La industria de la animación en España: un crecimiento sostenido, muy concentrado y con retorno de la inversión pública
La Federación de Animación y Efectos Visuales (Diboos) presenta su Libro Blanco, una radiografía de la situación del sector, las tendencias y la capacidad de nuestras producciones para exportar la marca España

Fotograma de Tadeo Jones / CEDIDA

Madrid
En una época de incertidumbre en las salas de cine con acumulación de películas y producciones que no recuperan las inversiones, el cine de animación se ha consolidado en los últimos años como una de las apuestas más solventes en la taquilla española. No solo gracias a títulos familiares de los grandes estudios americanos, sino también a películas españolas que han conectado con la audiencia, como los repetidos éxitos de 'Tadeo Jones' o 'Momias'. A eso, la industria española suma otras producciones independientes, algunas dedicadas a un público más adulto, que han tenido un excelente recorrido internacional por festivales o premios. Ahí están ejemplos como 'Unicorn Wars', 'El sueño de la sultana', 'Robot dreams', la película de Pablo Berger nominada al Oscar el año pasado, o los trabajos de Alberto Mielgo, ganador del premio de la Academia de Hollywood con el cortometraje 'El limpiaparabrisas'. Los datos cualitativos y creativos, los que demuestran que nuestras producciones pueden competir a nivel de calidad de tú a tú en un mercado competitivo, hay que añadir la buena senda económica de un sector en crecimiento que, aún así, tiene algunos retos.
La industria de la animación ya no es la hermana pequeña dentro del sector audiovisual. Como siempre defienden los autores y creadores, la animación no es un género ni un formato, es un medio más para contar historias, ya sea en un largometraje, en series o en documentales. Según los datos recogidos en el Libro Blanco de la Federación de Animación y Efectos Visuales (Diboos), la animación representa el 20% del total del volumen del sector del audiovisual en España. "Somos 300 empresas especializadas de todo tamaño, se generan miles de empleos directos e indirectos y esto significa que la gente que trabajamos en animación representamos el 21% del total del audiovisual. No somos un sector pequeño o un sector lateral, y además se exporta el 70% de lo que producimos", defiende Nathalie Martínez, presidenta de esa asociación que concentra a las principales productoras de animación de nuestro país. "Estamos ante un panorama de brotes verdes o de primeras florecillas, llevamos mucho tiempo sembrando, pero también es importante establecer estrategias de colaboración público-privadas para tener una industria más competitiva en lo económico y en nuestro valor cultural que refleja nuestra identidad y proyecta hacia el mundo la marca España".
Más allá de los éxitos notorios en premios y festivales, este informe expone los datos económicos para medir la salud del sector a nivel empresarial, laboral y también geográfico. La facturación de las empresas de animación en los últimos años ha pasado de 576 millones de euros en 2020 a 611 millones de euros en 2022 y 604 millones en 2023. Unos datos que confirman un avance y crecimiento de un sector muy dependiente del apoyo público y las ayudas, pero que también deja en las arcas públicas parte de estas ganancias. Por ejemplo, en 2023 el 43% de lo facturado, es decir, el Estado ingresó 260 millones de euros -entre impuestos y fiscalidad- de los más de 600 generados. Esto demuestra, en este caso, que cada euro invertido en ayudas públicas en animación genera 16,5 euros en impuestos para toda la población. Este es uno de los principales datos macroeconómicos del estudio, pero la letra pequeña también revela otras cuestiones interesantes.
El sector de la animación está formado en total por 310 empresas, lo que suponen un 10,3% del total de la industria audiovisual, pero la mayoría son empresas pequeñas con pocos trabajadores. Esto provoca que pocas de estas compañías crezcan para convertirse en medianas, es decir, hay voluntad de emprendimiento pero a la vez no consiguen crecer a un intervalo mediano. El rango de facturación más común entre las empresas del sector es de 100.001€ a 500.000, el 65% se mueve en esta franja, y a su vez sí están aumentando de manera exponencial las que facturan ya entre un y dos millones de euros. La mayoría de estas empresas se concentran entre Madrid y Barcelona, los dos grandes núcleos urbanos aglutinan el 80% de la facturación y casi el 60% de las empresas, lo que dibuja un mapa de una España también vaciada que urge adoptar medidas que atraigan este tipo de negocios, siendo además un sector que fomenta el teletrabajo y la posibilidad de participar en producciones desde cualquier punto del país. Mientras Madrid, además de por su capitalidad, es un polo de inversión que concentra televisiones y plataformas, Barcelona es el gran centro de producción gracias a las políticas públicas y la inversión en producciones en lenguas cooficiales del Estado. Le siguen otras regiones como Valencia, Baleares, Galicia o Euskadi, todas con planes de financiación y fiscalidad.
En cuanto al empleo que está generando un sector que ha crecido un 4,85% durante los últimos años pese a la pandemia, las huelgas de creadores y el aumento de los costes de producción, los trabajadores de la animación han crecido en un 32,5%. Esta cifra supone casi el doble que en el audiovisual en general y, además, son empleos de calidad por los largos procesos de cada proyecto y las condiciones económicas. El 75% de los empleados son fijos y el 25% eventuales según las necesidades de cada producción, aunque aquí también hay que revisar la letra pequeña al considerarse fijos muchos contratos de año o año y medio, lo habitual para un trabajo de animación. Los salarios en el sector también están por encima de la media, 32.000 euros anuales frente a los 30.000 del sector audiovisual en general y de los 24.000 brutos del conjunto de España. Incluso la distribución de los empleos es esperanzadora entre hombres y mujeres, con una proporción del 57,90% y el 42%, muy por encima de la media pero con el reto de derribar el techo de cristal. Es un dato que acerca la paridad pero no existe una alta proporción de mujeres directoras o productoras, la mayoría está en posiciones base.
Por último, los propios desequilibrios territoriales que muestran los datos económicos evidencian la dependencia del sector del apoyo público. Existe una alta dependencia de los operadores frente a las plataformas o la televisión lineal. Y en este apartado también hay cuestiones interesantes, como Cataluña liderando las ayudas a la producción de largometrajes y series muy distanciada del resto -invierte diez veces más que Madrid- y la constatación de que donde se invierte en animación se asienta el sector. "La industria de animación existe en aquellos lugares en los que el sector público tiene algo que decir sobre el sector. Cataluña, Valencia y Baleares tienen una lengua cooficial y existen ayudas a la animación. Lo mismo pasa con Galicia o con el País Vasco, que además tiene incentivos fiscales mejorados", añade Iván Agenjo, vicepresidente de Diboos. No obstante, la Federación de Animación y Efectos Visuales también señala algunos desafíos futuros que pasan por la necesidad de incorporar personal especializado y evitar la fuga de talentos, por ser competitivos a nivel mundial en una industria muy deslocalizada por sus flexibles condiciones de trabajo y por el incremento del límite de intensidad de las ayudas públicas al 75%, es decir, por aumentar esta cifra de cara a contar con mayores presupuestos.

José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...




