Inés Hernand, sobre la polémica de Lalachus: "Nos quieren ver aisladas, gritonas y nos encuentran alegres y serenas"
Ha sido verdaderamente demencial constatar este nivel de discriminación social y profesional hacia las personas gordas, con especial agravante si eres mujer
Madrid
La preocupación de los últimos días ha estado entorno a quién iba a presentar las campanadas en La 1 este año, siendo los elegidos David Broncano y Lalachús para ello. Al pulso casi personal que hay entre los dos presentadores estrella, se le ha añadido un hito que aparta del foco a Broncano para poner la atención en Lala, una mujer con una carrera meteórica que hasta hace escasos 3 años trabajaba en la recepción de una oficina. Lala es una cómica excelente en lo profesional, pero es que atraviesa la pantalla con un carisma y una seguridad en sí misma brutal.
Después de más de diez largos días de artículos, debates y miles de tweets de absoluta violencia, Lala tenía todo el derecho a hablar desde un papel de víctima, pero como es una mujer inteligente y sabe el poder que tiene por lo amplificada que está su voz de la cantidad de gente que la está escuchando, decidió hacer lo contrario, sobrevolar las críticas, hablar desde la alegría, desde el orgullo, desde el reconocimiento a su trabajo y desde la fortaleza.
Hace unos días me cruzaba unos audios con ella en el que le ponía el paralelismo de cierto sector de España con la fábula del padre, el hijo y el burro: que da igual si se suben los dos al burro, si lo hace uno de ellos o si optan por no subirse, todo el mundo les criticará. Pues bien, esto es lo que está pasando continuamente en este país en ciertas plataformas de comunicación: da igual si es alguien con talento o sin él, pero especialmente si eres alguien que no está en el arraigo colectivo de lo normativo, prepárate. En positivo, que afortunadamente podemos todavía ir por la calle sin que nos apuñalen porque la vida es mucho más que Twitter y mucho más que cuatro frikis que en vez de preocuparse por la que tienen encima (un curro lejos de casa, una sanidad pública con pinzas y viviendas a precios imposibles), arrojan desprecio sin cortarse a través de las redes sociales, como si eso fuese a cambiarles su circunstancia. Quiero pensar que todos nosotros estamos instalados en el civismo y en esta especie de contrato social en el que convivimos sin grandes sobresaltos.
Por otra parte,lal Desde que tengo uso de razón, recuerdo ver batidos de dieta en mi casa, así como yo misma desde adolescente he sentido la necesidad de moverme más si hacia una ingesta calórica distinta a lo normal, vamos, un TCA de libro, mientras veíamos en la televisión una representación imposible de los cuerpos de las mujeres, que en muchos casos, desconocíamos que estaban enfermas. A día de hoy lo estamos viendo con el uso del ozempic tan popularizado por las influencers estadounidenses con unos efectos secundarios que no impiden el éxito del medicamento, y viendo lo que ha recibido Lala, se entiende que muchas chicas prefieran estar enfermas que estar gordas. Pero recuerda, si lo consumes, también serás cuestionada por ello de una forma u otra como han hecho con Barbie Ferreira o Lizzo.
Todo esto es a lo que tienen acceso, como una pandemia silenciosa, los usuarios en sus móviles. La falsa preocupación por la salud física por las personas gordas de forma pública y continuada es una especie de pulso hasta a acabar con la salud mental de las mismas. De corazón, ¿Qué se pretende? ¿Que las personas gordas no salgan de su casa? ¿Que se vayan llorando de cada sitio que pisan? El motivo de la corporalidad de cada cual lo sabe cada cual y cada cual es responsable de su salud, así como las propias instituciones deberían de serlo también de la de todos, en vez de quedar desprotegidos con una sanidad pública cada vez más mermada o con una educación alimentaria inexistente.
El otro día leía que no hay un día que pase en el que no haya una mujer tendencia en cierta red social por algún motivo estético: que si tienes mucho bótox, que si estás vieja, gorda, que si está buena y quiero someterla… Es genuinamente desgarrador, de verdad chicos. Somos mujeres que hemos venido para quedarnos, somos mujeres que, sin quererlo, animamos a que otras mujeres dediquen su tiempo a lo que les han dicho mil veces que no tenía sentido que se dedicasen, somos mujeres que no nos importa vuestro deseo, de corazón, por favor, deberíais de empezar a cuidar vuestras palabras porque no vamos a descuidar las nuestras. Nos quieren ver aisladas, gritonas y nos encuentran alegres y serenas. Es lo que hay.