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Ladislao Vajda: el director español que vino de Hungría

Se cumplen 60 años de la muerte del realizador de Marcelino, pan y vino o El cebo.

Ladislao Vajda nació en Budapest en 1906. Su padre era un famoso guionista y dramaturgo. Cuando toda la familia se trasladó a Berlín, su padre quiso que él comenzara a trabajar en el mundo del cine. Vajda ascendió desde abajo: fue electricista, segundo operador, ayudante de dirección… Destacó especialmente como montador, coincidiendo y trabajando en el mismo estudio que Billy Wilder en su etapa alemana. En 1932 regresó a Budapest para debutar como director y a lo largo de los años 30 dirigiría una decena de películas. Sin embargo, la presencia alemana en el país magiar era cada vez mayor, hasta el punto de que Hungría acabaría uniéndose al Eje que formaban la Alemania Nazi y la Italia Fascista. Vajda era judío y gracias a sus contactos en el mundo del cine consiguió escapar de su país.

Fuera ya de Hungría, Vajda continuó con su carrera de director. Decidió asentarse en París donde dirigió una película, Sebastopol, pero la invasión alemana le hizo trasladarse a Italia. Allí rodaría dos películas más. La segunda, titulada Conjura en Florencia, fue prohibida por la censura y como resultas se abrió una investigación sobre el director. Otra vez su condición de judío volvía a ser un peligro para él. Fue entonces cuando decidió marcharse a España. Dada su acreditada experiencia no le fue difícil encontrar trabajo en el cine español. Vajda consideraba su estancia en España un exilio provisional, pero acabaría siendo el lugar donde desarrollaría la mayor parte de su carrera. De hecho, llegado el momento, se nacionalizó español. Su carrera en nuestro país se inició en 1943 con la película Se vende un palacio. Al año siguiente rodaría la comedia sentimental Te quiero para mí, protagonizada por Antonio Casal y en la que debutaba en el cine una joven que había ganado su papel en la película gracias a un concurso. Se llamaba María Antonia Abad, pero sería conocida como Sara Montiel.

La carrera de Vajda continuó con varias coproducciones realizadas con Portugal. Títulos como Cinco lobitos, Tres espejos o Barrio, una historia policiaca basada en una novela de George Simenon en la que Manolo Morán era un policía que investigaba un caso de robo con asesinato. El primer gran éxito de la carrera de Vajda llegaría en 1951 con La séptima página, película coral que describía la vida en una ciudad a través de las noticias publicadas en la página local de un periódico. Después el director probaría suerte en el cine folklórico y musical, tan habitual en el cine español de la época, con varias películas como Ronda española, Las aventuras del barbero de Sevilla o Doña Francisquita. La época de mayor éxito del cine de Ladislao Vajda comienza en 1953 cuando se vincula a Producciones Chamartín. Ese año rodaría Carne de horca, una historia de bandoleros de Sierra Morena con aires de western. Pero su gran bombazo llegaría en 1955 con Marcelino, pan y vino. Con ella Vajda tocaría el cielo del éxito tanto nacional como internacional. Su colaboración con el niño Pablito Calvo se prolongaría en dos películas más. En 1956 rodaría con él y Antonio Vico Mi tío Jacinto, la historia de un novillero retirado que ha de participar en un número cómico de los que se hacían entre toro y toro en las corridas. Mi tío Jacinto es una película excelente que conecta con el neorrealismo italiano y cuyo planteamiento recuerda incluso a Ladrón de bicicletas.

En 1957, de nuevo con Pablito Calvo, Vajda rodaría Un ángel pasó por Brooklyn. La película no se filmó en Nueva York sino en Madrid y causó una gran expectación en su momento ya que contaba con un reparto internacional. Otro de los títulos más destacados de esta época de esplendor del cine de Vajda es Tarde de toros, considerada por muchos expertos una de las mejores películas hechas sobre el mundo taurino. En Tarde de toros intervenían tres de los grandes toreros de la época como eran Antonio Bienvenida, Enrique Vera y Domingo Ortega. “Se identificó una barbaridad con los toros” recordaba el matador Enrique Vera. “A la hora de hacer una escena y filmarla se dejaba guiar por nuestros consejos. En la cuestión taurina confió en nosotros. Por eso, ésta es una de las buenas películas taurinas”.

Pero la gran obra maestra del cine de Vajda es El cebo, una película sobre un asesino en serie de niñas que mezclaba el suspense, el terror y el thriller psicológico. El cebo era una coproducción española, suiza y alemana, rodada en Suiza, y con actores alemanes y españoles. A Vajda le ofrecieron el proyecto porque hablaba francés y alemán y había demostrado con su trabajo junto a Pablito Calvo su buena mano para dirigir a niños. El cebo relanzaría la carrera europea de Ladislao Vajda. El director montó entonces su propia productora y sus siguientes películas las rodaría en Alemania. En 1965 regresó a España para rodar un nuevo título dentro de nuestro cine. Una película que suponía además su reencuentro con Sara Montiel. La dama de Beirut, que así se titulaba la película, se rodaba en Barcelona. Durante la filmación el director empezó a encontrarse mal. Sufrió un infarto en pleno rodaje falleciendo el 25 de marzo de 1965, a la edad de 58 años cuando todavía le quedaba mucho cine por hacer. La dama de Beirut, su último filme, sería terminada por otro director, Luis María Delgado.

 

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