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Málaga 2025 | El documental que reconstruye la batalla de pícaros por el famoso Caravaggio perdido

Álvaro Longoria dirige 'The Sleeper. El Caravaggio perdido', un docuthriller en el que sigue los movimientos de los marchantes de arte, los historiadores y la familia para hacer negocio con el cuadro

Fotograma de 'The Sleeper. El Caravaggio perdido'

Fotograma de 'The Sleeper. El Caravaggio perdido'

Málaga

En el mundo del arte, un sleeper, es un cuadro durmiente, que ha sido erróneamente atribuidas y acaban vendiéndose por un precio inferior. Eso es lo que le pasó a una familia madrileña Pérez de Castro Méndez que, al mudarse, decidió vender un cuadro que colgaba de su salón y había pertenecido a sus antepasados, durante 198 años, y que en un principio había sido erróneamente atribuido a un miembro del taller de José Ribera. 1500 euros fue el precio de salida en la subasta en Ansorena. Nadie sabía entonces, o eso dicen, que era un Caravaggio perdido, un Ecce Homo. El cineasta Álvaro Longoria llevaba tiempo queriendo hacer algo sobre el mundo del arte y al enterarse de este giro de guion, decidió coger las cámaras e indagar.

"La suerte juega muchas veces un papel en esto. Yo conocía a Jorge Coll, que es el anticuario protagonista, el marchante. Es un tema que me fascina desde hace años, el por qué un cuadro de repente vale mucho o poco. Cuando me enteré, salió el rumor de que había un cuadro perdido en Madrid que podía ser un Caravaggio. Le llamé y me dijo, es posible que yo me quede con el cuadro. Y me abrió las puertas porque confiaba en mí. Y la verdad es que eso fue la clave, porque claro, he podido traspasar la barrera y meterme dentro desde el principio. Con la familia, con los compradores, eso es clave para este tipo de historias", explica el director y productor. El resultado es The Sleeper. El Caravaggio perdido, un documental que se ha presentado en el Festival de Málaga y que llega a cines en mayo. En él, sigue a la familia, a los marchantes, a los historiadores de arte y a los periodistas para, a modo de thriller, contar una historia única en el mercado del arte.

"Es un mundo increíble, fascinante. Me he quedado alucinado porque se juegan muchísimo dinero con obras que no se sabe si son o no son verdaderas. Y todo se basa en una serie de personas que van a restaurarlo o a certificarlo, o a conseguir venderlo o comprarlo. O sea, es un mercado muy pequeño, pero donde se juegan mucho dinero y donde todo el rato tienes esta sensación de que no te estás enterando bien de lo que está pasando. Para mí siempre es la cosa más curiosa es que quién decide si un cuadro es verdadero o no. Esa es la primera pregunta que haría cualquier espectador", dice Longoria, que sitúa en el centro de toda esta partida de ajedrez a Jorge Coll.

El dueño de la casa Colnaghi, con sedes en Londres, Nueva York, Venecia y Madrid, uno de los mayores anticuarios del mundo, fue el elegido por los Pérez de Castro como portavoz y gestor de la restauración, atribución y venta de Ecce Homo. "Aquí hay picaresca por todos lados. Desde luego, nuestro protagonista, Jorge Coll, es un pícaro, el pícaro puro. Todos los marchantes, los italianos también tienen esa pinta. Están acostumbrados a moverse ahí en la barrera de lo que está bien, lo que está mal o a tomar grandes riesgos. Tienen que saber moverse, las técnicas de venta me parecen fascinantes", cuenta.

Internet y la prensa jugaron un papel clave. Los marchantes italianos descubrieron el cuadro y enseguida pensaron en que podría ser del maestro italiano. Los grupos de WhatsApp echaban humo y todos querían venir a Madrid a ver al sleeper y a intentar hacerse con él. "Hace 20 años se hubiese vendido por 1.500 € pero ahora, en el momento en que en Italia lo ven y se dan cuenta, empiezan a pasarse whatsapps entre todos. Esa locura de los whatsapps que vienen y van hace que se forme una especie de cacería, una locura donde todos los días desde Italia se cogen un avión y se plantan en Madrid con un cheque. Es una locura. Pero es verdad que la prensa lo convierte en gran historia y es fundamental para generar la leyenda del cuadro", admite.

