Un informe de Inteligencia alerta de las secuelas del apagón de la geointeligencia que EEUU brindaba a Ucrania
El documento titulado ‘Consecuencias de la suspensión del apoyo de inteligencia de EEUU a Ucrania’ detalla que “la retirada del apoyo de inteligencia de Estados Unidos a Ucrania ha desencadenado una cascada de consecuencias estratégicas de gran calado”

Un edificio residencial en Ucrania arrasado por las bombas. / Pierre Crom

En pleno torbellino de decretos lanzados desde la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump desató otra tormenta al anunciar el pasado 5 de marzo que congelaba el suministro de información de inteligencia a Ucrania. Esa “pausa” en la transmisión de datos como lo llamó el director de la CIA, se acaba de reanudar parcialmente, tal y como informó la semana pasada desde el Pentágono su portavoz Sean Parnell al anunciar que “se ha reactivado el intercambio de inteligencia con nuestros socios ucranianos”. Una afirmación que quedó refrendada por el teniente general de la Fuerza Aérea estadounidense, Grynkwich que, incluso, ha confirmado que los “informes diarios sobre el resultado del intercambio de inteligencia con Ucrania” se han reanudado, “así que todo sigue igual".
Pero ese apagón ha dejado un impacto crítico en la operatividad de las Fuerza Armadas ucranianas. Esas secuelas tácticas en el campo de batalla son las que analiza el informe de Inteligencia ‘Consecuencias de la suspensión del apoyo de inteligencia de EEUU a Ucrania’, al que ha tenido acceso la Cadena SER, elaborado por un analista de inteligencia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Washington ha suministrado a Kiev datos valiosísimos para poder frenar y contrarrestar la ofensiva rusa durante estos tres años de invasión. EEUU ha aportado imágenes satelitales de última generación "incluyendo acceso a constelaciones comerciales bajo programas controlados por la Casa Blanca", detalla el informe; productos de geointeligencia "que permitían seguimiento casi en tiempo real de movimientos rusos" e interceptación de comunicaciones. Sin esa información de inteligencia estadounidense, Kiev se quedó ciega, perdió la capacidad de ver nítidamente detrás de las líneas enemigas.
Este flujo constante de información secreta suministrada por EEUU "permitió a las fuerzas ucranianas planificar sus operaciones con eficacia y recibir alertas tempranas de ataques inminentes, como bombardeos aéreos o misiles, dándoles minutos vitales para buscar refugio". De hecho, funcionarios ucranianos llegaron a afirmar que la ausencia de esta inteligencia “vital” pondría a sus tropas y civiles “en un peligro mucho mayor” ante los ataques rusos.
La primera consecuencia de este apagón es que Ucrania ha visto mermada “su capacidad de alerta temprana frente a ofensivas rusas” porque sin los avisos sobre bombardeos aéreos y movimientos de tropas “Kiev no puede anticipar las maniobras enemigas”. Es decir, sin esos datos en tiempo real, “aumenta el riesgo de sorpresas tácticas”.
El documento al que ha tenido acceso la SER recoge que expertos militares ya advirtieron de que la suspensión de la inteligencia "sería un golpe especialmente duro" porque “permitiría a Rusia intensificar sus ataques con drones y misiles contra la retaguardia ucraniana”. Y así ha sido. El pasado viernes Ucrania sufrió un potente ataque ruso “con más de doscientos drones de ataque, drones señuelo y bombas aéreas guiadas, contra las regiones de Odesa, Zaporiyia, Sumy, Kiev, Jmelnitski y Chernihiv”, según denunció el propio presidente ucraniano, Volodimir Zelenski. De hecho, horas después del anuncio del presidente Trump de cortar la inteligencia, Rusia lanzó una oleada de 112 drones kamikaze y misiles, que impactaron, entre otros, en el hotel de Kriví Rih.

