Negociar sin arrodillarse

Barcelona

Mañana se celebra la primera reunión negociadora Estados Unidos/Unión Europea, para conversar. Quizá para negociar sobre los aranceles impuestos por Washington contra los europeos.

Son más graves que eso. La persecución del presidente norteamericano no va solo contra sus vecinos México y Canadá, y contra los antiguos amigos de la América Liberal, los europeos. Va contra todos. Es realmente insólito. La lamentable imagen del magnate con su pizarrita de la mala suerte en la que va consignado cómo piensa distribuir su capricho retuerce el corazón. Indigna. Sobre a quienes hayan visto los cementerios en las costas de Normandía, donde figuran alineadas las cruces por los soldados norteamericanos, mártires por la liberación de Europa, allá en 1945.

Así que  los negociadores europeos deberán tener presentes los intereses actuales de la Unión. Sin perder la memoria de los buenos viejos tiempos de la estrecha solidaridad entre ambos pueblos. Los intereses exigen cintura: pueden hacerse concesiones que sean mutuamente benéficas, como una mayor compra de productos americanos. Pero desde la libertad de decisión, sin arrodillarse. Y sobre todo, desde la firmeza. No es preciso amenazar, pero sí hacer saber que si el líder populista trata a los viejos amigos como animales malignos, recibirá respuestas durísimas, que le disgustarán. Y le perjudicarán.