Luis García Montero se despide de Mario Vargas Llosa: "Pasarán las crispaciones, los bulos y las pistolas, pero seguirá entre nosotros"

Madrid

Como estamos en Semana Santa y como Andrés Neuman acaba de sacar una excelente novela, Hasta que empieza a brillar, dedicada a María Moliner, me parece buena idea buscar en su diccionario la palabra Cristo, nombre que le dieron los judíos a su salvador, aunque después acabaron crucificándolo. Suele ocurrir. Los nombres y las palabras se escapan de la muerte por las conversaciones de los vivos, y no llegan al paraíso, pero sí a los diccionarios. En esta Semana Santa, el mundo está hecho un Cristo y al enterarnos de las noticias en Gaza, Ucrania o los EE.UU podemos clamar por los clavos de Cristo. Así es, las ilusiones de paz, concordia y entendimiento nos caen ahora como a un Cristo dos pistolas. Y los que parecían amigos toman la palabra para ponerse como un Santo Cristo.

Las prisas del mundo tienen que ver con la agresividad y la mentira. En el principio fue el verbo y después llegaron los bulos. Según el diccionario, la frase “ni Cristo que lo fundó” sirve para negar con énfasis la veracidad o la posibilidad de algo, y la expresión “vive Cristo” supone un testimonio de enfado. Vive Cristo con tanto pseudoperiodismo. Tengan cuidado si no aciertan a sintonizar bien la radio del coche en los viajes de vacaciones. Hoy triunfan los que quieren armar “la de Dios en Cristo”, por lo que habrá que buscar la esperanza en donde Cristo dio las tres voces.

Me levanté hoy martes con la intención de dedicarle esta mirada a Mario Vargas Llosa. Después pensé que nos queda mucho tiempo por delante. Pasará la Semana Santa. Pasarán las crispaciones, los bulos y las pistolas. Pero Mario seguirá entre nosotros. Cada vez que alguien abra un libro de Mario Vargas Llosa, asistiremos a un domingo de resurrección.