Internacional

Diez años de 'Charlie Hebdo' a prueba de balas

El impacto de esta masacre fue mundial, con millones de personas saliendo a las calles de París y toda Francia bajo el lema Yo soy Charlie

Portada de la revista 'Charlie Hebdo' para conmemorar los diez años del atentado en su redacción.

Portada de la revista 'Charlie Hebdo' para conmemorar los diez años del atentado en su redacción.

París

El dibujo de la portada del número especial de Charlie Hebdo por el décimo aniversario de los atentados, firmado por su director Riss, es el mejor ejemplo de la resistencia de este semanario y del termómetro sobre la libertad de expresión y la sátira. Un joven lector está sentado encima de un fusil de asalto riéndose con el número especial en las manos. Y el titular es: “Increvable”. O sea, a prueba de bombas o de balas. De esta manera, los supervivientes de la matanza del 7 de enero de 2015 y los nuevos colaboradores reivindican su labor para afrontar unos tiempos que, en según qué cosas, han empeorado respecto a hace diez años.

“Diez años después, 'Charlie Hebdo' sigue estando aquí; las causas del drama también así como la determinación de la publicación”, escribe Riss en el editorial. “La situación geopolítica ha evolucionado, incluso se ha degradado”, añade. Y, en este sentido, continúa: “hoy, los valores de 'Charlie Hebdo', como el humor, la sátira, la libertad de expresión, la ecología, la laicidad, el feminismo, por solo citar algunos, nunca han estado tan cuestionados. Quizás la democracia por si mismo se encuentra amenazada por nuevas fuerzas oscurantistas”. Aunque, justo después, Riss le contrapone su antídoto: “La sátira posee una virtud que nos ha ayudado a atravesar estos años trágicos: el optimismo. Si se tiene ganas de reír, quiere decir que se tiene ganas de vivir. La risa, la ironía, la caricatura son manifestaciones de optimismo”.

No era nada fácil después de que ese trágico día los hermanos Saïd y Chérif Kouachi, parisinos criados no lejos del lugar, asaltaran el edificio del pasaje Nicolas Appert del undécimo distrito de la ciudad para subir hasta la planta de la revista y matar a ocho de sus trabajadores, entre ellos, figuras del dibujo político francés como Cabu, Honoré, Tignous y Wolinski y el propio director Charb, el día del consejo de redacción. Por el camino, asesinaron a otras tres personas del inmueble de oficinas y unas cuantas calles más allá al policía Ahmed Merabet, que trataba de detenerlos. Todo ello por portadas y caricaturas con Mahoma, que se reía a su vez de los islamistas.

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El impacto de esta masacre fue mundial, y puso el interrogante sobre una posible marcha atrás en estas y otras blasfemias sobre la religión en el país de los derechos humanos. Millones de personas salieron a la calle en París y toda Francia bajo el lema Yo soy Charlie. Diez años después, seguramente no habría tanta unanimidad porque las posiciones se han polarizado aún más, con una derecha cada vez más absorbida por la islamofobia de la extrema derecha y una izquierda acusándose mutuamente de estigmatizar a los musulmanes o de ser demasiado tolerantes con el islamismo. Porque después de 'Charlie Hebdo' se sucedieron atentados aún mayores, como el de la sala de conciertos parisina del Bataclan diez meses más tarde.

Como ceremonia de recogimiento, este martes el presidente francés, Emmanuel Macron, y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, acompañados de los actuales miembros de la redacción y familiares, rindieron un sobrio homenaje a las víctimas delante de la antigua sede del semanario pronunciando su nombre y depositando ramos de flores. También para Simon Fieschi, el webmaster de 'Charlie Hebdo' que acabó sucumbiendo el octubre pasado a las consecuencias de sus heridas del atentado. Más tarde, las autoridades se trasladaron a la puerta de Vincennes, en el sur de París, para rendir también homenaje a los cuatro muertos en el supermercado judío Hyper Cacher, en otro atentado dos días después cometido por Amedy Coulibaly. Y este miércoles habrá un último homenaje a la policía municipal Clarissa Jean-Philippe, que falleció a manos del propio Coulibaly el día antes en Montrouge, al noroeste de París.

En el acto en la antigua sede de la revista, una de las hijas del octogenario dibujante asesinado Wolinski, Elsa Wolinski, explicaba a la televisión pública francesa que era su primera visita al lugar: “Quizás yo empiezo el duelo estando ahora aquí. Siempre tuve miedo de volver. Quizás, el hecho de encontrarse con los otros haga que descubramos que nos hemos convertido en una familia”. Mientras que su hermana, Natacha Wolinski, decía igual de emocionada: “Es un momento muy ambivalente. Hay una necesidad de estar aquí como necesidad ciudadana, con toda la gente que nos acompaña. Y, al mismo tiempo, hay una rasgadura terrible”.

Los redactores y dibujantes de 'Charlie Hebdo' continúan por su parte su combate con lapiceros. En una encuesta de IFOP para la Fundación Jean-Jaurés que publican en este número especial, se comprueba que el 76% de los franceses están a favor de que las caricaturas formen parte de la libertad de expresión, es decir un 18% más que un mismo sondeo en 2012. Incluso lo aprueban un 53% de musulmanes y un 59% de católicos. La revista, además, reproduce una cuarentena de caricaturas de un concurso para reírse de Dios recibidas de todo el mundo. En una de ellas, procedente de Gaza, en medio de las ruinas, una madre le dice a su hijo: “un Dios aún, pero con tres éste acaba siendo el resultado”.

 
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