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El tortuoso camino hacia el éxito de Robert Downey Jr.

El protagonista de Iron Man cumple 60 años y en su carrera cinematográfica hay de todo: un Oscar, grandes éxitos de taquilla; estancias en prisión; adicción a las drogas y rehabilitación.

En la ceremonia de los Oscar de 2007 Robert Downey Jr. presentaba el premio a los mejores efectos especiales. “Los efectos especiales nos permiten ver alienígenas; experimentar otros universos; movernos a cámara lenta o ver arañas encaramadas a los rascacielos”, dijo. Y añadió: “Para mí es como un fin de semana normal a mediados de los noventa”. El chiste, de cosecha propia, significaba que el actor ya podía reírse de sí mismo y de su pasado conflictivo. Los años de dependencia de las drogas afortunadamente habían quedado atrás. Y hoy en día es uno de los actores mejores pagados del cine americano. El año pasado ganó el Oscar por su papel en la película Oppenheimer y los proyectos se acumulan en su agenda.

Su padre, Robert Downey Senior, era un director de cine underground. Y él comenzó su carrera en el cine de niño, haciendo pequeños papeles en las películas de su padre. “La primera en la que participé, con tan solo 5 años, se llamaba Perrera y en ella todos los actores hacían de perros. Yo hacía de cachorrito. En mi primer diálogo me acercaba a un actor mejicano calvo y le decía: ¿tienes pelos en los huevos?”, recordaba el actor. De su padre no solo heredó la afición por el cine sino también la afición por las drogas. Unas drogas que a menudo compartía con él. Robert Downey Senior era cocainómano. El actor recordaba con estas palabras la primera vez que probó la marihuana: “Era una época muy permisiva y en mi familia estaba instalada la cultura de la marihuana. La primera vez que la probé tendría 8, 9 o 10 años y recuerdo que sus efectos eran como estar balanceándome en una hamaca. Estaba en Connecticut, mi padre daba una conferencia en la Universidad y había un tipo allí con un porro. Simplemente alargue la mano, él me lo pasó y fue como: ohhhh”.

Robert Downey Jr. abandonó los estudios después del segundo año de instituto, algo que sus profesores agradecieron, ya que no era precisamente un alumno ejemplar. A lo largo de los años 80 comenzó a hacerse un nombre en el cine americano trabajando en comedias juveniles como La mujer explosiva, Regreso a la escuela o El cazachicas. Enseguida se ganó la fama de ser uno de los actores jóvenes más juerguistas de Hollywood. En 1985 se incorporó al elenco del programa televisivo de humor Saturday Night Live. La revista Rolling Stone le describió como el peor actor de la historia del programa y, tras aparecer en 16 episodios, fue despedido. “Aprendí mucho ese año sobre las cosas que no soy. No era alguien capaz de hacer imitaciones. No era apto para el tipo de comedia de sketches rápidos, no era de esos actores que forman parte de grupos de improvisación y comprendí también que la comedia era algo muy duro y que implica mucho trabajo”, dice.

La primera vez que Downey llamó la atención de la crítica fue con la película Golpe al sueño americano de 1988. En ella interpretaba a un chico que resultaba muy parecido a él mismo: un joven con problemas de adicciones. “Yo por entonces tenía un estilo de vida similar al de mi personaje y cuando fui al casting parecía que venía directamente de una fiesta. Creo que llevaba como diez años preparándome para ser ese personaje”, confesaba. Sin embargo, a comienzos de los 90, aprovechando su parecido físico con Charlie Chaplin, el actor fue elegido para interpretarle en la película Chaplin que dirigió Richard Attenborough. Era la primera vez que Robert Downey Jr. pudo demostrar su talento como actor. Fue nominado al Oscar y en los años siguientes encadenó buenas actuaciones en otras películas como Vidas cruzadas, Ricardo III, A casa por vacaciones o Asesinos natos. En Hollywood empezó a correr la sensación de que era uno de los actores importantes de su generación. Sin embargo, poco después, empezaron los problemas.

