Criptomonedas: la nueva arma de Rusia en la guerra de la desinformación
El Foro contra las Campañas de Desinformación del Departamento de Seguridad Nacional (DSN) alerta que las criptodivisas se han convertido en un peligroso método de financiación en auge para sembrar campañas de desestabilización

Cryptocurrency bitcoin in hand / Jasmin Merdan

Detrás de la desinformación hay expresiones más que habituales, como bulos o fake news, pero la desinformación esconde multitud de conceptos no tan conocidos como 'Arenques podridos' (Rotten herrings), Astroturfing, Cherry-picking (Recolección de cerezas), Debunking (Desenmasacar/desacreditar), Factoide, Firehosing (Manguera de falsedades), Paltering, Prebunking, Catfishing, Cheapfake, Hack&Leak operations o Killchain. Cada uno de ellos está recogido en el glosario del Foro contra las Campañas de Desinformación del Departamento de Seguridad Nacional (DSN) que se puede consultar aquí.
Entre todos ellos, hay uno especialmente inquietante: Doppelgänger. Esa expresión se emplea específicamente para “operaciones de influencia rusa que utilizan una red de clones, reproduciendo diseños y dominios de medios auténticos occidentales, para difundir artículos, vídeos y/o encuestas falsas”. Se nutren de la Inteligencia artificial (IA) generativa, a través de sistemas de generación masiva de datos nuevos que “imitan el contenido creado por humanos mediante el uso de algoritmos avanzados”.
Sin duda Rusia ha sabido capitalizar mejor que nadie el poder de la desinformación. Ese poder se alimenta gracias a la financiación oscura que ampara el mundo de las criptomonedas. Los expertos que han participado en el capítulo sobre ‘Monetización y Economía de la Desinformación’ han analizado el modelo de negocio en las operaciones de desinformación digital. “Actores estatales y no estatales aprovechan el aparente anonimato y carácter transnacional de las criptomonedas para financiar, organizar y mantener redes que buscan desestabilizar democracias y sembrar desconfianza en las instituciones”, según se detalla en la segunda edición del Foro contra las Campañas de Desinformación del DSN. Esos pagos en criptomonedas abren la puerta a un auténtico escaparate de herramientas fraudulentas para esconder sus ataques, desde servidores escondidos, hasta servicios de alojamiento en línea, “fundamentales para crear y gestionar sitios web de noticias falsas, redes de bots y perfiles en redes sociales que amplifican sus campañas de influencia”.
La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) ha identificado numerosas direcciones de criptomonedas vinculadas a individuos y organizaciones que “participan en estas campañas de desinformación y ha impuesto sanciones a quienes financian y apoyan estas actividades”. Según detallan los expertos coordinados por Carlos Galán Cordero, director del Máster en Análisis de Inteligencia y Ciberinteligencia de la Universidad Antonio de Nebrija, “las criptomonedas, como Bitcoin y USDT, se han utilizado para recolectar donaciones que financian operaciones militares y propaganda, con actores como el medio de desinformación ruso SouthFront y el grupo paramilitar Task Force Rusich”.
SouthFront, por ejemplo, solicitó cripto donaciones en su página web, ·dando instrucciones a sus seguidores para transferir fondos desde billeteras personales, evitando de esta manera intermediarios". Específicamente en el caso de Task Force Rusich, grupo vinculado a la guerra en Ucrania, “se ha encontrado evidencia de la utilización de criptomonedas para financiar la compra de equipos militares y difundir propaganda que apoya los objetivos del gobierno ruso”. Además, estos grupos emplean servicios de venta de cuentas robadas y de alojamiento en servidores anónimos, que también aceptan pagos en criptomonedas.
Las criptomonedas se han convertido en la nueva arma de Rusia en la guerra de la desinformación. En la Deep Web existen multitud de plataformas que “venden cuentas comprometidas de redes sociales, facilitando a los actores de desinformación hacerse pasar por usuarios reales y alcanzar grandes audiencias de manera masiva”. Estos servicios, "a menudo en idiomas extranjeros como el ruso, permiten la adquisición de cuentas a gran escala y brindan a los actores maliciosos la capacidad de escalar sus campañas sin ser detectados".
Esas cuentas necesitan anonimato. Es ahí donde entran en juego proveedores de infraestructura offshore, “como el servicio de alojamiento web Shinjiru permitiendo que las campañas de desinformación se mantengan activas sin riesgo de supervisión regulatoria”.
La invasión rusa en Ucrania ha demostrado cómo los grupos paramilitares y actores prorrusos han utilizado a diario plataformas de mensajería como Telegram para pedir donaciones en criptomonedas. Esos fondos han sido utilizados para generar ruido, “desinformación y actividades militares”.
Los investigadores del Foro del Departamento de Seguridad Nacional no se aventuran a poner cifras exactas a la monetización del negocio de la desinformación por la complejidad de conseguir un cálculo preciso y certero. Pero sí apuntan que “algunos de estos actores han recibido millones de dólares en criptomonedas, fondos que luego fluyen a cuentas de intercambio donde se convierten en moneda fiduciaria para financiar diversas actividades ilícitas”.
A nivel policial, el rastreo de criptomonedas se ha convertido en una herramienta indispensable para detectar a las mafias que hay detrás del crimen organizado; también los grupos terroristas que se nutren cada vez más de este tipo de financiación, y por supuesto, los actores de campañas de desinformación.
Ese rastreo es complejo, pero como apuntan los investigadores, “con el tiempo, las empresas de análisis del blockchain han colaborado con agencias públicas para rastrear transacciones en criptomonedas vinculadas a diversas actividades ilícitas para que analistas e investigadores puedan usar técnicas de rastreo de criptomonedas tanto para ampliar su comprensión de las redes criminales como para interrumpirlas de manera efectiva”.
China e Irán
Además, de Rusia, en informe también analiza la amenaza que representan otras potencias como China e Irán para desarrollar campañas de manipulación e injerencia en la información. En el caso del gigante asiático "utiliza su poder económico para expandir su influencia a través de la desinformación", según detallan los investigadores del informe del DSN. China se dedica a invertir en medios de comunicación estatales y plataformas digitales para "difundir propaganda y controlar la narrativa". Esas acciones se han intensificado desde la pandemia de la COVID-19 "mediante la cooptación de voces en redes sociales para mejorar su imagen en el extranjero".
En cuanto a Irán, "se enfoca en difundir propaganda antioccidental y movilizar apoyo para su agenda geopolítica". Lo hace a través de grupos cibercriminales y hacktivistas que despliegan campañas de desinformación "dirigidas, entre otros, a EE. UU., Israel, utilizando tanto medios estatales como plataformas digitales (Telegram o X) para maximizar el alcance de sus narrativas y desacreditar a sus adversarios".
El Departamento de Seguridad Nacional ha presentado la segunda edición del Foro contra las Campañas de Desinformación en el marco de la Seguridad Nacional. Este Foro nació con el objetivo de entender mejor la amenaza que suponen las campañas de desinformación, analizar su impacto y actuar para neutralizarlas. Este Foro lo preside la directora del Departamento de Seguridad Nacional, la general Loreto Gutiérrez Hurtado, que defiende "el espacio de colaboración entre instituciones públicas y sociedad civil, sector privado y academia, que han logrado afianzarse como un mecanismo eficaz para impulsar la generación e intercambio de conocimiento sobre el riesgo que la desinformación supone para el Estado Democrático".
El trabajo completo se puede consultar aquí.

Javier Bañuelos
Redactor Jefe en la Cadena SER responsable de la información sobre Interior y Defensa. Soy diplomado...




