Hoy por HoyMeterse en un jardín
Sociedad

Cómo se eligen los árboles de nuestras calles según la zona de España

Las especies cambian mucho según el clima en cada región española

Cada calle de cada ciudad en España se convierte en un viaje a tierras, a veces, muy lejanas. Históricamente, siempre se han buscado aquellas especies que procuraran buena sombra a los viandantes, y si la región era de inviernos fríos, que esos árboles fueran caducos para que dejaran pasar los rayos de sol cuando la temperatura bajaba.

Más información

Las calles arboladas surgieron como una necesidad y también como una manera de ajardinar estos espacios urbanos. Felipe II, por ejemplo, fue un gran artífice de estos ajardinamientos en toda España. No en vano, a este rey se le llama el rey jardinero, por su gran amor por las plantas y los jardines. Los árboles eran una parte importante del amor que Felipe II sentía por la jardinería, y mandó arbolar una gran cantidad de calles y de espacios, además de en los bosques, a través de Cédulas Reales dictadas por él mismo para poblar de árboles los espacios reales y los adyacentes, también para disfrute del pueblo.

Para hacernos una idea de la pasión de Felipe II por los árboles, queda el registro de que, poco antes de su muerte, en Aranjuez había 200.000 ejemplares, muchos plantados bajo la dirección de este rey jardinero. Entonces, los árboles ya venían de otras regiones de la Península Ibérica, como Valencia o Sevilla, como de regiones más distantes de la Corona española, como la flamenca, en lo que actualmente es Bélgica y Países Bajos.

¿Qué tipo de árboles se plantaban en esa época?

Pues muchos eran de las mismas especies que podemos encontrar hoy, como fresnos (Fraxinus spp.), olmos (Ulmus spp.) moreras (Morusspp.) o álamos (Populus spp.). Muchas de estas especies eran autóctonas, que crecen en nuestro propio país.

En Madrid, en siglos posteriores como el XVIII, se plantan las mismas especies, junto a otras como el plátano de sombra (Platanus spp.),pinos (Pinus spp.), árboles del amor (Cercis siliquastrum), cipreses (Cupressus sempervirens)... A día de hoy, todavía muchas de estas especies se mantienen en nuestras calles. Por ejemplo, en Madrid, según la Guía de bolsillo de los árboles de Madrid, de Antonio Morcillo, las cinco especies con mayor número de ejemplares en calles y parques son estas: el plátano de sombra (Platanus x hispanica), de origen asiático, el olmo siberiano (Ulmus pumila), el pino piñonero (Pinuspinea), la acacia del Japón (Styphnolobium japonicum) y la robinia o falsa acacia (Robinia pseudoacacia), proveniente de Estados Unidos. Son las mismas especies dominadoras de muchas de las ciudades de todo el centro de España.

Las especies cambian mucho según el clima en cada región española

En la capital de la isla de El Hierro, en Valverde, me puedo encontrar un drago canario (Dracaena draco) o un pino canario (Pinuscanariensis), mientras que en Cadiz o en Alhaurín de la Torre veo unos ficus de hoja grande (Ficus macrocarpa) o unas ceibas o palos borrachos (Ceiba speciosa) con sus enormes flores rosas.

Las especies que se utilizan en cada ciudad o pueblo dependen del clima que tenga ese núcleo urbano. Si el invierno es frío, habrá que tener especies que resistan esa bajada de temperatura. Si los veranosson muy secos, sin lluvias, y con una humedad ambiental muy baja, la planta tendrá que hacer frente a ese periodo tan duro.

Muchas veces, una especie se ha plantado históricamente en una ciudad, y se mantiene esa tradición de usar esa especie. Un ejemplo sería San Sebastián y sus tarayes o tamariscos (Tamarix gallica), una especie que se comenzó a plantar en el siglo pasado y que tuvo mucho éxito y predicamento. Una de las razones es su resistencia a la brisa marina, que viene cargada de sales, lógicamente.

Árboles se plantan en el norte de España

Pues en Galicia, en Asturias, en País Vasco... se recurre a muchas especies que se ven beneficiadas por la humedad ambiental, como los liquidámbar americanos (Liquidambar styraciflua), los arces europeos (Acer spp.), los tilos (Tilia spp.) o las magnolias (Magnolia grandiflora), también de origen americano, por poner solamente algunos pocos ejemplos. Ayer me comentaba un jardinero de Iturrarán, José Almandoz, cómo en San Sebastián se plantan moreras de hoja grande (Morus kagayamae), una planta con un amplio rango de crecimiento en nuestro país, porque lo puedes encontrar en el Toledo más seco como en el Euskadi más húmedo.

