Hora 25 baja al subsuelo con la Policía Nacional: "Es un medio muy hostil, ahora mismo nos caemos aquí y estamos muertos"
Bajamos a través de las alcantarillas a la red de saneamiento de Madrid para acompañar a la Unidad de Subsuelo de la Policía Nacional durante una inspección

Hora 25 baja al subsuelo con la Policía Nacional: "Es un medio muy hostil, ahora mismo nos caemos aquí y estamos muertos"
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Madrid
Bajo las calles por las que pisamos, las carreteras por las que conducimos o bajo nuestras casas hay un mundo desconocido para casi todos: el subsuelo. Una enorme red de túneles y galerías visitada por muy pocos y vigilada constantemente por la Unidad de Subsuelo y Protección Ambiental de la Policía Nacional. En Hora 25 hemos acompañado a la Policía del Subsuelo a una de sus revisiones por la red de saneamiento de Madrid. Un lugar hostil, oscuro y sucio que compone el sistema por el que discurre toda la lluvia y el agua residual de la ciudad.

"Nuestro trabajo diario es revisar cada día la red, hacer tramos aleatorios verificando que no haya filtraciones de agua, que no haya intrusiones y que todo el tendido de agua y eléctrico esté correcto", explica el agente de la Unidad del Subsuelo, David Santos. Más allá del trabajo rutinario, también hay "dispositivos importantes con personalidades del extranjero, el Presidente o la Casa Real". Los agentes se encargan de revisar toda la zona subterránea antes de cualquier acto que requiera de un dispositivo de seguridad relevante, desde un acto del Presidente del Gobierno a un partido de fútbol.
Para hacer la inspección, nos preparamos junto a los agentes David Santos y José Manuel Merino, con un traje EPI, un casco, guantes, mascarilla, gafas y una linterna. Vamos a bajar a un sitio peligroso que requiere de un material específico de seguridad. Los policías llevan encima un detector de gases que avisa si alcanzamos un nivel tóxico. Además, llevamos colgados unos 'saver', equipos de respiración autónoma con oxígeno para 15 minutos, por si hay que salir a la superficie rápidamente.
Los gases tóxicos y las corrientes de agua, las principales amenazas
Los gases tóxicos son la principal amenaza para los agentes del Subsuelo, junto a las fuertes corrientes del agua. "Tenemos que llevar mucho cuidado porque los días posteriores a que llueva por aquí discurre mucho agua y si te arrastra es mortal". Por eso cuando llueve, los agentes no pueden bajar. Los riesgos son sobre todo físicos, por ejemplo "una caída desde una altura alta", según el agente Merino que explica el riesgo de bajar a "sitios muy profundos" donde a lo mejor se tienen que descolgar en pozos de "20 o 25 metros de profundidad".
El medio es totalmente hostil por la estrechez, por la humedad, el olor, los insectos o las bacterias. La gestión del asco es clave para los agentes que vigilan el subsuelo, precisamente por el olor o por los insectos. "Hay que tener una mentalidad fuerte en ese sentido y entre otras cosas, no tener claustrofobia o no ser aprensivo a los espacios cerrados".
Los agentes tienen que llevarse bien con las ratas, que son habituales en la red de saneamiento. El color del agua es un indicador de la presencia de ratas porque "cuando el agua ya es de color verde o marrón ya es fácil encontrarse con alguna rata". Aunque una buena pista de donde están las ratas tiene que ver con lo que hay en la superficie: "donde hay rata, hay restaurante arriba".
Es muy llamativo también la cantidad de toallitas que hay en la red de saneamiento. Están prácticamente a cada paso, se forman estalactitas de toallitas y las hay incluso por el techo, arrastradas por el agua. Suponen un grave problema porque "todas las toallitas que se tiran por el inodoro acaban ahí, nunca llegan a disolverse, aunque ponga que se pueden tirar por el váter no se pueden tirar, provocan atascos, la red se obstruye, aumenta la cantidad de agua y acaba saliendo a la superficie".

Una estalactita formada por toallitas, en la red de saneamiento de Madrid / Joan Gimeno

Una estalactita formada por toallitas, en la red de saneamiento de Madrid / Joan Gimeno
Es un lugar con un alto nivel de bacterias, "un medio bastante hostil en el que se requiere que cada funcionario esté en sus plenas facultades físicamente y psicológicamente, hay que estar al 100%, si hay alguien que no lo está puede quedarse arriba o en base coordinando".
Toda la red de saneamiento está estructurada de tal manera que el agua pueda discurrir sin provocar inundaciones en la superficie. Es una gran obra de arquitectura con sitios espectaculares como el estanque de tormentas. Un enorme cilindro de unos 15 metros de diámetro y 30 metros de altura situado en el punto central en el que desembocan dos colectores cuando desbordan agua.
El estanque de tormentas es el sitio central, aunque el sitio clave es el colector. Los dos puntos están conectados por un aliviadero en forma de tubo y una enorme escalera de caracol a través de la que llegamos al colector de la M-30, que es como un río con una fortísima corriente de agua que conduce a la depuradora. Por eso es el sitio más peligroso. "Ahora mismo nos caemos aquí y estamos muertos porque nos lleva a la depuradora, la corriente tiene tanta fuerza que arrastra a cualquier persona". "Este es el inicio de todo, el colector es el porqué de todo lo que hemos visto".

Los agentes de la Unidad de Subsuelo, junto a un equipo de Hora 25 en la red de saneamiento de Madrid / Joan Gimeno

Los agentes de la Unidad de Subsuelo, junto a un equipo de Hora 25 en la red de saneamiento de Madrid / Joan Gimeno
En la superficie hay otros tres policías prevenidos ante cualquier imprevisto y preparados para actuar. "Somos equipos cerrados, nos conocemos perfectamente y tiene que haber confianza en el equipo. Tiene que haber mucha complicidad".
El subsuelo es un sitio peligroso y muy exigente para los policías que, aún así, están acostumbrados a lo que no es normal, que es caminar bajo tierra. "Es como si fuera un submundo debajo de Madrid, lo bonito es ver cosas que la gente no va a poder ver nunca. Tenemos esa gran suerte, es un privilegio verlo cada día".
Arriba esperan los otros tres compañeros junto al furgón. Suben todo el material y con ellos salimos a la superficie, enganchados al arnés y al trípode que nos dan seguridad para no caer. Ahí sellan una vez más la tapa de una alcantarilla, entre la mirada de algunos vecinos, extrañados por la presencia de la policía y curiosos por ver a los agentes uniformados con EPIS, mascarillas y guantes.




