La ciencia demuestra que las hormigas ganan a los humanos si se trata de esta característica común
Existen más de 12.000 especies distintas de este tipo de insecto
Las hormigas, esos pequeños insectos que a menudo pasan desapercibidos, son en realidad unas de las criaturas más fascinantes y exitosas del planeta. Con más de 12.000 especies conocidas y una presencia en casi todos los ecosistemas terrestres, las hormigas han desarrollado una serie de habilidades y comportamientos que las convierten en verdaderas maestras de la cooperación y la supervivencia.
Cualquiera que haya tenido que lidiar con este tipo de insectos, sabe que son criaturas extremadamente sociales; es raro ver una sola.
Los seres humanos también somos seres sociales, aunque algunos de nosotros disfrutamos de la soledad. Las hormigas y los humanos son las únicas criaturas en la naturaleza que cooperan constantemente para transportar cargas que superan con creces sus propias dimensiones.
El profesor Ofer Feinerman y su equipo del Instituto Weizmann de Ciencias aprovecharon esta característica común para llevar a cabo una intrigante competencia evolutiva que plantea la siguiente pregunta: ¿quién será mejor en maniobrar una gran carga a través de un laberinto? Los sorprendentes resultados, publicados en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS), arrojan nueva luz sobre la toma de decisiones en grupo, así como sobre las ventajas y desventajas de la cooperación frente a la acción individual.
Hormigas vs humanos
Para comparar dos especies tan diferentes, el equipo de investigación liderado por Tabea Dreyer diseñó una versión real del "rompecabezas del piano", un problema clásico en los campos de la planificación del movimiento y la robótica que trata sobre cómo mover un objeto de forma inusual (como un piano) del punto A al punto B en un entorno complejo.
En lugar de un piano, los participantes recibieron un gran objeto en forma de T que debían maniobrar a través de un espacio rectangular dividido en tres cámaras conectadas por dos ranuras estrechas, según informa el Instituto Weizmann de Ciencias.
Los científicos diseñaron dos tipos de laberintos que solo se diferenciaban en tamaño, para que se ajustaran a las dimensiones de las hormigas y los humanos. Reclutar participantes humanos fue más sencillo, ya que se ofrecieron voluntariamente al ser invitados a participar. Las hormigas, en cambio, no son competitivas. Participaron porque se les hizo creer que la pesada carga era un delicioso y comestible bocado que llevaban a su nido.
Las hormigas seleccionadas para competir con los Homo sapiens fueron Paratrechina longicornis. Se les conoce así por sus largas antenas. Esta especie de hormiga negra, de aproximadamente 3 mm de largo, es común en todo el mundo.
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Las hormigas enfrentaron el reto del laberinto en tres combinaciones: una sola hormiga, un pequeño grupo de aproximadamente siete hormigas y un grupo grande de alrededor de 80 hormigas. Los humanos, por su parte, realizaron la tarea en tres configuraciones similares: una sola persona, un pequeño grupo de seis a nueve individuos y un grupo grande de 26 personas.
Para que la comparación fuera lo más precisa posible, en algunos casos se pidió a los grupos de personas que evitaran comunicarse mediante el habla o gestos, e incluso que usaran máscaras quirúrgicas y gafas de sol para ocultar la boca y los ojos. Además, se solicitó a los participantes humanos que sostuvieran la carga únicamente por mangos diseñados para simular la forma en que las hormigas la sostienen. Estos mangos contenían manómetros que medían la fuerza de tracción aplicada por cada persona durante el intento.
Los científicos realizaron el experimento en múltiples ocasiones para cada combinación y luego examinaron minuciosamente los videos y todos los datos avanzados de seguimiento utilizando simulaciones por computadora y diversos modelos físicos.
Como era de esperar, las habilidades cognitivas de los humanos les otorgaron una ventaja en el desafío individual, donde emplearon una planificación estratégica calculada, superando sin dificultad a las hormigas.
No obstante, en el desafío grupal, el panorama fue completamente distinto, especialmente para los grupos más numerosos. Los grupos de hormigas no sólo se desempeñaron mejor que las hormigas individuales, sino que en algunos casos se desempeñaron mejor que los humanos.
Trabajaron juntas de manera calculada y estratégica, demostrando una memoria colectiva que les permitió mantener una dirección específica de movimiento y evitar errores repetidos.
Los humanos, en cambio, no lograron mejorar significativamente su rendimiento al trabajar en grupo. Cuando se restringió la comunicación entre los miembros del grupo para asemejarse a la de las hormigas, su rendimiento disminuyó. Los humanos tendían a elegir soluciones "codiciosas" que parecían atractivas a corto plazo pero no beneficiosas a largo plazo, y según los investigadores, optaban por el mínimo común denominador.
"Una colonia de hormigas es, en esencia, una familia," comenta Feinerman. "Todas las hormigas del hormiguero son hermanas y comparten intereses comunes. Es una sociedad muy cohesionada donde la cooperación prevalece sobre la competencia. Por eso, a menudo se dice que una colonia de hormigas es un superorganismo, una especie de cuerpo vivo compuesto por múltiples 'células' que colaboran entre sí", concluye.