Apagón de la inteligencia estadounidense
Washington llegó a suspender temporalmente el acceso de Ucrania a ciertos portales de imágenes satelitales comerciales que gestionaba (como el programa GEGD de Maxar), “dejando claro que Ucrania dependía de ese flujo de datos externo”. El informe de inteligencia al que ha tenido acceso la SER recuerda que ha ocurrido lo mismo con la interceptación de señales y comunicaciones, “la NSA y otras agencias suministraban a Ucrania inteligencia de señales (SIGINT) para, por ejemplo, identificar unidades rusas por sus comunicaciones. Al cortarse eso, el ejército ucraniano deberá fiarse más de sus propios (limitados) medios de escucha e inteligencia electrónica”, detalla el documento Inteligencia elaborado por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
La retirada de la inteligencia debilita las operaciones ofensivas y defensivas de Ucrania de forma general. En lo ofensivo, el ejército ucraniano no ha dispuesto de información precisa sobre objetivos de alto valor “como depósitos de munición o concentraciones de blindados enemigos, que antes obtenía de satélites o espionaje electrónico de EEUU”. Claramente, ese apagón entorpece la planificación de contraataques exitosos “mermando la capacidad de Ucrania para apuntar a posiciones rusas con precisión, obligándola a operar más a ciegas”.
En plano de defensivo las consecuencias han sido críticas. Haber privado a las tropas de Zelenski de estos datos ha diezmado su conocimiento de situacional en el campo de batalla “operando con mucha más incertidumbre, reduciendo la eficacia de sus acciones militares y obligándolas quizá a asumir posturas más defensivas ante la falta de información”. Esa vulnerabilidad se ha concentrado en las infraestructuras críticas de Ucrania, como el sistema energético o el transporte que han sido blancos frecuentes de Rusia. Hasta ahora, la inteligencia occidental ayudaba a detectar preparativos de ataques, “por ejemplo, misiles de crucero lanzados desde el Mar Negro” para mitigar daños, “sin ese radar electrónico, ataques como los recientes sobre instalaciones eléctricas en Odesa (que dañaron seriamente la red) podrían multiplicarse sin previo aviso”, avisa el informe. Precisamente, en pleno apagón informativo de la inteligencia estadounidense, Rusia golpeó en solo dos semanas cinco instalaciones energéticas, demostrando que la ausencia de inteligencia exterior dificulta a las Fuerzas Armadas ucranianas anticipar estos bombardeos estratégicos, “aumentando las probabilidades de apagones masivos y cortes logísticos”.
El informe remarca que autoridades ucranianas y organizaciones de la diáspora advirtieron que “información como la que brindaba EE.UU. es literalmente la diferencia entre la vida y la muerte” para civiles, pues les da tiempo para resguardarse de los misiles”. Ahora, “esa capa de protección se adelgaza”.
Desventaja en la Guerra electrónica
La congelación de la información de inteligencia no solo ha dejado ciega a Ucrania en el campo de batalla, también le ha colocado “en una posición de desventaja en la guerra electrónica y cibernética”. Hasta ahora, la colaboración con las agencias estadounidenses ha sido clave para contrarrestar los esfuerzos rusos de sabotaje digital. “Sin el intercambio de inteligencia, se corre el riesgo de que operaciones encubiertas rusas pasen inadvertidas” porque “varias agencias de seguridad nacional de EEUU suspendieron sus labores de contrarrestar el sabotaje, la desinformación y los ciberataques rusos tanto en Ucrania como en Occidente”.
Esa posición no solo debilita a Ucrania. El riesgo también afecta a los aliados europeos porque “pierden el apoyo de los potentes equipos de ciberinteligencia estadounidenses, lo que puede aumentar la vulnerabilidad a ataques híbridos rusos en la región (por ejemplo, campañas de desinformación sin que haya contra-narrativas coordinadas desde Washington)”.
Las consecuencias no han tardado en llegar, en el caso de España, en febrero se convirtió en la potencia que más ciberataques sufrió a nivel global, según el CNI, y en el mes de marzo los hackers atacaron una veintena webs institucionales, entre ellas la Casa Real o La Moncloa.
El informe recuerda que Washington ha suspendido las operaciones ofensivas de ciberataque contra Rusia y la planificación conjunta que existía para neutralizar amenazas cibernéticas del servicio de inteligencia militar de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa (GRU) u otros actores rusos. “Esto implica que Rusia enfrentará menos contramedidas en el ciberespacio y tendrá más libertad para lanzar sus ciberataques”. De hecho, el informe remarca que hay reportes que indican que “la administración Trump frenó grupos de trabajo interagenciales que monitoreaban posibles complots y ataques rusos contra Occidente”. Al decaer esa vigilancia coordinada, “Ucrania queda más expuesta a operaciones como apagones provocados (Rusia ya hackeó partes de la red eléctrica ucraniana en 2015 y 2016)”.
Algunos aliados han tratado de suplir el vacío de EEUU
“La retirada del apoyo de inteligencia estadounidense sería un catalizador para que la Unión Europea asuma mayor protagonismo estratégico”, señala el informe de Inteligencia que destaca cómo tras el cambio de postura de Washington, capitales europeas como Londres, París, Berlín y Ottawa se coordinaron para intensificar su asistencia militar y de inteligencia por canales bilaterales. “Por ejemplo, el Reino Unido y Polonia ampliaron el intercambio de información con Ucrania y el suministro de equipos de reconocimiento (drones, imágenes satelitales comerciales), intentando mitigar la pérdida estadounidense”. En el caso de Reino Unido ya manifestó su voluntad de continuar suministrando inteligencia a Ucrania, manteniendo sus aviones de reconocimiento Rivet Joint y otros medios de recolección electrónica en la región, con sus estaciones de escucha en bases estratégicas como RAF Akrotiri (Chipre) y vuelos de vigilancia frecuentes. Sin embargo, “Reino Unido no posee todas las capacidades de inteligencia estadounidenses". Conclusión, habrá ángulos muertos porque "algunas cosas simplemente no son reemplazables”.
La IA en Inteligencia ha sido clave
Estados Unidos también ha estado suministrando otro diamante en bruto a Ucrania, el análisis de datos en el campo de batalla, a través de la Inteligencia Artificial. Estados Unidos ha estado a la vanguardia en integrar herramientas de IA para procesar el ingente volumen de información de inteligencia, de tal forma que de las imágenes de drones, de satélites o de las interceptaciones de las comunicaciones han logado “extraer patrones útiles para la guerra” hasta el punto de que se han proporcionado “sistemas avanzados que usan algoritmos para identificar objetivos prioritarios o predecir movimientos enemigos” que han permitido “la identificación automática de blancos”, por ejemplo, “localizando lanzadores de misiles móviles entre miles de imágenes”. Sin ese análisis de datos la reacción de Ucrania “serán más lenta y menos precisa”.

Javier Bañuelos
Redactor Jefe en la Cadena SER responsable de la información sobre Interior y Defensa. Soy diplomado...