El 23 de junio de 1996 el actor circulaba en su coche a velocidad excesiva cuando fue detenido por la policía. En el coche encontraron cocaína, crack y heroína. Y no solo eso. Robert Downey Jr. llevaba en la guantera una magnum 357 para la que no tenía licencia. De esta forma su ficha policial quedaba abierta. Un mes después volvería a ser detenido. El actor fue encontrado durmiendo en la habitación del hijo de uno de sus vecinos. Al parecer estaba tan drogado que se había metido en la casa equivocada creyendo que era la suya. A partir de entonces la vida de Robert Downey Jr. se convirtió en un continuo entrar y salir del juzgado. Multas, nuevas detenciones, caídas y recaídas por drogas e ingresos en clínicas de desintoxicación. En una de estas detenciones fue condenado a seis meses de prisión. El juez decidió ser magnánimo y le dejó en libertad condicional. Sin embargo, tras saltarse dos veces los controles antidrogas a los que estaba obligado a someterse, el magistrado perdió la paciencia y revocó la condicional. “Literalmente me echó todo el peso de la ley encima y me aplicó la pena máxima permitida, tres años de cárcel”, rememoraba. El actor acabó en la penitenciaria del condado de Los Ángeles, una de las más peligrosas del país. “Pasé 16 meses en la cárcel, es la experiencia más horrible que se pueda imaginar, pero aprendí que, si estás en una situación terrible, tóxica y restrictiva como esa, solo tienes dos cosas de las que preocuparte: protegerte y divertirte; en ese orden, y fue lo que hice”, afirma.

Tras salir de prisión continuó con su trabajo de actor. Siguió apareciendo en algunas películas, aunque fue despedido de varias producciones y en otras su nombre fue desestimado, ya que las compañías de seguros no se fiaban de él y se negaban a asegurarle. A principios de este siglo, en uno de sus periodos sobrio, consiguió un papel en televisión. Fue contratado para la cuarta temporada de la serie Ally McBeal y su actuación recibió todo tipo de elogios, ganando además un Globo de Oro al mejor actor de reparto de una serie. Sin embargo, dos nuevas detenciones por posesión de cocaína y escándalo público acabaron con la buena racha. El actor fue despedido. Para entonces también le había abandonado su mujer, la actriz Deborah Falconer, con la que llevaba diez años casado. Poco después ella pediría el divorcio. El actor consiguió evitar otro ingreso en prisión acogiéndose a una nueva ley californiana que permitía sustituir el tiempo de cárcel por estancias en centros de desintoxicación. Y esta vez sí, esta vez Robert Downey Jr. se lo tomó en serio.

En su rehabilitación jugó un papel decisivo Mel Gibson, del que Robert era amigo desde que trabajaron juntos en la película Air America a principios de los años 90. Así lo reconocería el actor un tiempo después. “Cuando no conseguía estar sobrio me decía que no perdiera la esperanza y me instó a encontrar mi fe. No tenía que ser la suya ni la de nadie, podía ser la mía propia, siempre y cuando estuviera arraigada en el perdón. Yo no podía encontrar trabajo así que me regaló el papel principal de una película que había sido escrita para él. De esta forma él me dio un techo y garantizó que hubiera comida en mí mesa”, recordaba. Mel Gibson pagó de su bolsillo el seguro para que Downey pudiera protagonizar esa película que fue para él una terapia en sí misma. Se titulaba El detective cantante. La película no tuvo mucha repercusión, pero a continuación Gibson hizo lo mismo con otra nueva producción, Gothica, en la que Robert compartía reparto con Halle Berry y ésta sí, ésta se convirtió en un éxito. Gothica tuvo además una feliz consecuencia para Robert: allí conoció a la que poco después se convertiría en su segunda esposa. “Se llama Susan Levin. Nos conocimos en Gothica donde ella era productora, pero no fue tan inapropiado como suena. Esperamos a que acabara el rodaje para liarnos”, comenta bromeando.

La industria del cine americano se había convencido de su rehabilitación y a partir de entonces Robert Downey Jr. empezó a trabajar con normalidad en el cine. Rodó películas como Kiss kiss, bang bang, Retratos de una obsesión, Memorias de Queens o Zodiac. Pero el momento clave en su carrera llegaría en 2007 cuando el director Jon Favreau le eligió para interpretar al científico Tony Stark y a su alter ego, el superhéroe Iron Man. Al principio Robert no estaba muy convencido de aceptar el papel y en la Marvel tampoco lo tenían claro. Convencido el actor, Favreau se encargó de convencer también al estudio y y finalmente Robert pudo meterse en su traje de hierro y echar a volar. Desde entonces el actor ha interpretado a Iron Man en numerosas películas del Universo Marvel y también ha destacado en otras como Sherlock Holmes, Tropic Thunder, El juez,y por supuesto Oppenheimer, por la que ganó el Oscar.

Hoy en día Robert Downey Jr. es un actor de éxito que ha aprendido a aceptar su pasado sin renegar de él sino más bien considerándolo una lección de vida. “Se trata de no seguir el camino equivocado, de dar lo mejor de ti mismo dentro de esta fantástica profesión que tenemos la oportunidad de ejercer. Si todo lo que pasé fuera en vano, mi vida sería una tragedia, pero conseguir dejarlo y seguir adelante es la prueba que demuestra que no hay nada realmente a lo que no seamos capaces de sobrevivir”, finaliza.

 

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