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Alberto González Pascual, experto en liderazgo: "Un buen jefe sobreestima a sus trabajadores"

Según un reciente hallazgo de la Kennedy School en Harvard, es mejor jefe quien no quiere serlo

"Un buen jefe sobrestima a sus empleados"

Madrid

“Un mal jefe no te amarga solo el trabajo, te puede amargar la vida entera.” Esto lo ha dicho Nacho Carretero en el Comando Norte del Hoy por Hoy, pero pueden afirmarlo muchísimos trabajadores. Aitana Castaño, por su parte, fue jefa en una redacción de cuarenta personas durante cinco años, y sostiene que ha sido el trabajo más duro que ha hecho en su vida.

Para hablar de jefes, o de cómo ejercer el liderazgo, hoy el Comando Norte ha recibido la visita del experto en liderazgo Alberto Gonzáles Pascual, director de Cultura, Desarrollo y Talento de PRISA Media y autor de libros como “Los nuevos fascismos y la manipulación del resentimiento”.

Nadie suele renunciar a ser jefe cuando lo nombran, pero muchos no son conscientes de lo que supone liderar un equipo: “una vez que eres jefe tienes que renunciar a cosas que solo pueden suceder entre compañeros. Al acabar el trabajo no le puedes decir a tu empleado si se toma una caña porque tu empleado te va a tener que decir que sí aunque a lo mejor no le apetezca,” explica Nacho.

De hecho, cuando Aitana Castaño fue nombrada jefa de redacción le dieron tres consejos: “controla tus impulsos. Confía en ti y en tu criterio. Y el más importante, aunque al principio le pareció una tontería: trata igual a todo el mundo, tanto a los que te caen mal como, sobre todo, a los que te caen bien, porque esos son los que van a sufrir que tú seas jefa, porque vas a tirar de ellos más que de los demás.”

Alberto González Pascual no le pone un pero a estos consejos, pero subraya un elemento: “yo soy muy optimista y creo que debemos de tener la perspectiva de que liderar personas es un privilegio, incluso aunque no estén bajo tu responsabilidad. El hecho de interactuar a diario con gente de un equipo es un privilegio porque podemos dejar huella cada día, podemos hacer que la gente se vaya con menos angustia a su casa, que la gente se sienta integrada, que se sienta querida. Por consiguiente, creo que lo que tenemos que hacer no es tratar a la gente como es, sino como creemos que podrían ser al máximo de su potencial. A la gente debemos sobreestimarla.”

Según un reciente hallazgo de la Kennedy School en Harvard, es mejor jefe quien no quiere serlo. Alberto discrepa con esta conclusión: “uno no sabe lo que desea. El que dice que no quiere ser jefe puede que en realidad sí que lo esté deseando, igual que el enemigo también nos desea. Somos personas muy complejas, llenas de enigmas, llenas de contradicciones y llegar a una conclusión, digamos, así de estricta y de inamovible, yo creo que es precipitado. Quizás suceda en algunas ocasiones, pero también lo que puede suceder es que esa persona que dice que no quiere ser jefe y que la nombras como jefe, luego tenga serios problemas, por ejemplo, para expresar sus sentimientos, sus emociones. Puede tener un ansia de poder inhibido y luego resultar injusto.”

El caso es que a menudo damos con jefes que aceptan cargos sin estar preparados para serlo. “Primero, mal por quién se lo ofrece, que quiere decir que no lo conoce suficientemente y, segundo, mal también por quien lo acepta, porque uno tiene que ser consciente de sus limitaciones y de sus capacidades,” comenta Ángels Barceló. Alberto lleva esta reflexión más allá, a una sociedad en la que nos juzgamos unos a otros por el éxito y el prestigio, de forma que es muy difícil resistirse a un ascenso aunque sepamos que no estamos hechos para el cargo. “Creo,” dice González Pascual, “que las organizaciones tenemos que movilizarnos para dar acompañamiento y una formación adecuada a esos perfiles que seleccionemos. Además, y ahí coincido contigo, haciendo un análisis también de esa personalidad, ese temperamento que tiene esa persona, para poder pronosticar cómo se va a desenvolver.”

