Ana Morgade sobre la nueva forma de hacer comedia: "Yo soy partidaria de las personas que improvisan"

Ana María Morgade Pérez puede presumir de ser una de las humoristas más reconocidas de nuestro país. Presentadora, actriz, humorista... Ha participado en programas icónicos como Zapeando, El Hormiguero, Buenafuente o El club de la comedia. Siempre ha destacado por su frescura y su capacidad de improvisar a la hora de hacer humor. Como en otros ámbitos de nuestra sociedad, la forma de hacer comedia también ha cambiado, Ana ha opinado sobre ello: "Ahora hay una faceta del humor en el que el cómico o la cómica interactúa mucho con el público... Yo reconozco que hay un riesgo muy grande, que mola mucho y que tiene que ver con abrazar lo imprevisible. Hay gente que ha hecho de eso un arte, o sea Juan Dávila llena estadios en minutos con eso, con lo cual lo está haciendo muy bien desde luego. Sí es cierto que en el momento en que tú pones todo el peso del contenido en el público nunca vas a tener ningún control sobre que cuentas, entonces depende mucho también de qué tipo de espectáculos quieras hacer", apuntaba.

Más de veinte años en la profesión le han dado a la cómica madrileña la potestad para saber que tipo de humor engancha más al espectador, sobre todo en televisión. Su zona de confort siempre han sido los monólogos previamente preparados, aunque nunca ha dudado en jugar con la improvisación: "A veces en la comedia cuando entras a improvisar entras con las normas establecidas. Yo soy partidaria de las personas que improvisan como improvisan los futbolistas, es decir, tú no puedes ensayarte un partido, pero tú tienes que ser el mejor jugador posible cuando entras al campo. Si entras con actitud de solteros contra casados pues no te mereces estar en el Barça, entonces piensa qué tipo de jugador quieres ser, aunque no te puedas ensayar el partido".

Raúl le ha preguntado si había vivido alguna situación surrealista mientras actuaba. Ana ha recordado cuándo actuando en una boda acabó en urgencias: "Actué una vez en una boda. Me contrataron los novios como falsa invitada para vacilar a toda la boda... La cosa se desmadró un montón, fue muy divertido, pero acabamos en urgencias porque uno de los invitados que estaba un poquito regulinchi, intentó hacer conmigo el Dirty Dancing. No salió y acabé en el suelo con el pómulo abierto, o sea literalmente se me veía el hueso. Además el pobre muchacho intentó rescatarme en la bajada, con lo cual me enganchó, y yo llevaba una falda con una cinturilla elástica... Aquello salió como funda de chorizo y acabé con el culo al aire y en el suelo con la cara como un mapa de Cerdeña".