Pola Oloixarac, escritora: "Las cancelaciones del feminismo radical acaban beneficiando a algunos hombres, ahí tenemos a Donald Trump"
La escritora argentina reflexiona en un libro, 'Bad hombre', sobre la cultura de la cancelación: denuncias falsas contra hombres inocentes. Un conjunto de historias reales con las que pretende advertir de "un feminismo puritano y woke en crisis"
Denuncias falsas contra hombres inocentes. La escritora Pola Oloixarac reflexiona sobre la cultura de la cancelación
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2024 ha estado marcado, en buena parte, por un resurgir del movimiento #MeToo en la Cultura. Hombres como Carlos Vermut, Ramón Paso o Eduard Cortés han sido denunciados por decenas de mujeres por haber cometido, presuntamente, algún tipo de agresión o intimidación sexual hacia ellas. El MeToo ha llegado a la música, con Puff Daddy, también conocido como Sean ‘Diddy’ Combs, durante décadas uno de los nombres más poderosos de la industria musical, ahora se encuentra en una cárcel de Nueva York acusado de violación, agresión sexual, trafico de personas y otros cargos en más de un centenar de demandas. Es el caso más sonado, no el único, a nivel internacional. En España tenemos el ejemplo de Ayax y Prok, dos raperos acusados de abuso sexual por las de 80 mujeres. Denuncias que en la mayoría de casos se realizan a través de las redes sociales, Instagram sobre todo, muchas de ellas de forma anónima.
Para algunos hombres, esto es "una caza de brujas", decía Ayax en sus redes sociales. Coincide con él Aldo Comas, actor y marido de la también actriz Macarena Gómez, que afirma conocer a "miles de hombres acusados injustamente, sin prueba alguna y a los que se les está arruinando la carrera". "Que pare ya este movimiento", concluía Gómez. Unas declaraciones criticadas con mucha virulencia en las redes sociales, aunque la actriz no se retractó, insistiendo en que las víctimas acudan a la policía y no a las redes sociales. No es tan fácil acudir a la justicia, a veces por miedo, otras por indefensión, también por la revictimización de las víctimas, que nos explicaban en La Hora Extra Ariana Martínez y Mónica Miranda, las protagonistas de The Shit Show, una obra sobre el caso Harvey Weinstein.
Pola Oloixarac es escritora, nació en Argentina y reside desde hace años en Barcelona. Suelen definirla como polémica, aunque ella responde que la realidad en la que vive, la época y la cultura que atravesamos, viene hacia ella y le gusta escribir y "armar discusiones" en torno a ellas, son su musa. La última la ha armado en Bad hombre (Random House), una novela en torno a la cultura de la cancelación de la que estamos hablando. Un conjunto de historias reales, que empezó a recoger antes de que estallara el MeToo en Estados Unidos y que publica justo ahora, tras el caso Errejón por el que tanto le han preguntado. Nosotros le hemos prometido no hacerlo, antes de comenzar la entrevista, aunque la autora no ha resistido a sacarlo. La transcripción es un resumen de la entrevista.
"Bad hombre" es como Donald Trump llamaba a los inmigrantes latinoamericanos que trataban de cruzar la frontera. "Tenemos algunos 'bad hombres' aquí y los vamos a expulsar". ("We have some bad hombres here, and we're going to get them out"), dijo en campaña, convirtiendo la expresión en viral. Bad hombre, de Oloixarac, empieza así: "Esta es una historia real y, como tal, debe incluir una confesión. Entre 2016 y 2018 fui contactada por distintas mujeres para que las ayudara con una tarea muy específica: querían arruinarles la vida a ciertos hombres".
Dices que Bad hombre no es una novela gótica o de terror, un género muy explotado en Latinoamérica, pero sí describes una situación terrorífica para muchos hombres y mujeres.
Pola: Sí, para mí fue muy fuerte encontrarme con estas historias. Son todas historias reales, de acusaciones terribles de que uno era un violador serial o que había una situación de de violencia de género. Y, además, se me pedía que tomara parte, que yo también me sumara a ese castigo, porque teníamos que hacer justicia. Era el momento de abajo el patriarcado, todas juntas, un momento pico del Metoo, que tuvo que ver con la creación de esta cultura de la cancelación. Un momento en el que yo la palabra cancelación no la conocía, porque una de las historias empieza en febrero de 2017, antes. Para mí fue súper interesante primero esta interpelación a sumarte a un castigo y, por otro lado, porque a mí me importan mucho los derechos de las mujeres y me parecía raro que nadie me quería decir qué había pasado. Yo preguntaba dónde estaban las víctimas y cómo las podíamos ayudar, pero me decían que no, que hay que proteger a las víctimas, por eso no te podemos decir nada. De alguna manera me obligaron a ponerme en un rol de de detective y a la vez de periodista para entender qué había pasado. Ahí empiezo a ordenar las historias, a hablar con un montón de gente para entender estas historias de amor que habían terminado tan mal, al punto de que estos hombres tenían que ser extirpados de la sociedad. Y bueno, ese es el germen de este libro.
