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Luca Guadagnino: "Solo teniendo libertad podremos quizás algún día quemar las superestructuras que nos encierran como sociedad"

El director italiano adapta 'Queer', la novela de William S. Burroughs en una película sensorial, lisérgica e hipnótica protagonizada por Daniel Craig

Luca Guadagnino y Daniel Craig presentan 'Queer' (Photo by Ben Whitley/PA Images via Getty Images) / Ben Whitley - PA Images

Luca Guadagnino y Daniel Craig presentan 'Queer' (Photo by Ben Whitley/PA Images via Getty Images)

Madrid

Fue Luca Guadagnino un niño gay que se arropó de todas las historias bellas y dolorosas que tuvo a su alcance. Una de esas historias, que le sacudieron, que le permitieron ser y existir, fue Marica, la novela del escritor americano William S Borroghs, el polémico exponente de la generación beat, junto a Allen Ginsberg o Jack Querua. Un chico de Palermo, solitario y megalómano, que soñaba con construir mundos en el cine en Queer. "Creo que el libro me cambió para siempre. Para ser leal a ese joven que fui algún día tenía que llevarlo a la pantalla", dijo en Venecia, festival donde se cumplió con el sueño de aquel niño y presentó la adaptación de su amada novela.

"Cuando leí el libro por primera vez, hubo dos cosas que me impresionaron profundamente", nos dice en una entrevista en la Cadena SER sobre las razones por las que ese libro consiguió cambiarle la vida. "Una es la historia de amor que está en el centro del libro, que podríamos decir está escondida, porque no es una historia de amor aparente, más bien hay un baile entre los dos personajes que se escapan, se encuentran, escapan y se reencuentran hasta que se pierden, pero siempre están juntos en su conciencia". Se refiere a ese ir y venir de encuentros sexuales, paseos y escasas conversaciones entre William, un trasunto del propio escritor, y un joven silencioso, del que se enamora profundamente en el México de los cincuenta. "Por otro lado, me impresionó sobre todo el lenguaje de William Burroughs, la manera en la que construye su historia desde el punto de vista lingüístico. Es su segundo libro, que sigue a Yonki, y desarrolla todo su experimentalismo, que luego se convertirá en ese canon de lenguaje complicado y roto que ya estará en su libros posteriores como El almuerzo desnudo o Los chicos salvaje", explica sobre la literatura de un escritor considerado de culto.

Ese lenguaje al que hace referencia Guadagnino, lisérgico en algunas ocasiones, crítptico en otras, hacen complicada la traslación de esta historia de amantes fantasmagóricos a imágenes. Sin embargo, esa es una de las cosas que mejor sabe hacer el director italiano, que ya salió triunfante de la adaptación de Call me by your name, la novela de André Aciman. "Cuando leímos el libro, tanto Justin Kuritzkes, el guionista, como yo, sentíamos curiosidad por saber lo que quería decir el libro sobre William Lee y Eugene Allerton, y comprendimos que en realidad el personaje de Eugene no es un amante, sino que en realidad él mismo es el amante y si de algo se escapa es de sí mismo, no de William. Ahí comprendimos de inmediato que se trataba de una historia de amor", explica sobre la relación entre los dos personajes protagonistas.

Daniel Craig, imagen de la masculinidad más hegemónica tras su papel de James Bond, interpreta a William Lee es un tipo enganchado a la heroína, al sexo y a las relaciones. Más bien, enganchado a que le quieran. Casado, pero gay, perseguido por el escándalo y el delito, si tenemos en cuenta que mató a su mujer de un tiro en la cabeza, cuando una noche de borrachero jugaban a emular a Guillermo Tell., algo que hizo el propio escritor. En la novela rememora su paso por México y su obsesión por probar la ayahuasca, una droga que, según sus lecturas, usaban los rusos para esclavizar a los trabajadores. Es ahí cuando se obsesiona por la belleza de un joven, a quien interpreta Drew Starkey. La película tiene otros cameos cinéfilos, como el de la genial actriz Lesly Manville o de los directores David Lowery y Lisandro Alonso.

Guadagnino se lleva a su terreno la novela y propone un personaje mucho más tierno y frágil, un tipo que trata de ser fiel a sí mismo, tarea para la que necesita el alcohol y los estupefacientes. La historia de alguien que se busca a sí mismo, pero no se encuentra, que busca el amor, pero también lo rechaza. Quizá lo más curioso es que el director le da un final distinto a la historia de amor. "Cuando el libro termina en la jungla, pensamos en que para ser fieles al amor que estaba presente en el libro y a la forma en que William Burroughs había querido contar esa historia de amor, era necesario que los enamorados pudieran fusionarse en la experiencia de la droga de la ayahuasca. Y así fue como decidimos terminal el filme y combinarlo con la parte que se había quedado en la jungla con el final". Así vemos escenas donde los cuerpos aparecen cortados, las paredes teñidas de rojo y los personajes en una esquina del plano, emulando esos cuadros de Chirico, donde la pintura se vuelve metafísica.

Borroughs huyó de Estados Unidos para poder vivir libremente en México. Es un momento curioso de la historia del país, pues vivía una época de esplendor intelectual, con artistas como Frida Kahlo o Luis Buñuel, uno de los tantos exiliados españoles por la dictadura, que allí estrenó en 1950 Los olvidados. El director de Cegados por el sol prefiere alejarse del realismo para acercarse a lo sensorial. Evita la referencia histórica, en la imagen, en el decorado y en la banda sonora, compuesta por Trent Reznor y Atticus Ross, que funciona con un elemento narrativo más, y que tiene excentricidades como una canción de Nirvana o de New Order, así como un precioso final cantado por Caetano Veloso. Lo sensorial es lo que importa.

Una historia que, como muchas de sus películas, nos habla de libertad. "Creo que la libertad más importante para mí es la la libertad interior de cada uno de nosotros. Solo adquiriendo una forma de libertad interior frente a nuestra propia represión podremos quizás algún día quemar las superestructuras que nos encierran como sociedad", decía el director, que evitaba hacer paralelismo entre ese Estados Unidos, del que huían los intelectuales por falta de libertad, y el actual, donde se censuran libros y la moral religiosa crece cada vez más. "No creo que el libro trate de eso, desde luego no lo hace la película. No vemos ni siquiera a Estado Unidos en el filme. Pero sí es cierto que la sociedad americana de hoy es una sociedad en crisis, es una sociedad que, en este momento especialmente se enfrenta a un punto muerto muy grave".

Hay algo en Queer que nos remite a Dolor y Gloria. Son películas completamente diferentes, pero ambos directores han contado en ellas sus dolores más íntimos. Uno desde la madurez mirando al pasado, llorando por todo aquello que ya no volverá y por el duelo a una madre y a la juventud. El otro, mirando a una infancia nostálgica y cumpliendo una deuda pendiente, la de llevar relatos queer a otros niños del futuro. "Me encanta Pedro. Es uno de los directores que más me han impresionaron, al que siempre vuelvo. Es un gran director, un gran autor. Ha creado un universo que se resume en un adjetivo, almodovariano. No sé si nuestros mundos cinematográficos son similares o si están cercas, simplemente me encanta", nos dice el director que en Venecia se escapó para ver La habitación de al lado. Almodóvar, de hecho, también fue a ver Queer, junto a una amiga en común, Tilda Swinton.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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