Vicente Monroy: "Nuestra historia en el interior de las salas de cine es la más hermosa de las historias del cine y está por contar"
Aimar Bretos entrevista a Vicente Monroy, autor del libro 'Breve historia de la oscuridad. Una defensa de las salas de cine en la era del streaming'

Madrid
Los lugares en los que se ha exhibido y visto cine han ido cambiando a lo largo de la historia de este arte centenario. De las barracas de feria a las salas de grandes teatros, de la televisión a la pantalla de nuestro móvil. Las características de una disciplina artística son imposibles de desligar de los espacios en los que se muestra. Las formas de ver cine también han ido cambiando el propio arte cinematográfico. De todo ello habla Vicente Monroy en su libro 'Breve historia de la oscuridad. Una defensa de las salas de cine en la era del streaming'. Programador de la Cineteca de Madrid y colaborador de la Academia de Cine Español, en 'Hora 25' hablamos con él sobre qué es el cine hoy en día.
La aproximación de Vicente Monroy no está basada en un romanticismo nostálgico paralizante: "Me da mucha rabia ese acercamiento a la sala de cine como un objeto del pasado. Ese sueño de recuperar las viejas audiencias y la sala de cine como espacio de la vieja cinefilia y todos esos símbolos. La sala de cine me parece un espacio de oportunidad. Cada vez vemos el cine más solos. Estamos acostumbrados a verlo en la oscuridad de nuestro salón, que es apenas una oscuridad. Cada vez más solos, sin capacidad luego de discutir sobre las películas, de incorporarlas a nuestros discursos, de generar memoria alrededor de ellas... Creo que la sala de cine tiene esa capacidad de generar comunidad, espacios para discutir, espacios para volver a hablar y convertir las películas en algo más".
"La sala de cine es un espacio que se ha intentado dinamitar muchas veces a lo largo de la historia, tanto por amantes como por detractores, pero tiene una consistencia y una identidad tan fuertes... Lo que la sala de cine generó, esa nueva manera de observar el mundo desde la oscuridad de las butacas en comunidad, en una especie de trance, es una idea tan potente, que, por mucho que se ha intentado, es prácticamente imposible acabar con ella", argumenta Monroy.
La oscuridad de la sala
La historia del arte contemporáneo es la historia de los lugares donde se ha expuesto, nos dice el programador de la Cineteca de Madrid: "Los cinéfilos hemos sido muy reacios a introducir la historia de las salas de cine dentro de la historia del cine. Quizás porque la historia del cine, a día de hoy, solo se ha contado como una historia de la industria. Una historia de la industria estadounidense y de su contrapartida, el cine de autor de origen europeo. Una historia muy occidentalizada y muy focalizada en ese gran cine luminoso de los festivales, de los premios, de las grandes estrellas... Pero faltan por contar todas las demás historias. Nuestra historia en el interior de la sala de cine, que es la más hermosa de las historias del cine. Todo lo que le han sucedido a los espectadores, que se han enamorado, que han llorado...".
Precisamente, en el libro, Monroy cuenta cómo fue en la oscuridad de una sala de cine donde empezó a desear a los hombres con libertad: "Para mí la sala de cine siempre ha sido un espacio de libertad. Yo era un niño bastante tímido que no me atrevía a mirar a otros chicos ni de coña, allí en mi infancia en Toledo en los 90. Yo empecé a enamorarme de los hombres viendo a los actores de Star Wars, a Ewan McGregor con su coletilla en el Episodio 1 de Star Wars. Fue mi apertura al libre deseo", explica el autor.
La nueva cinefilia
¿Qué es hoy la cinefilia? "Son muchas cosas. Soy afortunado de haber crecido como parte de una generación cinéfila que nos hemos formado entre dos mundos, el del cine y el de internet, y he navegado siempre entre los dos con bastante destreza. Eso es muy bonito, porque hemos podido acceder a un patrimonio cinematográfico contemporáneo e histórico al que antes era imposible acceder. Hoy se pueden ver muchas cosas que antes no se podían ver. Pero tengo la sensación de que la cinefilia es cada vez menos curiosa, precisamente porque tenemos las cosas más a mano no vamos a ellas", defiende.
"Los algoritmos son los que deciden lo que vemos o no, los que generan las grandes polémicas, los grandes hypes, los grandes fenómenos de masas... El cine, que es un arte que nació para representar el cuerpo humano y que se hizo a la escala humana, cada vez es más virtual quien decide lo que vemos y lo que no. A mí esto me parece terrible. Pero la cinefilia sigue manteniendo muchos espacios de descubrimiento, de resistencia y me gustaría pensar que va a sobrevivir esa llama, esa chispa de curiosidad", piensa Monroy.
Las plataformas
El autor de 'Breve historia de la oscuridad' piensa que el modelo de plataformas ha cambiado el cine por completo: "La aparición de internet se nos prometió que iba a ser una especie de gran revolución que iba a producir una democratización del acceso a la historia del cine y a los medios digitales para producir películas. Pero ahora mismo estamos asistiendo a todo lo contrario. Las plataformas de cine tienen catálogos bastante pequeños, a decir verdad. Hace poco cerró el último videoclub de Madrid, Ficciones, con 50.000 títulos en el catálogo. Pues bien, las plataformas tienen mil, dos mil títulos en el catálogo. Realmente hemos perdido la accesibilidad a una gran parte del cine".
"Las plataformas tienen mecanismos y recursos para generar su propia mercadotecnia y su propia visión del cine que nos afecta. Están produciendo un nuevo tipo de estética, una nueva manera de entender el cine. Las películas que se producen para cine cada vez se parecen más a los contenidos de Netflix: más fragmentarias, más infantiles y tienen que ver más con las series. A mí esto me parece terrible. No consumo mucho contenido de plataformas, me cuesta mucho encontrar algo que me resulte de interés. Demasiada cuestión publicitaria en las plataformas", dice Monroy.
El cine se acerca cada vez más a las formas de la publicidad, defiende Monroy: "El cine cada vez más sirve para mostrar una imagen del mundo que ya conocemos, para redundar en la imagen del mundo. Cuando el cine ha sido siempre un arte rebelde, un arte que se ha empeñado en mostrarnos aquello que no queríamos o que no debíamos ver, que ha servido para burlar la censura en muchos países, para mostrar levantamientos, revoluciones, porque era un arte muy inmediato que podía captar lo que estaba ocurriendo en el momento. Sin embargo, tengo la sensación de que a lo que aspira una serie de Netflix es a parecerse lo más posible al Padrino, una película que se hizo hace cincuenta y pico años".
"Todavía hay un cine que resiste a la cultura de masas imperante, homogénea, que está aplacando y destruyendo nuestra imaginación. Pero es un cine pequeño, que se hace con las manos, con la cámara a la altura de los ojos, sin grandes grúas ni grandes estrellas... La industria está hoy muy decidida a hacernos ver cierto tipo de imágenes y todo lo demás se va desechando", concluye Vicente Monroy.

Josema Jiménez
Periodista de Sanlúcar de Barrameda. Trabajo en la Cadena SER desde 2018. Antes en Hoy por Hoy, ahora...