Por qué el libro sobre el caso Bretón está causando tanto revuelo: "El malo de la película es el asesino, no Luisgé"

Madrid

La publicación de El odio, el libro del escritor Luisgé Martín que retrata el caso de José Bretón, el hombre condenado por asesinar a sus hijos en 2011, ha desatado una fuerte controversia en el mundo literario y social, generando debates interminables en redes sociales y en columnas y artículos de opinión en los medios de comunicación. La madre de los niños, Ruth Ortiz, ha pedido amparo a la Fiscalía de Córdoba para evitar su publicación, y aunque la Fiscalía de Menores solicitó la suspensión cautelar del lanzamiento, el juzgado ha rechazado la petición. Este suceso ha reavivado el debate sobre los límites de la literatura en el true crime y la ética de contar historias reales de violencia extrema.

En La Ventana de los Libros se ha abordado la polémica con la participación de varios periodistas y escritores. Benjamín Prado, escritor y colaborador habitual del programa, ha sido uno de los pocos que leyó el libro antes de su publicación y ha defendido su publicación. Según Prado, El odio es un libro bien escrito que no embellece la figura de Bretón, sino que deja claro que es un monstruo. "Celebro que se pueda debatir sobre esto. Desde el punto de vista literario, está muy bien escrito y hay una larguísima tradición de libros sobre asesinatos como la de Santiago Díaz (Las otras niñas) sobre el crimen de las niñas de Alcàsser o A Sangre Fría de Capote. Cualquiera que diga que Martín templa gaitas con Bretón, no lo ha leído, porque todo el rato dice que es un monstruo", ha comenzado explicando el poeta.

Sin embargo, para Pilar Álvarez, jefa de Última Hora en El País, la controversia no radica en si el libro debe publicarse o no, sino en la falta de ética al escribirlo sin considerar el impacto en la madre de los niños. "Nunca voy a estar en contra de que se escriba un libro, pero me sorprendió muchísimo que habla mucho de José Bretón pero también de Ruth Martín. Pese a que habla de situaciones traumáticas para ella, en ningún momento se pone en contacto con ella. No entiendo cómo no tienen en cuenta el punto de vista de la coprotagonista, que sigue con vida", se ha preguntado Álvarez. La periodista también ha recordado que Ortiz ha sido una figura clave en la lucha contra la violencia vicaria en España, impulsando su reconocimiento en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género.

"El debate que me interesa es el ético. Esta mujer, en 2017 se va al Congreso y consigue que la violencia vicaria se convierta en violencia machista. El proceso de recuperación de estas mujeres es terrible y largo, y ella había dejado a Bretón en el pasado. El libro ha puesto a Bretón en su vida en el presente de una manera virulenta. Hay que tener en cuenta todo el contexto", ha añadido Álvarez, que cree que se debería tener más en cuenta el proceso de duelo de Ortiz. También ha reflexionado sobre el formato del libro, más cercano a la literatura que al periodismo. "Hay una parte en la que el autor cuenta episodios de la vida de ambos solo con la versión del asesino. Si fuera un reportaje periodístico, jamás habría salido así. Claro que el malo de la película es el asesino, no Luisgé, y tiene derecho a escribir lo que considere. Nosotros tenemos derecho a criticarle", ha dicho la periodista.

Otro de los invitados, el escritor y periodista Sergio del Molino, ha aportado su perspectiva sobre el fenómeno del true crime, destacando la aparente hipocresía de la reacción social frente a El odio. En su columna en El País del día de ayer, Del Molino subrayó que «cada año se estrenan cientos de documentales sobre crímenes reales en plataformas de streaming, y sin embargo, ahora la sociedad parece indignarse solo porque un escritor ha abordado un caso real en un libro». En La Ventana ha explicado este punto de vista. "Me ha sorprendido la reacción muy unánime de una parte de la sociedad. Vivimos en un momento en el que el true crime es una industria enorme y está por todas partes. Tu enciendes cualquier plataforma y la espina dorsal son documentales en los que hablan asesinos y se retuerce el dolor de las víctimas. Hay un montón de basura morbosa que se consume a dos carrillos. En un ecosistema en el que eso nos rodea, que el malo de la película sea Luisgé... Es una gotita minúsculo en un océano enorme de inmundicia", ha aclarado del Molino.

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Por su parte, Mariola Cubells ha hecho una comparación con la industria audiovisual, donde también han surgido casos similares. "Hay relatos crudos que contribuyen al bien. ¿A qué contribuye este libro? Sí que me parece que romantiza al asesino. No se debe censurar, pero cada universo tiene su propio análisis y no se puede generalizar", ha reflexionado Cubells. A lo largo del debate, los participantes han coincidido en que la literatura tiene derecho a abordar el mal, pero la discusión ética es inevitable cuando se trata de crímenes con víctimas vivas que pueden verse revictimizadas. Mientras Anagrama, la editorial del libro, defiende su publicación amparándose en la libertad de expresión, la sociedad sigue dividida entre la defensa de la narrativa sobre el crimen y el respeto al dolor de quienes lo sufren.