Patricia Eguidazu: "Somos un muñeco de las grandes distribuidoras de fast fashion"

Madrid

En el año 2021 la industria de la moda estaba valorada en tres trillones de euros en todo el mundo o, lo que es lo mismo, el 2% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial. Dos de esos tres trillones de euros se atribuyen exclusivamente al sector femenino, pues la mujer consume el doble de moda que el hombre. La industria está posicionada, además, como la más contaminante, con una producción al año de 100 billones de prendas, de las que 50 billones acaban en vertederos antes de que haya pasado 12 meses de su compra.

"En 2019 decidí que debía dejar de comprar ropa. Acababa de comprar tres pantalones exactamente iguales, sin llegar a planteármelo siquiera, y eso me hizo caer en la cuenta del problema", ha contado Patricia Eguidazu, autora de El día que dejé de comprar ropa, un libro que pretende enseñar a practicar un consumo responsable de ropa y que ha presentado este martes en La Ventana.

"La moda rápida ha invadido a la industria de la moda. Hay que recordarle al consumidor que su voluntad está en manos de las grandes distribuidoras. Deben recuperar la libertad de pensamiento, aplicando espíritu crítico en sus acciones de compra. Nadie se mira al espejo y analiza las necesidades de su vida, simplemente queremos una prenda porque otras personas la tienen", ha explicado Eguidazu.

Esta industria además se centra mayoritariamente en el consumo del sector femenino:"Las mujeres no necesitan más ropa que los hombres, solo que responden con mayor ansiedad a la compra de prendas de vestir. El consumo de ropa puede convertirse en una adicción, debemos empezar a pensar porque necesitamos esa prenda que no tenemos en el armario simplemente porque haya alguien que decidió en algún momento que la necesitabas", ha explicado la autora.

El proceso no es "sencillo ni rápido", pasa por entender que "tienes un problema y a partir de ahí reconstruirlo". La escritora incitaba a "revelarse" para entender que te tienes que liberar, que te tienes que hacer valer, que ahora mismo eres un muñeco de las grande distribuidoras de moda rápida".

En ocasiones esas acciones de compra compulsiva pueden generar una culpabilidad que tratamos de paliar con la donación de la ropa que ya no queremos. "Es una excusa, no es la solución. Hace falta muy poca ropa, en el mundo hacen falta muchas cosas, pero ropa no". De esta misma necesidad de sentir que hacemos un consumo de ropa responsable nace en los últimos tiempos los puntos de reciclaje: "Para reciclar hemos primero de entender las composiciones de los tejidos. El poliéster mezclado no se puede reciclar, todo esto es necesario saberlo antes de comprar, si no es inútil", ha explicado la autora.

Al año se acaba tirando la mitad de la ropa que se produce. Además, las empresas, para no devaluar las prendas de nueva temporada, queman y destruyen los excedentes de las rebajas. "Quieren que parezca que después de una temporada todo desaparece y es necesario comprar la siguiente", ha resaltado.

Deberíamos usar 30 veces cada prenda como mínimo

El uso mínimo que le deberíamos dar a una prenda de ropa son "30 veces". "El dicho 'lo barato sale caro' en esta industria ya no funciona, hoy en día lo caro sale caro. El precio no refleja la calidad de la prenda. Las empresas multiplican por seis el coste de producción para determinar el precio, por eso incluso en rebajas siguen teniendo un amplio margen de beneficio", ha finalizado Eguidazu.