Rancho Izaguirre: el lugar donde se entrenaba a sicarios del narco

Raúl Servín no sabe si hablar de su hijo en presente o futuro. Desapareció el 10 de abril de 2018, cuando un grupo de encapuchados armados intentó secuestrar a un amigo y él decidió ir en su auxilio. Su arrojo tuvo un coste altísimo, porque se lo llevaron junto a otros tres hombres y, desde entonces, Raúl Servín no sabe nada del joven. Este padre es uno de los familiares que, desde hace casi un mes, busca pistas en el rancho Izaguirre de Teuchitlán, un lugar que los medios han llamado "la escuelita del terror" o el 'Auschwitz mexicano'.

Las autoridades del estado de Jalisco irrumpieron en el rancho Izaguirre en septiembre, pero no trascendieron muchos detalles de cómo era por dentro. Solamente se supo que se había procedido a la detención de 10 personas y al rescate de dos. En la opinión pública ha calado la idea de que hubo una negligencia por parte de las autoridades por comunicar los objetos que encontraron y la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha criticado a la Fiscalía local, que supuestamente tenía el predio en custodia desde septiembre.

La opacidad saltó por los aires cuando los Guerreros Buscadores de Jalisco, la asociación de la que forma parte Raúl, entró por su cuenta en el recinto meses después. Este colectivo, que representa a 455 familias, se topó con un panorama inesperado: "Yo fui el que abrió el portón. Ingresamos y vimos ropa tirada, calzado, mochilas, carteras, gorras. No puedo describirlo porque no dejo de pensar en todas las personas que estuvieron en ese lugar", relata Servín.

Centro de entrenamiento de sicarios

La investigación está en una fase preliminar, pero todo apunta a que el lugar fue un centro de entrenamiento de sicarios, donde se pudo torturar y matar. Esa hipótesis ha empujado a familias de todo México a buscar alguna respuesta sobre sus seres queridos desaparecidos en ese recinto. Desde el pasado cinco de marzo, centenares de personas están peregrinando al rancho Izaguirre en Teuchitlán, para encontrar pistas del paradero de sus hijos, hermanos o amigos. Este centro, cuyas imágenes han dado la vuelta al mundo, está en el estado de Jalisco y se ha convertido en un símbolo de la violencia con la que, muy a su pesar, conviven los mexicanos. "Son siete años de incertidumbre, de dolor y de tristeza por no saber dónde está mi hijo. Si está muerto quiero recuperar el cuerpo para darle cristiana sepultura", relata Raúl Servín.

El Auschwitz del narco

Aunque la investigación está en una fase muy incipiente, todo apunta a que el rancho pertenece al cártel Jalisco Nueva Generación y que en esas instalaciones entrenaban a sus sicarios. Carlos Pérez Ricart, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas especializado en narcotráfico, sostiene que "esto pudo ser igual a Auschwitz, un lugar para deshumanizar. Son centros de deshumanización, donde se entrena a personas para que puedan torturar, asesinar a mansalva. Desde hace 20 años existen centros de adiestramiento de sicarios en México".

La quinta empresa del país

La pregunta es por qué familiares de chavales, que desaparecieron después de ir a una oferta de trabajo aparentemente inocente o que fueron capturados en plena calle, creen que sus hijos pudieron acabar en un centro de reclutamiento del narco. Para Carmen Morán, periodista de larga trayectoria en la delegación de EL PAÍS en México, esta situación refleja la envergadura del narcotráfico en la zona. "El narco es la quinta empresa empleadora del país con 180 mil personas a su servicio. La violencia ha ido en aumento y los jóvenes ya no van voluntariamente. Ahora van secuestrados". Cuando se le pregunta a Raúl Servín si no se siente intimidado por los narcos o si recibe amenazas por seguir buscando la verdad es cauto, no quiere incomodar a quien detenta el poder: "No queremos problemas con el gobierno, ni con los cárteles. Sólo queremos saber dónde están nuestros hijos. Nada más".