Tú sufriste una cancelación real, fuiste acusada injustamente de negacionista en Alemania. ¿Esto te empujó a escribir Bad hombre? Si son historias reales, ¿temes que te vuelvan a cancelar por alguien que pueda sentirse aludido o aludida?
No, no tengo miedo que alguien me vuelva a cancelar y sin ficcionar mucho las historias, sí he difuminado ciertos detalles para proteger la privacidad de las personas. Lo que a mí me pasó, que fue fuertísimo, es que una chica me pidió que yo me sumara al castigo, a la cancelación de un hombre. A hacerle un escrache en Facebook porque le había contagiado herpes. No participé, ella se ofendió, me bloqueó y a los meses me entero de que había mandado una carta mezclando una nota mía de la BBC con mi primera novela, diciendo que yo era una negacionista. Una carta que mandó al director de un festival de literatura en Berlín al que me habían invitado, a la cancillería y a los periodistas. Y bueno, para mí, dentro de todo, no fue tan difícil desestimarlo. Pero sí me vi en esta situación, que me parece súper contemporánea, que es que cualquiera puede ser un villano, cualquier persona puede convertirse en el personaje de la novela de otra persona, donde vos quedas como atrapado en un párrafo de otra persona. Y, de pronto, ahí estás llevando escenas o maldades que jamás se te hubieran ocurrido. Y no es tan fácil dejar de ser un personaje de la novela del otro, vos tenés como que gerenciar la verdad. Y eso me pareció una situación súper literaria, donde un personaje tiene que volver a ser un autor. ¿Cómo se hace para salir de ese párrafo que se puede convertir en una novela?
Vivimos en un mundo muy polarizado. Hablas de relaciones de amor que acaban mal y se produce una especie de venganza. ¿Es una pandemia no saber aceptar el rechazo?, ¿no saber gestionar el fracaso?
Bueno, creo que hay algo raro en torno a esa idea de que cualquier cosa puede ser una violencia. Incluso encontré un paper que decía que cuando vos sufrís una violencia emocional, a nivel cerebral es como si hubieras sentido una violencia física. Y es un poco el razonamiento que hace esta chica feminista en la novela, que dice que es una feminista radical. Es como si te dijera que si él me rompe el corazón, es una forma de violación. Y me parece que ahí hay algo importante a desmontar, que tiene que ver con el justiprecio, qué es un delito, qué es una violencia. No sé si tiene que ver con esta hiperpolarización que vos decís, donde parece que una persona tiene que plantarse y terminar de destruir a la otra, como que no pudieran haber separaciones en paz. No sé, es algo muy de nuestro tiempo, que a veces o no podemos gestionar el fracaso o no podemos gestionarla rareza de nuestros propios sentimientos.
Te planteo otra pregunta que también aparece en el libro: ¿se puede gozar sin que te rompan el corazón? ¿Puede una mujer conocerse realmente a sí misma, asomarse al abismo de lo que es capaz, si no le rompen el corazón alguna vez?
Bueno, sí, esa idea me encanta, me fascina la sensación que es un poco nietzscheana. Para poder conocerte a vos misma, necesitas atravesar estos inviernos, necesitas atravesar estos amores que van, que vienen o que desaparecen. Tenés que experimentar esta situación de laceración, porque ahí te puedes conocer a vos misma. Creo que hay algo precioso incluso en esos dolores pasionales y por eso nunca terminé de creer en en el relato de cierto feminismo woke, radical. Es lindo tener un amor que es bárbaro y todo, pero también hay amores tóxicos y la gente se quiere intoxicar, hay como una sed por la intoxicación que me parece hiper humana. Negar eso es negar un deseo, querer extirparlo. Y el hombre que me hizo sentir así, intoxicada, tiene que ser extirpado también. Es complicado, porque esa intoxicación es como un viaje de ayahuasca. No sé, es como que te conociste a vos misma. Me parece interesante pensar el deseo como este agujero donde te vas y te perdés y no sabes en realidad lo que vas a encontrar. Y quizás lo que vas a encontrar es este monstruo en el que te convertiste y que, en este caso, es capaz de destruir la vida de los hombres con la ayuda de las redes sociales.
