"Íbamos perdiendo clientes, lo pasamos canutas": Pepe Rodríguez revela lo duro que fue dejar atrás su "casa de comidas"
La transformación de 'El Bohío' no recibió una buena acogida en sus inicios

"Íbamos perdiendo clientes, lo pasamos canutas": Pepe Rodríguez revela lo duro que fue dejar atrás su "casa de comidas"
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Aunque Pepe Rodríguez se ha criado entre fogones y emplatados, la hostelería y la cocina nunca estuvieron en sus planes. Pero todo cambió cuando su madre, que estaba al frente del restaurante 'El Bohío', heredado de la abuela del jurado de 'MasterChef' y que aún era una tasca que se dedicaba a la cocina más tradicional, enfermó y la familia tuvo que arrimar el hombre. Pepe y su hermano Diego ayudaban en el negocio familiar como camareros, sirviendo las mesas, pero fue esta la primera vez que el de Illescas tuvo que enfrentarse al cocinado.
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Como ayuda, los hermanos llamaron a un cocinero de Valencia que había trabajado en un restaurante con estrella Michelín, y fue entonces cuando Pepe Rodríguez conoció la alta cocina. "Nosotros hacíamos una cocina de mesón castellano, en la carretera entre Madrid y Toledo, y de pronto viene ese cocinero... No tenía nada que ver", explicaba el jurado de 'MasterChef'. El cocinero recuerda que la forma de emplatar, la forma de trabajar, la disposición y la elegancia, dejó a todos "embelesados". Inmediatamente, sin aún saber que entraría en la cocina, tanto él como su hermano ya supieron que esa era la cocina que querían hacer.
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Y es entonces cuando, Rodríguez, aludiendo a una frase de Santi Santamaría, escritor de 'La ética del gusto', "no cocino para alimentar, cocino para emocionar", siente un "chispazo" y se da cuenta de que eso es lo que quiere lograr y lo hace en el propio 'El Bohío', espacio que tuvo que hacer esa misma transición. Pasar de alimentar para quitar el hambre a realizar un nivel de cocina superior, que tratar de ofrecer una experiencia gastronómica excepcional.
"Vas perdiendo unas cosas"
Este cambio se planteaba muy arriesgado para un sitio que llevaba tantas décadas dando de comer a los transeúntes, además del gasto que supone contratar gente nueva y los productos para llevar a cabo la innovación. "Ha sido un esfuerzo muy duro, pero no ha sido muy pensado, porque si lo hubiésemos pensado bien, no lo habríamos hecho. Las cosas a veces salen porque uno tiene un sueño, pero si hubiésemos tenido un economista al lado que nos hubiese dicho cómo se hace me hubiera dicho: '¿Estáis tontos? Aquí, en un pueblo", contaba.
Pero el proceso no ocurrió de la noche a la mañana. Pepe Rodríguez aprendió de su manera y de este chef valenciano, lo que le impulsó a perseguir la ambición de conocer una cocina más elevada. Va a Madrid a trabajar como "currito", a Benalmádena con un cocinero vasco que le recomienda a Martín Berazategui, y así, poco a poco, fue formándose.
Y una vez arrancado el cambio, Pepe Rodríguez no tiene problema en reconocer que la reacción inicial no fue del todo positiva. "Íbamos dejando clientes que no nos entendían, pero eso es normal. En este tipo de restaurantes donde hay una transformación vas perdiendo unas cosas y vas ganando otras. Hasta que te enganchas, se habla de ti y ganas esas otras, que se supone que es un poco de prestigio, son canutas como las pasas."




