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Abel Azcona, artista: "El mayor acto de amor de mi vida fueron los tres intentos de aborto de mi madre"

Azcona se reencontró con su madre biológica en el Círculo de Bellas Artes de Madrid el mismo día que se cumplieron 37 años desde que ella lo abandonó tras nacer

Radio Lindo | Entrevista a Abel Azcona

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Madrid

El 1 de abril de 2025, el artista Abel Azcona se subió al escenario del Círculo de Bellas Artes de Madrid para encontrarse por primera vez cara a cara con su madre biológica. No se trataba de un reencuentro íntimo ni de una conversación privada: era una 'performance', una obra de arte viva, cruda, desnuda. Delante de medio millar de personas, Azcona dio forma a una de las piezas más personales y reveladoras de su ya extensa y controvertida trayectoria artística. Fue también el día que cumplió 37 años, exactamente el mismo tiempo que había pasado desde que aquella mujer, Victoria Luján Gutiérrez, lo abandonó a los pocos días de nacer en una clínica madrileña gestionada por una congregación religiosa.

La escena no se concibió como una reconciliación convencional. Como en muchas de sus 'performances anteriores', Azcona utilizó su propia vida, sus traumas, sus heridas, como materia prima artística. Azcona ha contado en Radio Lindo, junto con Elvira Lindo y Carles Francino, el proceso de la performance, esa lucha de toda la vida con su cuerpo, con el arte, en sus propias palabras, para entender su historia. "El mayor acto de amor de mi vida fueron los tres intentos de aborto de mi madre, porque si lo hubiera conseguido, hubiera sido una gran medida de protección de infancia y no hubiera sufrido lo que después sufrí", ha afirmado.

Abel Azcona (Madrid, 1988) nació fruto de un embarazo no deseado. Su madre, entonces joven y politoxicómana, intentó abortar sin éxito. Tras el parto, lo abandonó en la propia clínica. Fue entregado a un hombre que decía ser su padre y que terminó criándolo en una familia desestructurada en Pamplona, marcada por el narcotráfico, la delincuencia y los abusos.

"Mi madre estaba en la calle. Había sufrido violencia, había sido prostituida en muchos lugares. Se quedó embarazada de un cliente a los diecisiete años. Ella intenta interrumpir el embarazo en Pamplona hasta en tres ocasiones. No se le permitió así que siguió con el embarazo pensando que, por su estilo de vida, se interrumpiría de manera natural. Ella bajó a Madrid y, en un momento, se puso de parto y fue a la maternidad de Madrid en la que atendían a mujeres prostituidas. Yo nací con síndrome de abstinencia y casi muerto. En mi traslado hasta el hospital Niño Jesús para dejarme en la incubadora, se marchó", ha comenzado relatando el artista.

Desde los primeros años de vida, Azcona fue víctima de abandono, maltrato físico y sexual, desnutrición y negligencia. A los cuatro años, comenzó a ser acogido puntualmente por una familia navarra conservadora, que más adelante lo adoptaría formalmente. "Era un territorio de violencia, hambre y penurias. Tuve abuso infantil. Lo normal es no salir de ahí, pero al haber una historia de secuestro, interviene la Policía Nacional y me quedo en un piso de acogida hasta que me adopta una familia católica", ha contado el artista sobre su adopción.

Pero la estabilidad tampoco llegó allí. Fue expulsado del colegio católico a los 13 años y, tras varios episodios de violencia, ingresado en dos clínicas psiquiátricas a los 16. A los 18, rompió todo lazo con su familia adoptiva, regresó a Madrid en situación de calle y sobrevivió ejerciendo la prostitución y cometiendo pequeños delitos. "Tengo la dicotomía entre el mundo de la calle y mis abusos sexuales y la educación católica de adoptado. A los diecisiete me echan de casa, cambian las llaves para que no vuelvan y me veo en la calle ejerciendo la prostitución, consumiendo drogas y me vi convertido en mi madre sin querer", ha relatado.

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Para él, el arte no ha sido tanto un refugio como una herramienta de visibilización, de denuncia y de afirmación personal. Empezó a crear en la adolescencia, interviniendo en las calles de Pamplona con acciones provocadoras que trataban temas como el abandono, la violencia, la sexualidad o la religión. Su cuerpo y su historia se convirtieron en el principal soporte de su obra. Ha sido detenido en varias ocasiones, señalado por sectores conservadores, y aclamado internacionalmente por instituciones del arte contemporáneo que valoran la potencia testimonial de su trabajo. "El arte me ha dado aire y vida. Si no hubiera encontrado esta forma de entender mi relato, yo estaría muerto, te lo garantizo", ha asegurado Azcona.

En una video-performance anterior realizada en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, la propia Victoria Luján narró su historia: reconoció no saber quién es el padre de Abel, explicó cómo lo encontró años después y expresó un deseo: «Ojalá algún día pueda perdonarme. No le pediría nada más que eso», dijo Luján. Pero Azcona no quiere hablar de perdón. "Yo le tengo un poco de tirria al perdón por mi educación católica. Sí que ha habido un año y medio, desde que ella apareció, que he ido adecuando nuestras historias y me he dado cuenta de que lo que yo había vivido desde niño, ella lo había vivido también, entonces darnos la mano desde la rabia del abandono ya no tenía sentido. No fui a encontrarme con la madre que me abandonó, sino con la madre que ha vuelto a buscarme", ha contado.

Cuando Elvira Lindo le ha preguntado por el encuentro con su madre, ha respondido que fue un momento muy duro para ella. "Fue un día muy duro para ella. Verla entrar muy nerviosa, aunque contenta, casi una hora de la mano en silencio y la gente soportando la performance y todos llorando, fue algo curativo y necesario". Y, sin embargo, su arte ha sido, en cierto modo, la única manera posible de escribir ese relato. Un relato doloroso, incómodo, a veces insoportable para una sociedad como la española, que —según Azcona— prefiere las víctimas perfectas y los finales felices.

Para finalizar, ha denunciado que su caso es uno más de muchísimos que se dan en nuestro país y que no tienen la visibilidad que deberían. Como ha explicado el propio Azcona, en España, 22.000 niños están en situación de desamparo. "Se lo dije a la ministra de Infancia, Sira Rego. No puede ser que haya encontrado a mi abusador y no le pueda denunciar porque ha prescrito el delito. El sistema ha fallado en todo momento. No fue tampoco una adopción idónea en absoluto. Y no es tan raro, en la performance había casi 70 personas con una historia muy similar a la mía", ha finalizado.

Álvaro García-Dotor

Álvaro García-Dotor

Periodista cultural. Redactor en La Ventana.

 

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