Vive en una cápsula submarina a 11 metros de profundidad: "Solo echo de menos la ducha"
Rudiger Koch lleva meses debajo del agua en un reto de lo más peculiar que va para largo
La vida a veces se nos hace cuesta arriba por la velocidad que tiene y nos arrastra con ella haciendo que sea muy difícil desconectar de todas las responsabilidades y preocupaciones que se tienen. El ritmo es frenético, nos movemos por impulsos y los días van cayendo uno tras otro de una manera electrizante, casi sin darnos cuenta, una actividad que nos termina generando, en muchas ocasiones, problemas de salud mental y del sistema nervioso. Habría que saber conciliar la tranquilidad con los quehaceres, pero es complicado.
"Mudarse al océano es algo que deberíamos hacer. Aquí abajo es mucho más tranquilo, no es como la vida en la ciudad, lo que se oye son las olas y el débil sonido de los peces", comenta Rudiger Koch a la AFP, y es que este alemán se mudó hace un par de meses, pero no a un apartamento cualquiera, sino a una cápsula que está conectada a una casa futurista construida sobre las aguas del Mar Caribe, más concretamente en la costa de Puerto Lindo en Portobelo, cerca de Linton Bay Marina. De esta forma, en un habitáculo de apenas 30 metros cuadrados, vive a 11 metros de profundidad.
¿Su objetivo? Romper un récord mundial. Hasta el momento, la persona que más tiempo ha estado bajo el mar sin despresurizar es Joseph Dituri, que vivió durante 100 días en una especie de casa, así que su objetivo es arrebatarle este título. Si todo pasa bien, Koch pasará en el fondo del mar unas 121 jornadas antes de volver a la normalidad, eso sí, no se le ve estresado al protagonista, que asegura estar haciendo una vida normal y haber encontrado una paz sorprendente.
Vivir en 30 metros cuadrados en el fondo del mar
En los 30 metros cuadrados en los que vive tiene varios aparatos e instalaciones primordiales para su vida diaria, como un baño portátil o una cama, pero también dispone de una televisión un ordenador, una bicicleta estática y ventiladores. Además, tiene internet vía satélite y utiliza energía solar, eso sí, la cápsula no se alimenta solo a través de ella, sino que tiene instalado un generador eléctrico. Eso sí, lo que no tiene y más de menos echa el alemán es la ducha.
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"Me levanto a las seis, veo las noticias, trabajo un poco y luego preparo el desayuno para ocuparme de todas las cosas que surgen cada día", explica Koch sobre cómo es un día de su vida en el fondo del mar, en su peculiar casa de forma circular y ventanas que ofrecen vistas de 360 grados, la cual está montada sobre una estructura cilíndrica. Para entrar en ella, se sube por una escalera suspendida o un montacarga, teniendo luego que bajar una pequeña escalera de caracol que desciende a lo largo del cilindro hasta llegar a la cabina sumergida. Todo ello, según afirma el alemán, construido sin impacto medioambiental negativo, de hecho, sus paredes exteriores son de un material parecido a una concha que proporciona un hábitat para corales y peces.
Y a pesar de estar en unas condiciones peculiares, Rudiger considera que no es para tanto. "No es especialmente difícil, no siento que esté sufriendo aquí abajo, aunque lo más difícil es que a veces quiero bucear, reconoce un Koch que comenzó esta aventura el 26 de septiembre y, tal y como le indican los dos relojes digitales de un metro cada uno que cuentan los días, minutos y segundos, emergerá el próximo 24 de enero de 2025. Sin duda es una aventura peculiar, aunque parece que nada traumática.
Miguel Muñoz
(Linares, 1992) Periodista, SEO y redactor en la sección de deportes de la Cadena SER. Graduado en Periodismo...