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Te puede cambiar la vida: todo lo bueno que pasa en tu cuerpo si tu dormitorio no llega a 20 grados, según una experta en metabolismo

La explicación de la doctora Susanna Søber pretende inspirar a todos los que duermen con calefacción durante el invierno

Imagen de archivo de una mujer durmiendo en la cama / Maria Korneeva

Imagen de archivo de una mujer durmiendo en la cama

A la hora de lograr un descanso de verdad, muchos hemos probado de todo: colchones de última generación, rutinas de relajación o incluso aplicaciones de meditación guiada. Sin embargo, hay un elemento fundamental que suele pasarse por alto: la temperatura del dormitorio. Si bien hace un par de años un grupo de científicos de Harvard nos decía que la habitación tenía que estar entre 20 y 25 grados, una experta dice en metabolismo dice ahora que no es así.

La doctora Susanna Søberg habló recientemente en el pódcast Feel Better, Live More del Dr. Rangan Chatterjee sobre la importancia de este aspecto. Según explicó, mantener el dormitorio a unos 19°C puede marcar una gran diferencia en la calidad del sueño, algo especialmente relevante para quienes acostumbran a dormir con calefacción durante el invierno.

Cómo activar procesos metabólicos buenos al dormir

Søberg afirma que una temperatura adecuada no solo favorece el descanso profundo, sino que también influye positivamente en la salud general. Es más, no se muestra contraria a bajar un poco de esos 19. ¿Por qué? Más allá del sueño, descansar en un entorno fresco también puede activar ciertos procesos metabólicos beneficiosos. La doctora hizo referencia a la llamada grasa parda, un tipo de tejido graso considerado saludable. Esta grasa se activa cuando el cuerpo está expuesto a temperaturas frías, y desempeña funciones clave como estimular el metabolismo, incrementar el gasto calórico y ayudar a regular la temperatura corporal.

Dormir en una habitación a 19 grados, aunque no parezca extremadamente frío, puede estimular la producción de grasa parda. Según Søberg, en estudios realizados se observó que, tras solo un mes durmiendo en estas condiciones, los participantes no solo aumentaban su grasa parda, sino que también mostraban una mayor sensibilidad a la insulina y mejoras en la presión arterial.

La calefacción sería como cortar el proceso

Durante el sueño, la temperatura corporal tiende a descender de forma natural, una señal interna de que es hora de descansar. Si el entorno es demasiado cálido, este descenso puede verse obstaculizado, lo que provoca un sueño más superficial e interrumpido. Un ambiente ligeramente fresco puede, por tanto, prevenir trastornos como el insomnio o la apnea del sueño.

¿Y los que dormimos con calefacción? Hay que cambiar de estrategia. La recomendación es adaptar el dormitorio con mantas térmicas ligeras o edredones que conserven el calor de forma equilibrada.

 

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