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Un estudio sugiere que las personas concebidas en épocas frías del año queman más grasas

Es la primera vez que una investigación científica liga las condiciones meteorológicas a las que estuvieron expuestos nuestros padres durante la concepción y el embarazo. El efecto se produce sobre el tejido adiposo marrón, el tipo de grasa que ayuda a quemar calorías y generar calor corporal

Un hombre pasea a su perro por un parque cubierto de nieve / ANDY RAIN (EFE)

Un hombre pasea a su perro por un parque cubierto de nieve

Madrid

"Nuestro estudio demuestra que la estación del año, en la que se produce la fecundación influye". Así de contundente es el estudio que lidera el investigador Takeshi Yoneshiro, experto en endocrinología y metabolismo. Este investigador japonés se ha especializado, en los últimos años, en la relación entre el frío y el calor y la quema de nuestra grasa corporal. Es el mismo que publicó otro estudio que señalaba que "2 horas al día a 17 grados durante 6 semanas podían reducir aproximadamente el 5% de la masa grasa de una persona".

Según Yoneshiro, este fenómeno -la quema de grasas- se acelera o se frena en función de la temperatura de nuestro entorno. Lo hace través de una sustancia que la ciencia bautizó como "grasa parda". Es el tejido adiposo marrón. Se le llama así por su alta concentración de mitocondrias, que son de color oscuro. Las mitocondrias son las "centrales de energía" de nuestras células, las que queman lo se ingiere a través de la nutrición. A diferencia de las grasas "blancas" que también tenemos en el cuerpo, el tejido adiposo marrón se activa con el frío y quema energía para producir calor.

La investigación que publica ahora en Nature Metabolism va más allá respecto a la relación entre esa grasa y el frío y el calor. Aporta evidencias sobre cómo las condiciones meteorológicas a las que estuvieron expuestos nuestros padres durante nuestra concepción y el embarazo "podrían tener efectos duraderos en nuestra fisiología" y, en concreto, en la actividad de nuestro tejido adiposo marrón durante toda nuestra vida.

Yoneshiro analizó a casi 700 personas sanas de entre 3 y 78 años. Los dividió en dos grupos: los que habían sido concebidos en una época de temperaturas frías ( entre el 17 de octubre y el 15 de abril) y aquellos, cuya concepción, se había producido en época cálida (entre el 16 de abril y el 16 de octubre).

Ha descubierto que "aquellas que fueron concebidas durante los meses más fríos muestran en su edad adulta "una mayor actividad del tejido adiposo marrón, mayor gasto energético, menor acumulación de grasa visceral -alrededor de los órganos- y un índice de masa corporal (IMC) más bajo, en comparación con aquellas concebidas en estaciones más cálidas".

Además, "las personas concebidas en entornos donde la temperatura media era más baja y donde las oscilaciones térmicas diarias eran mayores", según el estudio, también presentaban una actividad del tejido adiposo marrón significativamente más elevada años después.

Este hallazgo sugiere que el cuerpo humano "podría estar programado desde etapas muy tempranas para adaptarse a las condiciones climáticas predominantes" en el entorno que cree que va a encontrar. Si es frío, nos prepara para un entorno frío, si es cálido, para uno más cálido. Si viajamos mucho durante la vida, probablemente también lo notaremos. Aunque de esto no habla el estudio. Lo que si señalan los datos es que "las condiciones frías durante el desarrollo fetal y la concepción se correlacionan con una mayor capacidad del organismo para activar su fábrica de calor".

Obesidad y trastornos metabólicos

Los autores insisten: aunque los hábitos alimenticios y el ejercicio son indicadores clave de la pérdida de grasa, la exposición al frío y al calor también influye. El trabajo de Yoneshiro plantea que la temperatura a la que estuvieron expuestos nuestros progenitores juega un papel importante en cómo nuestro cuerpo regula el almacenamiento de grasa y el gasto energético. Su tesis principal es que "hay tantas diferencias en la actividad del tejido adiposo marrón que no pueden explicarse únicamente por factores genéticos o por el estilo de vida actual". Y añade: "Los resultados de nuestro estudioapuntan a una influencia ambiental durante etapas críticas del desarrollo”.

Su estudio anima a los investigadores a abrir una nueva vía para entender "cómo el entorno moldea la salud humana desde mucho antes del nacimiento". El propio autor admite, no obstante, que se necesitan más estudios para comprender completamente los mecanismos biológicos implicados, así como para comprobar si estos efectos se replican en otras poblaciones -este se ha hecho en Japón- con diferentes climas y estilos de vida.

Javier Ruiz Martínez

Javier Ruiz Martínez

Redactor de temas de sociedad, ciencia e innovación en la SER. Trabajo en el mejor trabajo del mundo:...

 

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