Un jefe no solo debe tener dotes para el liderazgo, también controlar la materia del trabajo, pero, para este experto, lo fundamental es que sepa gestionar emociones: “no dejar que las emociones te dominen a ti y también ser capaz de leer las emociones de todo tu equipo para llevar a ese equipo a lo máximo. No hace falta que un jefe sepa de todo. De hecho, alguien solo puede ser líder si no tiene miedo a perder algo. Si tú tienes miedo a perder algo, no puedes ser líder, Estás inhabilitado automáticamente. ¿Por qué? Porque te vas a adaptar. En ciertos momentos incluso te vas a humillar porque vas a ceder ante las exigencias de un poder superior. Un líder tiene que ser consciente de sus limitaciones, de su fragilidad, de que su autoestima no tiene por qué estar al máximo de intensidad constantemente. Pero tiene que ser capaz de dar la cara por sus equipo, así como también de exigirles.”

En este sentido es ilustrativa una anécdota de Barack Obama, que decía que, cuando un asunto llegaba a su mesa, era porque no tenía solución: ya había pasado por todos los expertos y solo quedaba decidir. Y para hacerlo, escuchaba a todos y jamás daba su propia opinión hasta que anunciaba lo que había decidido. "Obama,” añade González Pascual, “también ha tenido la humildad de reconocer sus puntos débiles. Por ejemplo, cuando su jefa de gabinete le reconoció que se comportaba de una manera machista en las reuniones y él se quedó muy sorprendido porque decía ‘pero si yo practico, tengo la humildad, tengo dos hijas, no puedo ser más feminista’. ‘Pero el caso es que cada vez que toma la palabra una mujer del equipo la interrumpes, que no te das cuenta, pero la interrumpes’. Él hacía ese autodiagnóstico, ese autoanálisis, que es otro de los elementos para poder ser un líder, que uno se conozca en profundidad.”

Para Ángels Barceló, un jefe debe seguir aprendiendo de los demás, recordar que no está en posesión de la verdad y no tener problema en preguntar. “Pero hay jefes que en cuanto se los nombra jefe desarrollan un tic autoritario y se olvidan de todo esto que parece de sentido común. ¿Por qué le pasa esto a tanta gente?”

Alberto González Pascual explica que, según Freud, hay tres maneras de rechazar la realidad: a través de la autoridad simbólica, que es cuando, por ejemplo, un juez llega a la conclusión de que la ley habla a través de él. A través de la autoridad manipuladora que utiliza buenas palabras y eufemismos políticamente correctos, que se aprovechan de que la gente desea ser engañada. Y luego está la última autoridad, que es la autoritaria fetichista, que es cuando uno cree que una autoridad supra natural la ha investido y la ha llevado al lugar donde está. “Y ahí entramos en el narcisismo tóxico que es el delirio de grandeza. Todos nacemos con un complejo de inferioridad y nos pasamos la vida compensándolo. Y hay gente que se pasa de compensación y pasa de la inferioridad a la superioridad.”

Un rasgo que identifica al buen jefe es que se crece ante las adversidades, y que otorga el mérito al empleado cuando las cosas salen bien, pero asume la culpa cuando salen mal. Los jefes que “se borran” cuando vienen mal dadas, resultan ser falsos jefes.

Pero en esto también hay importantes diferencias de género. Según Alberto: “el hombre siempre ha tenido miedo a la mujer. Un miedo arcaico. Para el hombre la mujer siempre ha sido un enigma, un misterio. De ahí que siempre haya tratado de desposeerla. De no empoderarla de todas sus capacidades innatas. Pero la mujer, por medio de esa adaptación, se ha vuelto mucho más intuitiva y es capaz de percibir las emociones de las personas anticipadamente. Y por consiguiente, para practicar la reflexividad, la asertividad y la empatía. Ahora también tienen cierto un complejo histórico, y es el del sentimiento de culpa que se acelera con mucha facilidad, porque constantemente se están exigiendo un nivel de perfeccionismo.”

De hecho, en muchas oficinas, como bromea Aitana Castaño, tiene síndrome de la impostora hasta la becaria, mientras que es muy raro que un jefe hombre padezca el síndrome del impostor.

El tema del liderazgo en el trabajo, por último, tiene también una importante dimensión política: “el mensaje principal del neoliberalismo, de las nuevas formas de fascismo, de la propaganda que sufrimos hoy en día, es que eliminemos la idea del otro como prójimo. Pero el prójimo no es alguien externo a nosotros, sino que el prójimo está dentro de cada uno de nosotros. En el momento en el que vemos a los demás con extrañamiento, ya ahí ya estamos perdiendo nuestra capacidad para ser un líder democrático y no autoritario.”

Eva Cruz

Redactora en el magazine de 'Hoy por Hoy' desde...