda esta explicación, aunque es posible volar, se realza mucho más aquel dicho popular que sugiere que "es mejor prevenir que curar", así que mejor dar un rodeo.