Un músico se encierra en un escaparate en Madrid durante 13 días para explorar la soledad y lo transmite en vivo
Xavibo presenta su performance "Aprendiendo a estar solo" en el barrio de Malasaña
El músico Xavibo, de Palma de Mallorca, ha decidido encerrarse durante trece días en un escaparate en pleno centro de Madrid como parte de una performance titulada "Aprendiendo a estar solo". La iniciativa ha sorprendido a vecinos y transeúntes del barrio de Malasaña, donde el artista lleva ya ocho días viviendo a la vista de todos.
En el espacio, una antigua tienda de ropa en una esquina concurrida del barrio, ya no hay bolsos ni zapatos. Ahora es el "hogar" de Xavibo. A través de grandes ventanales, cualquiera puede verlo leer, tocar la guitarra, comer, dormir o incluso jugar con una consola que le regaló un seguidor. Todo se transmite en directo, las 24 horas del día, por su canal de YouTube.
Más información
"Mentalmente, es muy duro estar en directo 24 horas al día. También es muy difícil para él no interactuar con la gente que pasa. Algunos le golpean el cristal y los hay muy insistentes, especialmente por la noche, porque esto es una zona de bares y pasa mucha gente borracha que no le deja dormir", comenta Jokki, el realizador que se encarga de la retransmisión por YouTube a EFE.
Desde fuera, las reacciones son de todo tipo. Algunos curiosos se detienen por minutos hipnotizados. "Parece un animal en un zoo", comentan los visitantes.
Sin embargo, no todos ven el gesto como arte. "Todo esto es marketing", dice un hombre al pasar, señalando que la acción coincide con el lanzamiento de una nueva canción de Xavibo que habla precisamente de la dificultad de salir de casa y socializar cuando no se tienen ganas. Su próxima gira, llamada "No te enamores", también gira en torno a la idea de vivir sin pareja y reivindicar la soltería en una sociedad que muchas veces la estigmatiza.
Mientras tanto, el escaparate de Malasaña se ha convertido en un pequeño fenómeno cultural y mediático. Cámaras de televisión, artistas urbanos y espectadores espontáneos se dan cita a diario frente al vidrio que separa al músico del resto del mundo.