Jaime Mato, responsable de la casa de subastas, y la familia dueña del cuadro habían recibido ofertas millonarias que hicieron saltar todas las alarmas y provocaron la suspensión de la venta del cuadro. En esas interviene Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español que decide declararlo BIC, la mayor protección que una obra de arte puede recibir en España. Eso impedía sacar el cuadro de España, solo con permiso temporal para exponerse fuera, y dar al gobierno derecho de tanteo antes de la compra. Ahí entró también en juego la astucia de eso pícaros marchantes para saber leer el momento político. El cuadro fue vendido a finales del verano de 2023, justo con un gobierno en funciones sin tomar posesión por las elecciones adelantadas por Pedro Sánchez a juicio tras la debacle de las autonómicas de mayo.

"Es un tema delicadísimo porque en España hay, creo, cuatro Caravaggios y que se te escape uno, es un tema muy delicado. En ese momento el ministerio se da cuenta de que hay una obra que deben protegerla de interés cultura y tienen derecho de comprar al precio al que se venda el cuadro ¿Qué pasa? Que en ese momento tiene que haber un gobierno operativo, y no en funciones, y que tenga el dinero necesario para comprarlo. No es fácil sacarte 40 o 60, o los millones que sean, de golpe bajo la manga. Entonces lo han dejado pasar con un acuerdo que desconozco cuáles son las condiciones, pero sí que ha permitido que el cuadro se vea en el Museo del Prado y posiblemente vuelva después de Italia", analiza Longoria, que también reconoce cómo los medios de comunicación jugaron un papel importante en este cruce de intereses.

"La prensa es utilizada como una herramienta aquí, como un peón o un alfil más de la partida de ajedrez. De hecho, hay dos estrategias. El Prado, que dice que el cuadro está en muy mal estado para bajar el precio y los marchantes, que deciden retirarlo totalmente y cerrar todo tipo de comunicación y que no se vuelva a hablar del cuadro durante dos años. O sea, consiguen ocultarse, que la prensa se quede con ganas de más y luego, cuando vuelven, eso se convierte en un evento gigantesco. Ellos están jugando también con la con la prensa para generar valor. Al final, lo que quieren los marchantes es ganar dinero", responde sobre uno de los principales escollos en el proceso, la publicación de un informe del director del Museo del Prado, Miguel Falomir, en 2021 que describía los problemas de conservación del cuadro, lo que bajaría el precio en su venta. Entre los expertos que aparecen están Maria Cristina Terzaghi, catedrática de Historia del Arte Moderno en la Universidad Roma Tre, Gianni Papi, historiador del arte y escritor, Giuseppe Porzio, profesor de Historia del Arte en la Universidad de Nápoles, y Keith Christiansen, conservador del Metropolitan Museum of Art, que verificaron que, efectivamente, se trataba de un Caravaggio.

Longoria es experto en meterse en lugares y ambientes cerrados y salir airoso y sacando información, como ocurría en The Propaganda Game, donde entró en Corea del Norte, o en Hijos de las nubes, ganador del Goya, que recorría, junto a Javier Bardem, donde llegaba hasta la ONU para analizar la situación del Sáhara. Ahora se mueve con soltura en el mundo del arte, que funciona con sus reglas, muchas veces bordeando lo ético. "Hay unos tipos que son los expertos de arte, historiadores que llevan toda la vida estudiando al pintor, que tienen que decir si es bueno o no, pero es que con un cuadro que puede valer 300 millones, el historiador igual cobra 3.000 €. Aquí hay lugar para la posible corrupción. Mientras vas investigando, te das cuenta de un mundo que mezcla el mundo moderno de Internet, donde todo está al día, con tradiciones antiguas, donde estos expertos se supone que lo único que les importa es su reputación y su nombre. El honor de vender por 300 millones se basa en que un tipo diga que es verdadero". Se estima que el cuadro se vendió por unos 30 millones de euros, pero poco se sabe de cómo fue el reparto entre marchantes y familia. El cuadro estuvo en el Prado y ahora cuelga de las paredes de la exposición que en Roma han dedicado a su rock star de la pintura, Caravaggio.

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