Celebremos el nacimiento de Jesús, el palestino

Madrid

En tiempo de Herodes, rey de Judea, Dios pensó que debía encarnarse en un niño palestino. Envió al ángel Gabriel en busca de una virgen llamada María y le pidió que concibiese en su vientre a Jesús. Lo más normal es que María, comprometida ya con José, hubiera dicho que no. La verdad es que era meterse en un lío. Virgen, embarazada y madre de Dios. Déjame de locuras, pudo decir. Pero aceptó contra las tentaciones de la comodidad. No quiso ser indiferente. El derecho a disentir, el compromiso con la propia conciencia, es uno de los valores más importantes del ser humano.

El otro gran valor es el compromiso con los demás, el abrazo que nos hace cuidarnos y vivir en comunidad ante los peligros del destino. María se acordó de Isabel, la esposa de Zacarías, una mujer estéril y ya muy entrada en años. El ángel le había anunciado también que iba a ser madre de un niño llamado Juan. Así que subió la montaña, la buscó y consiguió que sus vientres celebraran juntos la vida. Sus hijos iban a trabajar en favor de los más pobres de la tierra.

Nos lo ha contado Lucas en su evangelio. Una historia de mujeres que se negaron a la indiferencia para defender que la solidaridad rebelde es el valor que nos hace humanos. Les deseo a todos ustedes una buena noche. Vamos a celebrar el nacimiento de Jesús, el palestino.