En estas regiones del norte hay una auténtica pasión por las camelias (Camellia japonica cv.), como ocurre en la famosa avenida de las Camelias, en Vigo. Se forman como pequeños arbolitos y son perfectas para arbolado viario.

Árboles en calles de las costas del mediterráneo y del atlántico

Allí cuentan con una ventaja, como es la de poder cultivar especies tropicales y subtropicales, que tienen floraciones muy bellas, algo que ocurre también en las islas Canarias. Antes hemos mencionado la ceiba (Ceiba speciosa), de Sudamérica, pero podríamos decir también una infinidad de ficus (Ficus spp.) diferentes, cultivados por sus grandes copas y sus hojas perennes: Ficus elastica, Ficus benjamina, Ficus macrocarpa, Ficus microcarpa, Ficus rubiginosa... Cada uno de estos ficus tiene una región de crecimiento diferente. Unos provienen de Asia, otros de América, otros incluso de Australia. Pero todos necesitan de temperaturas cálidas para crecer bien.

Un árbol que causa admiración por su floración apabullante es la jacaranda (Jacaranda mimosifolia), que encontramos en calles de Andalucía o de Murcia, por ejemplo. Este árbol sudamericano florece antes de la brotación de las hojas, porque es un árbol que pierde sus hojas durante una parte del año, y sus ramas se convierten en un espectáculo de colores azulados y lilas, una maravilla. Son famosas las fotos de las calles de Argentina y de otros países donde la jacaranda se ha plantado mucho, y lucen increíbles con la floración de esta especie.

¿Y el naranjo amargo que se ve en tantas ciudades de Andalucía y del Levante?

Esta es una de esas especies emblemáticas, que complementa a la perfección la belleza de todas estas ciudades y pueblos. Desde que los árabes introdujeron el naranjo amargo (Citrus x aurantium) en la península ibérica, allá por los siglos X y XI, no ha dejado de cultivarse.

Algo curioso con este árbol es lo poco que se cultiva en otras regiones que podrían tenerlo en sus calles sin problema, pero que por falta de tradición, de costumbre, pues no se hace. Cuando el naranjo amargo está en flor, con sus flores de azahar, o con sus frutos... ¡qué belleza!

Lista de agresiones a los árboles callejeros

Son unos supervivientes, desde luego. No solo han de resistir la contaminación atmosférica, sino también la que se genera en la tierra, con los aceites y los desechos diarios que genera una urbe, donde sus alcorques se convierten en aseos, ceniceros y papeleras. También han de hacer frente a muchos daños mecánicos, producidos por golpes de coches, por rotura de ramas, por maltrato en general. A eso hay que sumarle las podas, que no siempre son coherentes con la anatomía y fisiología de la planta. Tantos problemas... Y ellos, a cambio, nos dan oxígeno, bajan la temperatura de las calles, nos dan sombra, belleza...

¿Qué podemos hacer para valorar más la función del árbol en los pueblos y en las ciudades?

Levantar la mirada cuando hoy se salga de la casa o de la oficina, mirar hacia arriba, hacia las copas de los árboles, para admirar sus ramas, sus hojas, el milagro que es que seres vivos así, tan distintos a nosotros los animales, nos protejan, nos cobijen. Una ciudad sin árboles es horrible, solo puede ser fruto de una pesadilla. Si en pleno mes de agosto tenemos que elegir entre caminar por una calle que tenga árboles y otra que no, estoy seguro que el 100% de las personas preferirían ir por la calle sombreada por las ramas de los árboles.

Una tarea imprescindible, hoy mismo también, es que los niños —ya sean hijos, sobrinos, nietos— aprendan los nombres de los árboles de su vecindario. Una guía de árboles de la ciudad puede ayudar mucho a cambiar la percepción del árbol, pongámosles nombres y aprendamos de dónde vienen, para crear ese nexo de familiaridad y de cariño.

Eduardo Barba

Eduardo Barba

Eduardo Barba Gómez es jardinero, investigador botánico en obras de arte, paisajista y profesor de jardinería....

 
  • Cadena SER

  •  
Programación
Cadena SER

Hoy por Hoy

Àngels Barceló

Comparte

Compartir desde el minuto: 00:00