De los vaqueros a los coches: la guerra arancelaria entre Trump y la UE provocará que todo sea más caro en las tiendas
Los economistas temen que la guerra de los aranceles solo deje perdedores

Los aranceles de Trump encarecerán el precio de los coches incluso si se fabrican dentro del propio Estados Unidos
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Madrid
Vuelve a amanecer con un día de escalada arancelaria. Cada mañana trae un nuevo susto y el de este miércoles es la respuesta de la UE al castigo que Donald Trump ha impuesto a nuestros productos. Bruselas ha impuesto medidas contra los productos americanos por valor de 26.000 millones de euros.

El gravamen a lo Made in USA se aplicará a mediados de abril y penalizará el acero, el aluminio y los productos agrícolas, textiles y de electrodomésticos para el hogar que se fabriquen en Estados Unidos. La Comisión Europea dice que es una respuesta proporcionada al impuesto que Washington quiere cobrar a los que importan acero o aluminio europeo.
Dentro de unos meses, cuando se acaben las existencias de productos que ya estaban comprados, cuando vayamos a comprar desde unos vaqueros hasta un coche, todo va a ser más caro en las tiendas.
Es decir, que vamos a ser más pobres porque eso será más caro. Es el gran temor de todos los economistas: la guerra arancelaria sólo deja perdedores.

Los aranceles de Trump encarecerán el precio de los coches incluso si se fabrican dentro del propio Estados Unidos
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La guerra de los aranceles entre la UE y Trump no es nueva. Empezó en 2018 durante el primer mandato de Trump, pero ahora se está endureciendo. En aquel momento, Trump alegó problemas de seguridad nacional y el problema de esta escalada es:
- Por una parte, su velocidad. Porque las zancadillas arancelarias se han generalizado en un mes con tiras y aflojas, pero en menos de dos meses afectan ya a los productos de China, México, Canadá y Unión Europea.
- Por otra parte, su tamaño, Porque 26.000 millones en un mes son casi el cuádruple de los que se impusieron durante el primer mandato de Donald Trump entero.
Y eso que Trump ya había avisado: "Vamos a ganar tanto, que vamos a ganar en todos los niveles: vamos a ganar con la economía, vamos a ganar con lo militar, vamos a ganar con la atención médica para nuestros veteranos, vamos a ganar con cada faceta. Vamos a ganar tanto que incluso puede que se cansen de ganar y dirán: 'Por favor, por favor, es demasiado ganar. No podemos soportarlo más, señor presidente. Es demasiado'. Y yo diré: 'No, tenemos que seguir ganando, tenemos que ganar más, vamos a ganar más".

Una amenaza real
La amenaza era real. Ahora hay que medir el impacto de algo que todo el mundo califica de suicidio económico. La sombra de recesión que Trump ha sembrado en la economía está pasando también factura al turismo y las aerolíneas están siendo las que más se resienten.
Las aerolíneas americanas han advertido ya de que van a ingresar menos de lo previsto y de que, en este primer trimestre, no van a cubrir expectativas. American Airlines, Delta Airlines, Southwest Airlines y United Airlines han explicado que los despidos de Trump en la administración y el miedo de los consumidores a la situación económica que viene están frenando el gasto en vacaciones.
El consumo también brilla en nuestro salpicadero económico y este martes cerraron sangrando en Bolsa. También se hunden parques de atracciones (como Disney) o los viajes (como Expedia o Booking). Cuando una familia tiene problemas, lo primero en lo que se recorta son las vacaciones.
Y ese daño al turismo de Donald Trump no se queda ahí. Iberia y la central de reservas Amadeus también cerraron sangrando en Bolsa. Así que, si la primera factura de Trump eran los precios más caros, la segunda pueden ser vacaciones más cortas o inexistentes. El consumo se resiente.




