Un brindis por mi vieja amiga: la política

Madrid

Feliz Noche Vieja y año nuevo a todos los oyentes. Que las cenas con familiares y amigos vayan bien. Pero oigo con un poco de pena algunas consideraciones sobre la conveniencia de hablar de política en las mesas navideñas.

Vivimos tiempos en los que cualquier ocasión sirve para desprestigiar a la política, esa amiga que tiene la sociedad para resolver sus problemas de manera democrática y pacífica. Yo me hice amigo de la política en los años 70, mientras me preparaba con García Lorca y Machado para entrar en la Universidad.

España intentaba salir de una larguísima y terrible dictadura. Por eso nos hicimos amigos y confío en ella para discutir de educación, sanidad, economía o derechos laborales. Y por eso me da lástima verla tan desprestigiada, como una mala mujer dispuesta a engañarnos.

Yo desconfío, eso sí, de la mala gente, de las personas que te engañan o insultan, ya sea hablando de política, negocios, equipos de fútbol, trabajos o herencias familiares. Quien no sabe hablar, quien se crispa, quien se cree que se las sabe todas, incluso cuando habla de lo que no sabe, es el problema. Sí, nosotros podemos ser el problema, no la pobre política, esforzada todavía en mantener una convivencia constitucional basada en la libertad, la igualdad y el respeto.

El peligro está en la gente empeñada en romper la convivencia familiar para quedarse con cualquier herencia posible. Por eso, me voy a permitir el lujo, hoy 31 de diciembre, de levantar una copa de cava y brindar con todos ustedes por mi vieja amiga: la política.

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