Alex Garland: "Los políticos que buscan la guerra deberían ir a un hospital psiquiátrico, la guerra es un estado irracional"
El director regresa con 'Warfare', una inmersión en un combate en la Guerra de Irak que cuenta lo que vivió Ray Mendoza, codirector del filme y ex marine

Ray Mendoza y Alex Garland en la premiere en Los Ángeles de 'Warfare (Photo by Jesse Grant/Variety via Getty Images) / Variety

Madrid
Después del 11 de septiembre y de las políticas belicistas que el gobierno de George Bush llevó a cabo, la pensadora Judith Butler escribió un libro titulado Vidas precarias, que trataba de explicar la vulnerabilidad del país en ese momento, y el poder de la violencia para salir de cualquier situación. En él hablaba de algo que, en el fondo, está en todas las películas bélicas que ha hecho Hollywood, el borrado del enemigo. Si Apocalypse Now era Vietnam, como dijo Coppola, era entonces un Vietnam sin los vietnamitas. Esa distinción que en cada filme bélico se establece, entre las vidas que merecen el luto y las que no, está también en la última aventura bélica del director Álex Garland, Warfare.
"Nuestro trabajo consiste en intentar recrear esto con la mayor precisión posible, entonces todo fluye a partir de ahí", nos decía en una entrevista en Madrid acompañado del codirector de la película, Ray Mendoza, que fue un soldado real y que vivió todo lo que cuenta la película. Él es más duro que Garland. "Solo comparto mi experiencia, creo que veo la guerra de manera diferente. Si volviera a empezar y tuviera que volver, probablemente volvería sin pensarlo. Tengo el cráneo grueso y un cerebro pequeño, si deciden que vayamos y liberemos a esos perros de la guerra, entonces no se quejen de lo que hacemos cuando estamos allí", respondía a la pregunta de si esta es una película anti belicista. "Yo haría una distinción entre pacifista, aquel que dice que nunca habrá guerra bajo ninguna circunstancia, y un antibelicista", incide Garland.
Solo en una ocasión, un personaje iraquí habla. Es la madre de la familia cuya casa han ocupado un comando de SEAL para desde allí operar en una zona en la que hay insurgentes. Cuando todo acaba, ella les pregunta: "¿Por qué?". No hay respuesta de los soldados americanos. "Hay muchos veteranos o personas en servicio que están en contra de la guerra. No quieren ir a la guerra porque sí. Entienden que a veces tienen que hacerlo, pero los políticos que buscan la guerra, deberían dejar de ser políticos e irse a un hospital psiquiátrico, porque es la guerra es un estado irracional".
La idea de Warfare surgió durante el montaje de su anterior filme, Civil War, que reflejaba una guerra civil en un Estados Unidos con un presidente que se ha tomado demasiadas atribuciones en el poder y con una sociedad dividida en dos. En aquella película conoció a Mendoza. "Me gustó mucho trabajar con él, porque aportó mucha información y una experiencia muy específica. Le propuse hacer una película que no tenía argumento todavía, pero sí estaba la idea de usar un caso real, solo un episodio de un combate, para intentar recrearlo con la mayor precisión posible sin los trucos del cine. Resultó tenía una historia que contar".
Esa historia es lo que vivió en Irak. Donde su pelotón de Navy SEALs estadounidenses empiezan una misión de vigilancia. En mitad de la noche ocupan una casa de una familia de civiles a los que encierran en una habitación. Ellos montan guardia vigilando a los insurgentes desde dentro. Esperando, manteniendo el tipo y la impaciencia cuando no pasa nada. Y la tensión cuando empiezan a ser atacados y nadie acude en su ayuda. Sin duda, lo novedoso es que el espectador vive en tiempo real lo que vivieron ellos. "Consistía en recrearlo con la mayor precisión posible. Por ejemplo, los silencios provienen de la forma en que ocurren de verdad los tiroteos, en cómo suenan de manera diferente las balas, si entran o salen. Las heridas tenían que ser reales. Es una película sobre un hecho real y teníamos que tratar de no distorsionar el hecho real, no idealizarlo, ni hacerlo más seductor", dice sobre la premisa de no romantizar la guerra.
Sin duda, esta es una película sucia, dura, llena de tensión y de realidad. D'Pharaoh Woon-A-Tai da vida al propio Mendoza. Will Poulter, Cosmo Jarvis, Joseph Quinn, Kit Connor o Charles Melton son otros de los actores que han recreado aquel acontecimiento, con ayuda de los verdaderos soldados. Dos de ellos, fueron heridos de gravedad en esa emboscada. De hecho, al final del filme, aparecen en los títulos de crédito los soldados reales. Algunos con el rostro pixelado, pues siguen en activo, en distintas misiones. Vemos cómo regresan al lugar de los hechos y se fotografían en la casa que destrozaron, en un país que Estados Unidos destrozó. "Si queríamos contar la historia con la mayor precisión posible, podríamos caer en engañar al espectador. Es como decirles que les enseñamos un trozo de realidad, pero no es más que una recreación con actores y en un set. De no haber avisado con esas imágenes finales, hubiera sentido que no estaba siendo honesto con los espectadores", explica el director sobre la decisión del final.
Para Mendoza, es algo más, es un homenaje a su amigo Elliot, que resultó herido y no recordaba nada de lo ocurrido. "Cuando empecé a trabajar en la industria del cine o la televisión y el entretenimiento, empecé a descubrir que tal vez, podría hacer una recreación de lo que pasó para Elliot. No creí que fuera a ser una película tan grande, siempre pensé que haría una especie de documental de media hora para él. Fue creciendo el proyecto, sobre todo cuando conocí a Alex y tuvo la idea de hacer esta película", explica sobre un filme que es un bombardeo sensorial, pero que carece de reflexión. No es la intención del director, que evita relacionar la película con el momento actual, donde los tambores de guerra suenan con más fuerza en todo el mundo. "No creo que diga nada sobre este momento político, porque creo que este momento en realidad siempre ha existido", nos decía.
"Hace 20 años, antes del 11 de septiembre, antes de la segunda Guerra del Golfo, había ya guerras en el mundo. Como no fueron guerras que involucraron a países occidentales, no las recordamos, pero si fuéramos a esos lugares y a ese momento, veríamos que son experiencias muy parecidas a las que muestra la película. Descubriríamos lo mismo si viajáramos en el tiempo a la antigua Grecia. Estoy seguro que los soldados griegos, que luchaban con espadas y escudos, viven la misma dinámica, las heridas, el miedo a ser atacado, el compañerismo", insiste sobre la guerra como algo que ha estado siempre en las sociedades. "Sé que ahora pensamos que vivimos algo muy grave. Y es cierto. Hay una serie de hechos en este momento que hacen que una guerra global esté mucho más cerca que nunca en mi vida, y tengo 55 años, que son bastantes años, Pero en realidad, siempre ha sido así", quita hierro Alex Garland.
Volviendo a Butler, que decía que la estructura de las creencias es tan fuerte que permite que algunos tipos de violencia se justifiquen o ni siquiera sean considerados como violencia, tenemos un momento donde casi ni nos asusta la guerra. Garland consigue que sintamos el horror, pero que no lo juzguemos.

Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...