A vivir que son dos díasLa píldora de Enric González
Sociedad

Humillados y ofendidos

"Da igual que haya cristianos entre los palestinos: parece razonable suponer que hay un componente cultural, llamémoslo racismo si quieren, en nuestra relativa indiferencia ante esa atrocidad cotidiana"

Humillados y ofendidos

Un hombre, al parecer de origen saudí, irrumpe con su coche en un mercadillo navideño alemán. Mata a dos personas y hiere a muchas otras. No sé si se trata de un atentado. Da igual: para millones de personas, el hecho indiscutible será siempre que un musulmán ha atacado una festividad cristiana. Y no por primera vez.

No hace falta bucear mucho tiempo en las alcantarillas digitales para detectar el orden de batalla. De un lado se grita que los inmigrantes y los islamistas (como si fueran casi la misma cosa) constituyen un peligro para la civilización occidental. De otro lado se responde, a gritos, que nadie está tan oprimido como los musulmanes, y se esgrime la matanza en Gaza. Da igual que haya cristianos entre los palestinos: parece razonable suponer que hay un componente cultural, llamémoslo racismo si quieren, en nuestra relativa indiferencia ante esa atrocidad cotidiana.

Y desde el flanco judío (más que de religiones, hablamos de algo parecido al nacionalismo) se denuncia una oleada mundial de antisemitismo, esa palabra que vale para casi todo.

Lo que antes se llamaba Twitter y últimamente X es ahora mismo una verbena de odio y resentimiento, un desfile de humillados y ofendidos que claman venganza. Ya saben que esa red pertenece a Elon Musk, el hombre más rico del mundo, el tipo que parece haber asumido la copresidencia de Estados Unidos junto a Donald Trump, el personaje que podría pasar por un malvado de opereta si no fuera tan poderoso.

Créanme: por más que uno se aleje del algoritmo perverso de Musk, el algoritmo acabará encontrándole. Esa red permea los medios informativos, clásicos o nuevos. También sabrán que Musk alienta sin disimulos a las fuerzas de ultraderecha, incluyendo a las alemanas, cargadas de resabios neonazis.

El furor digital no deja de crecer. Todos humillados, todos ofendidos. Mal asunto.

Me llamo Enric González. Les deseo una feliz Navidad y, ya puestos, suerte en la lotería.