Malversadora inhabilitada

Barcelona

Marine Le Pen es fascista, como su padre, aunque disimulada por una pátina de modernidad. Marine Le Pen es antieuropea, como su padre, aunque ahora quiere destruir la Unión desde dentro y no desde fuera. Marine Le Pen es traidora a su país, como su padre fue golpista contra De Gaulle, porque es patriota, pero no de Francia, sino de la patria de la autocracia, el Kremlin.

Pero no ha sido condenada por todo ello, sino por corrupta, por un delito de dinero. Por malversar, ella, su pareja y otros dirigentes de su partido, fondos públicos europeos: es decir, de todos nosotros. Le pasa como Al Capone: no se le condenó por lo más grave, sus múltiples asesinatos, sino por otro delito también grave, pero menos, el fraude fiscal. La pena es consistente: prisión atenuada mediante dispositivo electrónico, y cinco años de inhabilitación para ocupar cargos ejecutivos. Esta inhabilitación entra en vigor ya, aunque la condenada presente recurso.

La principal consecuencia es que la líder fascista no podrá presentarse a las próximas elecciones presidenciales, previstas para 2.027, en las que tenía una buena oportunidad por encabezar el partido actualmente más votado. Salvo que el recurso surta efecto. Otro efecto es que el clan familiar que dirigía su formación política queda descabezado y desplazado. Y el más divertido es el lamento de autócratas-corruptos-y-traidores como ella misma: Víktor Orbán, Vladímir Putin (por boda de su portavoz), Matteo Salvini o Elon Musk.

Las dos grandes incógnitas son estas: ¿abrirá la sentencia los ojos de sus votantes? ¿acabará la corrupta salvándose por una carambola, como Donald Trump?