"Que se apliquen el cuento": Luis García Montero confiesa lo que le dicen muchos oyentes y lanza un dardo a algunos personajes públicos

Madrid

Esta mañana quiero darles a todos ustedes las gracias. Verán, no es extraño que en cualquier ciudad, antes o después de un acto público, se me acerque alguna persona con voz amiga para decirme que es oyente de la Cadena SER y que agradece la manera tranquila con la que opino del mundo. La calma, me dicen, es una buena manera de empezar el día.

Tengo que confesar aquí que yo no soy una persona tranquila y que las noticias me suelen llenar el corazón de avisos amarillos, caudales desbordados y bombardeos sentimentales. Pierdo con frecuencia los nervios cuando estoy solo, protesto con furia cuando leo el periódico, escucho la radio o veo algunas imágenes en el televisor. El mundo en el que vivimos, entre matanzas, fanatismos y líderes peligrosos, está hecho una porquería, es decir, basura, inmundicia, suciedad, excremento y otros sinónimos de la palabra actualidad.

Sí, el mundo está lleno de heridas, y la política de la derecha y la extrema derecha parece una tormenta de aguas indignas. Yo me exalto, pierdo los papeles, abro las compuertas, soy un grito. Pero cuando me pongo a escribir y dar mi opinión, siento mucho respeto para quien me va a leer o escuchar, vuelvo a un cauce educado, me contengo.

Quiero dar las gracias porque el respeto que siento por ustedes me hace mejor persona y me salva del fanatismo. Sabiendo que ustedes me escuchan, procuro no perder los papeles. Así que gracias, muchas gracias, aunque les confieso también que doy las gracias no sólo por estar agradecido, sino porque me gustaría que algunos personajes públicos se aplicaran el cuento y dejaran en sus intervenciones de perdernos, a todos y todas, el respeto.