Maruja Torres se harta de los políticos "patrióticos" y lanza su crítica más sincera: "Partidos, grupos y cantamañanas"

Madrid

Esta columna me va a salir forzosamente más deslavazada que de costumbre porque soy víctima del ajuste horario. Podéis pensar que es por la edad, y sí. Pero no por la mía, en todo caso por la Edad del Morro, período geológico de jeta pétrea cuyo umbral hemos atravesado ya, sin apenas darnos cuenta.

El huso horario al que me refiero y que me perturba es ese al que se acogen los partidos, grupos y cantamañanas en general que, autodenominándose patrióticos, han puesto sus relojes biológicos a lo que podríamos llamar la Hora de Agárralas por el Coño y no te pasará nada. Es, por decirlo finamente, la Hora de la Impunidad. La de Trump, Putin y Netanyahu, cuyo impacto cavernario se extiende entre el facherío de Algeciras a Estambul pasando por Helsinki, Budapest y oh, la Francia que iluminó el Siglo de las Lumbres.

Hace poco leí en una entrevista una sabia frase sobre que los cambios se producen lentamente, pero las catástrofes llegan de forma repentina. No sé cómo asimilar que pueda ocurrir todo a la vez, o al revés, pero siempre entre estafas, corrupciones y olé tus huevazos por ello, desfiles psico-militares locales y otras amenidades propias de cada terruño.

También os diré otra cosa, y aquí viene la nota positiva. Cuando recibes el mensaje de un amigo que te linkea grandes éxitos musicales de la Italia de los 50 se te pone el cuerpo de mambo. Así que, de parte de la deslavazada, anda y que les den a todos mortadela a piezas.