¿En qué momento se encuentra hoy el feminismo? ¿Qué es eso del feminismo woke del que hablas?
Mira, yo creo que hay muchas oleadas de feminismo y creo que la última oleada tuvo que ver con un fenómeno de importación de temas de Estados Unidos. Me parece que hubo un feminismo muy norteamericano, muy puritano, al que llamamos woke, que tenía que ver con esta situación como de ponerse en un banquito más arriba de los demás, con cierta superioridad moral y decir no, esta manera de enamorarse no va, este tipo de relación no va. O sea, los hombres son en esencia todos violadores. Las mujeres son esencialmente todas víctimas. Ahí hay una situación muy problemática, porque estas cosas que quizá funcionan a nivel de la teoría, las estás bajando a una práctica masiva. Si yo digo que todos los hombres son violadores, de alguna manera les estoy quitando agencia a los hombres que no violan a nadie. Son cosas complicadas que tienen que ver con esta idea de este feminismo súper radical. Me parece que, además, el problema es que ese feminismo radical tuvo que ver con esta ola de cancelaciones. Y luego lo que genera es que hay un montón de chicos que se vuelven súper reaccionarios en torno a eso y dicen no, yo todo lo contrario al feminismo. Así que me parece que ahí el feminismo, este último feminismo radical, woke y súper puritano, importado de Estados Unidos, ahora entró en crisis. Entró en crisis también por la manera en la que Trump ganó en Estados Unidos. Y me parece que es un momento interesante para criticar qué funcionó y qué no. Para mí, las cancelaciones no son algo que le sirvan al feminismo ni a las mujeres, porque te hacen sentir como que la justicia está en un lugar que está fuera de la justicia, ¿entendés? Y además termina siendo siempre utilizado por el poder político, en vez de mejorar nuestras relaciones con las instituciones para que, efectivamente, nos protejan cuando se cometen delitos. Ahora aparecen estas formas de hacer justicia en horda, que son mucho más complicadas.
Cerramos un año con numerosas denuncias en las redes sociales, en "esas trincheras online" que escribes. Sin embargo, según los datos del Ministerio de Igualdad, aquí en España, las denuncias falsas de violencia machista son solo un 0,008%. Cómo has dado con todos estos casos de denuncias sin pruebas, de hombres cancelados injustamente, ¿los has buscado o te los has cruzado? Y no sé si abordar estos temas, estos grises donde no todo es blanco ni negro, solo se puede hacer desde la literatura.
No sé cuáles son los números en España. Sé que la situación de la violencia contra las mujeres es grave, es grave aquí, es grave en Italia y es grave en Argentina, por decir países que conozco, en estos países que tienen esta raigambre católica. Yo no tengo números de cuáles son las denuncias falsas. Yo lo que te puedo decir es que a mí me pasó, que se me acercaron estas mujeres, que yo conocí de primera mano y que entré en un proceso extraño de entender qué era lo que había pasado. Y lo que yo encontré era que eran hombres inocentes. Yo no soy una investigadora, yo soy una escritora a la que le han pasado estas cosas, que una tipa me viene a cancelar o que vienen otras personas a decirme que hay un tipo que es un violador serial y luego lo investigo y me doy cuenta de que no, de que se lo querían sacar de encima. Además, somos seres humanos y mentimos, me parece relevante porque la violencia existe y también la mentira existe, así que siempre alguna situación va a ser falsa. A mí me impresionaron estos casos de estos hombres y me doy cuenta también de que era un tema del que no se podía hablar, un tema súper tabú, ¿cómo te metes en estas cosas? Bueno, a mí me parece que es interesante justamente por eso, porque es algo de lo que no hablamos y que, sin embargo, sí hay un montón de casos como este que yo cuento y que tienen que ver con la pasión que toma otros canales.
Son mujeres que te invitaban a formar parte del castigo y dices que sentías la atracción del contagio y del secreto. ¿Qué es eso?
Claro, porque a mí me importa la defensa de las mujeres, me parecían acusaciones gravísimas, me preocupaban un montón. ¿Qué hacemos? Vamos a denunciar a la policía, No, no, no podemos denunciar a la policía. De hecho, ninguno de los casos que yo comento incluye denuncias policiales, sino que justamente se basan en la idea de que la justicia no sirve, así que vamos a hacer justicia de otra manera y lo vamos a hacer a través de redes sociales o a través de estas cancelaciones silenciosas, haciendo llamadas, mandando cartas, como impidiendo que estas personas lleven adelante una vida profesional. Son personas que no van a la justicia. No sé, habría que hacer otro libro investigando cuáles son los casos de la gente que sí va a la justicia y qué problemas tiene.