Chateando secretos militares
Xavier Vidal-Folch reflexiona sobre la inclusión de un periodista en un chat con altos cargos del gobierno de Trump

El análisis de Xavier Vidal-Folch | Chateando secretos militares
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Barcelona
Revelar secretos militares no te trae problemas, pero solo si eres un alto cargo de la Casa Blanca. En la corte de Donald Trump todo lo que sucede es extraordinario. Todo está fuera de lo ordinario, de lo normal, de lo lógico, de lo humano. Y como se ha dicho con gracejo, acabar con Estados Unidos, que es lo que intentaron nazis y soviéticos, igual lo consigue su actual presidente.
El asunto es que a la fuga de secretos militares perpetrada por su consejero de Seguridad, Mike Waltz, el jefe no le da importancia. Ni le destituye ni siquiera le envía al archivo. Y eso que este tipo genial difundió planes y horas de bombardeo por un alegre chat de altos cargos, pero al que añadió a un periodista solvente.
Los bombardeos contra los hutíes se produjeron. Y así el periodista pudo comprobar que lo que había supuesto que era un bulo, era verdad. Y lo explicó, cuando ya no era secreto.
Por revelar secretos militares a Moscú el matrimonio Rosenberg fue condenado en 1953 a morir en la silla eléctrica: marido y mujer fueron ejecutados. Otros muchos, como el soldado Manning, responsable de la filtración de Wikileaks, han sido condenados a largas penas de prisión.
Las cosas extraordinarias en el caso de Mike Waltz son infinitas: que revelar secretos de inminentes bombardeos no es problema, si se hace en un chat vehiculado por un servidor privado; que la portavoz de la Casa Blanca haya dicho que no era “material reservado”, ya nos dirá lo que se reserva; y que el presidente excuse a su consejero diciendo que es “un buen hombre”, qué gracioso. Con esta conducta se incrementa tanto, tanto, la confianza que acabaremos agradeciendo a Trump que abandone la protección de Europa.

Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...




